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The Guardian en español

El abrazo que ha vetado a una actriz en Nigeria

El cantante ClassiQ y la actriz Rahama Sadau en el videoclip que ha causado la polémica

Jason Burke

Ella es una actriz muy famosa. Él, un cantante de rap muy famoso. Rahama Sadau y ClassiQ apenas se tocaron en un vídeo musical estrenado este mes en el norte de Nigeria. Un corto abrazo que ha desatado una polémica y que ha puesto al descubierto la profundas diferencias en el país.

Sadau, de 22 años, fue criticada duramente por los conservadores, que le han prohibido seguir trabajando en el norte de Nigeria, predominantemente musulmán.

“Se le ha vetado de por vida actuar. Esto se debe a su reciente comportamiento inmoral en cierto vídeo musical donde se le puede ver… abrazándose y acariciándose [con ClassiQ]”, dijo Salisu Mohammed, director de la Asociación de Cineastas de Nigeria, con sede en el norte, en el estado de Kano.

La actriz se disculpó por cualquier ofensa que hubiera podido ocasionar, pero pidió una actitud “más indulgente y tolerante”.

Dirigida al público de habla hausa, la industria cinematográfica del norte es tan solo una parte del vasto negocio cinematográfico nigeriano. Le llaman “Nollywood” porque la nigeriana es la segunda industria cinematográfica más importante del mundo, con 2.000 películas producidas al año, claramente segmentadas por idiomas y culturas. Solamente Bollywood, la industria cinematográfica de India (de gran influencia en Nigeria), produce más películas.

Los temas más populares de las películas nigerianas son el amor, la venganza, el matrimonio, la familia y la traición. Pero mientras en el sur muestran a mujeres ricas de mediana edad flirteando con los amigos de sus hijos adolescentes o a estudiantes en minifalda seduciendo a sus profesores, en el norte las películas siguen convenciones mucho más conservadoras. Las mujeres en bikini bailando sensualmente y el contacto físico entre los dos sexos brillan por su ausencia.

La actriz se “extralimitó”

El contraste refleja las marcadas diferencias entre zonas con una población predominantemente cristiana y las de mayoría musulmana.

Según Elizabeth Donnelly, del think tank londinense Chatham House, “en la actualidad, existen tendencias muy diferentes en Nigeria”. “En algunas partes del sur, los cambios son mucho más rápidos que en el norte. Nigeria es un país dividido en muchos aspectos: la política, la cultura y la economía se mueven en direcciones muy distintas y cada una a una velocidad diferente”.

El videoclip de la polémica muestra a Sadau vestida con ropas tradicionales y vendiendo verduras tímidamente desde un puesto en un mercado típico. Tras un tímido coqueteo, el personaje de ClassiQ la convence para ir a caminar juntos por las cercanas vías del tren. En este paisaje poco prometedor, aparentemente florece el amor. Luego, ahora con pantalones vaqueros y una camiseta de mangas cortas, pero todavía con el pañuelo en la cabeza, Sadau camina de la mano con el cantante de rap y, fugazmente, parece abrazarlo.

La reacción fue rápida y contundente. Algunos actores estuvieron a favor de la medida. Otros dijeron que el castigo era demasiado severo. En las redes sociales, los comentarios fueron encarnizados y contradictorios.

Un periódico local citó a un fan de la actriz: “Rahama se extralimitó. El vídeo es muy sugerente, es impropio para una mujer musulmana llegar a ese extremo en un vídeo que ve todo el mundo”.

En el norte de Nigeria ya ha habido otros desencuentros entre cineastas y religiosos conservadores. En agosto, clérigos musulmanes lograron detener un proyecto de 10 millones de dólares para construir un centro audiovisual en las afueras de la ciudad de Kano, aludiendo que socavaba los valores islámicos.

