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The Guardian en español

En esto estamos de acuerdo: a los trabajadores británicos les conviene seguir en la UE

Cameron une fuerzas con un exlíder sindical para apoyar la permanencia en la UE

David Cameron / Brendan Barber

Hasta la fecha, un ex líder sindical y un primer ministro conservador no habían tenido que empuñar la pluma y escribir juntos. Hoy lo hacemos bajo unas circunstancias muy especiales. El 23 de junio nos jugamos el futuro de la clase trabajadora del país, y lo más conveniente es dejar de lado las reglas clásicas de hacer política. Por supuesto que los dos discrepamos respecto a muchas cuestiones. Sin embargo, nos une el convencimiento de que el Reino Unido y los trabajadores del país saldrán ganando si permanecemos en la Unión Europea y descartamos una salida.

Si nos quedamos en la Unión Europea, los trabajadores tendrán la posibilidad de prosperar mientras que si optamos por una salida tendremos que enfrentarnos a tres amenazas: que los trabajadores pierdan el empleo, una bajada salarial y una subida de los precios. Analicemos cada una de ellas por separado.

La primera; arriesgar puestos de trabajo. Incluso algunos de los defensores más destacados del Brexit están de acuerdo con este punto: la salida de la Unión Europea provocará una crisis económica. Expliquemos sin tapujos las consecuencias de una crisis: una recesión económica, pérdida de puestos trabajo y del modo de subsistencia, padres que no podrían mantener a sus hijos. Un estudio elaborado por PwC indica que el desempleo podría aumentar un 8% en 2020, mientras que si permanecemos en la Unión Europea se situará en un 5%.

Este hecho ya sería lo suficientemente grave. Sin embargo, lo cierto es que también sufriríamos consecuencias a más largo plazo. Un informe del Tesoro publicado la semana pasada mostró que, si optamos por una salida, el PIB del Reino Unido será permanentemente más bajo que si permanecemos en la Unión Europea; será un 6% más bajo en 2030, lo que equivale a que cada hogar del país pierda 4.300 libras esterlinas. Así que despejemos las dudas acerca de lo que implica salir de la Unión Europea: una crisis inmediata y un país permanentemente más pobre.

Esto nos lleva a la segunda amenaza: salarios. Es obvio que la productividad de nuestro país sufrirá daños a largo plazo si dejamos un mercado de 500 millones de consumidores y nos vemos obligados a negociar un acuerdo comercial más restrictivo, de segunda clase. Un entorno comercial menos abierto conduce a un descenso de la productividad.

Y también debemos hablar abiertamente de las consecuencias de una salida para los trabajadores: incluso si mantienen sus puestos de trabajo, sus salarios serán más bajos. Sería un desastre para los trabajadores y las empresas más afectadas serán las que dependen de las exportaciones a la Unión Europea; fábricas y servicios.

Tanto si trabajas en una fábrica de automóviles u otro tipo de fábrica, como si trabajas en una tienda o en una oficina, lo más probable es que si salimos de la Unión Europea lleves menos dinero a casa a fin de mes. Y es importante que no olvidemos que, si bien es cierto que los dos podemos discrepar en torno a nuestro encaje en la Unión Europea, creemos que formar parte de ella nos ha permitido garantizar muchos de los derechos que son la esencia de un entorno laboral justo: vacaciones pagadas, baja de maternidad, igualdad de trato para millones de personas que trabajan a tiempo parcial, protección para los trabajadores temporales, igualdad salarial para las mujeres. La Unión Europea garantiza estos derechos y los podemos perder si damos un portazo.

Evidentemente, un crecimiento más lento afectará también a las finanzas públicas. Para empezar, la recaudación fiscal sería menor y tendríamos menos dinero para pagar a los trabajadores del sector público, como por ejemplo el personal sanitario y los profesores. Así que nos enfrentamos a un círculo vicioso que perjudicará a los trabajadores peor pagados de los distintos sectores de nuestra economía; sector público y privado por igual.

La tercera amenaza está vinculada con el aumento de los precios. Es bastante sencillo: la mayoría de expertos independientes coinciden en señalar que si salimos de la Unión Europea, aumentará la presión sobre la libra esterlina. De hecho, el clima de incertidumbre y miedo ante un posible Brexit ya ha desencadenado esta presión. Una moneda débil se traduce en un encarecimiento de los productos y una mayor inflación. Subiría el coste de la cesta semanal de la compra, la ropa, la gasolina; todo lo que importamos. Así que veríamos cómo el coste de vida se dispara al mismo tiempo que disminuyen nuestros salarios o, simplemente, perdemos nuestros trabajos. Esta es la amenaza a la que se enfrentan las familias que en estos momentos tienen dificultades para llegar a fin de mes; un riesgo que la clase trabajadora y los más pobres del país no pueden asumir.

Cada día que pasa resulta más evidente qué camino debemos tomar. Podemos arriesgar nuestros puestos de trabajo, bajar los salarios y pagar precios más altos por los productos que consumimos. También podemos convertirnos en la primera economía de toda la historia que elige voluntariamente suscribir un acuerdo comercial de segunda clase con su principal mercado de consumidores. Podemos asumir unos riesgos completamente innecesarios que suponen una triple amenaza para nuestros trabajadores; podemos, en definitiva, empobrecernos en todos los sentidos.

En cambio, si decidimos permanecer en la Unión Europea, podemos proteger a los trabajadores y a las familias más vulnerables. Podemos apostar por la estabilidad y la seguridad económica; un futuro brillante con más puestos de trabajo, un salario más alto y unos precios más bajos.

Cuando tomes tu decisión, recuerda lo siguiente: entre los partidarios de la salida se encuentran expertos que cuentan con argumentos muy poco sólidos para justificar esta opción. Su dogmatismo resulta profundamente inquietante; están convencidos de que vale la pena asumir los riesgos y el dolor que causarán, a pesar de que todo parece indicar lo contrario. Los partidarios del Brexit indican que quieren ser como Albania. Lo cierto es que incluso el primer ministro albanés cree que esta afirmación es “extraña” porque su país preferiría ser como nosotros.

Son muchos los expertos independientes, las organizaciones de confianza y los aliados de nuestro país en el mundo entero que se han posicionado a favor de permanecer en la Unión Europea. El Banco de Inglaterra, nuestras universidades, los sindicatos, las empresas grandes y pequeñas, el Fondo Monetario Internacional, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, nuestros aliados en la OTAN y la Commonwealth. Todos han mandado el mismo mensaje: estaremos mucho mejor si no salimos de la Unión Europea.

Los partidarios de la salida se han apresurado a afirmar que este mensaje no es más que una conspiración orquestada por las élites internacionales más siniestras. Nosotros solo vamos a hacer la siguiente afirmación: si han sido capaces de conseguir que nosotros dos trabajemos codo a codo y firmemos juntos este escrito, estos genios malignos son realmente buenos.

Por el bien de todos los trabajadores del Reino Unido os pedimos que votéis a favor de la permanencia.

Traducción de Emma Reverter

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