En declaraciones a la agencia de noticias AFP, el clérigo musulmán en Kano Salisu Idris dijo que los líderes religiosos de la ciudad se alegraban de que los realizadores se dieran cuenta de lo que les vienen diciendo: “Que purifiquen la industria del cine, que promueve valores inmorales entre la juventud”. Idris también dijo confiar en que el castigo a Sadau sea un “elemento disuasorio para otras personas”.

Un país dividido

No se sabe a ciencia cierta cuál es la proporción de musulmanes y cristianos en Nigeria pero se cree que la cantidad de personas de ambas religiones es prácticamente la misma. Antiguo protectorado de la corona británica, Nigeria se independizó en 1960 y tiene una población de más de 180 millones de personas.

Según el exembajador de EEUU en Nigeria y experto del think tank Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York, John Campbell, “es como si este incidente representara la división en el país”. En su opinión, Sadau “fue suspendida, básicamente, por abrazar a alguien”. “En el resto del mundo, eso difícilmente sería motivo para una reacción de esta magnitud”, añade.

La división sectaria agrava las diferencias étnicas y económicas. Hace tiempo que el fenómeno genera tensiones que el gobierno central trata de superar. A menudo, las comunidades del norte recelan del desarrollo e influencia del sur, mientras que un gran número de personas en el sur teme por la propagación del islam.

Según Campbell, “el sur tiene la tendencia a ser extremadamente desconfiado de la presunta hegemonía islámica del norte”. “Este tipo de incidente es propio de esta narrativa”, explica.

La suspensión de Sadau también puso en manifiesto la amplia penetración que las ramas conservadoras del islam tienen en el norte de Nigeria en detrimento de otras prácticas más tolerante y moderadas influenciadas por tradiciones místicas y animistas.

La atención internacional se ha centrado en los extremistas del movimiento Boko Haram, que desde 2009 lidera la violenta insurgencia en el noreste del país. Según Campbell, se ha ignorado otra tendencia, más generalizada, hacia la práctica rigurosa e intolerante de la fe.

El presidente Muhammadu Buhari, que en 2015 llegó al poder con un programa para acabar con el extremismo y la corrupción, ha logrado contrarrestar exitosamente los efectos de Boko Haram. La semana pasada, el grupo dejó en libertad a 21 niñas de las 300 secuestradas en 2014.

General retirado del Ejército nigeriano, el presidente ha lanzado su propia campaña para cambiar los valores personales de los ciudadanos. “Hoy Nigeria atraviesa un momento difícil en el que casi nada funciona como debería”, dijo Buhari en la capital, Abuya, en septiembre. Y añadió: “Muchos lo atribuyen a la ruptura total de nuestros principales valores, algo que ha ido ocurriendo a lo largo de los años. Las cualidades que respetamos, valoramos y en las que nos apoyamos durante tanto tiempo han sido reemplazadas por la deshonestidad, la desidia, la corrupción desenfrenada y la impunidad generalizada”.

Durante una conferencia de prensa en Berlín la semana pasada, Buhari causó un revuelo cuando respondió a las críticas que su esposa hacía sobre su presidencia, diciendo que “su lugar es la cocina, el comedor y la otra habitación”.

Algunos comentaristas creen que las leyes de censura y la actitud “mojigata” de Nigeria con el tema del sexo han provocado que, tanto en el norte como en el sur, muchos cineastas dejen de abordar temas de sexualidad de manera realista.

“La mayoría de las películas nigerianas son dramas románticos o comedias”, publicó en su web el sitio de noticias Pulse. “En un país donde la mayoría de los habitantes es joven, hay pocas películas que se dirijan directamente a ellos”.

Pero los productores de Nollywood no han perdido el ojo para las oportunidades comerciales. A pocos días de la prohibición para trabajar en el norte, Sadau fue contratada por una productora del sur para actuar en un nuevo drama político de 13 episodios en inglés llamado “Los Hijos del Califato”.

Según Pulse, representará a “una chica del norte, segura, inteligente, divertida y tranquila. Moderna y elegante, pero tradicional a la vez”.

Traducido por Francisco de Zárate

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