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Tenemos que alejarnos de las costas, ¿por qué no lo entienden los promotores inmobiliarios?

Miami tiene una de las costas más urbanizadas de Estados Unidos.

The Guardian

Orrin H. Pilkey, Linda Pilkey-Jarvis and Keith C. Pilkey —

Tal vez una de las consecuencias más previsibles del cambio climático sea el aumento del nivel del mar. Dos factores contribuyen al fenómeno de las inundaciones: la dilatación térmica de los océanos y el deshielo de los glaciares. Además, los científicos coinciden en que el aumento del nivel del mar será una constante durante los próximos siglos. La pregunta no es si tendremos o no que alejarnos de las costas, sino cuándo. Pese a ello, la prisa por urbanizar las zonas costeras sigue a su ritmo frenético. 

Ya sabemos que, para cuando termine el siglo, unos 13 millones de personas estarán en peligro por las inundaciones en la costa de EEUU. Un nuevo estudio de la revista Nature Climate Change sugiere que, a menos que se tomen medidas de protección, habrá una migración masiva. Debido al derretimiento de los glaciares y del casquete de hielo, el aumento del nivel del mar se acelerará en los últimos años del siglo. Las inundaciones que estamos sufriendo hoy son solo la punta del iceberg. 

El problema es especialmente grave en el cordón de casi 5.000 kilómetros de islas barrera al este de Estados Unidos –una serie de cúmulos de arenas bajas que se extienden desde la costa sur de Long Island hasta la costa mexicana–. En esta gran cadena de islas, la costa de Florida es la más extensa y la de mayor desarrollo urbanístico.

En Miami, una ciudad peligrosamente asentada sobre un terreno de piedra caliza muy poroso, hay en marcha dos proyectos de construcción valorados en miles de millones de dólares. A sus promotores no les desanimó saber que parte de la ciudad se inunda casi todos los días cuando hay mareas altas. Tampoco que ya se da por seguro que el aumento del nivel del mar causará inundaciones en toda la ciudad en las próximas décadas. Ni los espigones, ni los terraplenes, ni los diques de contención podrán detener la filtración de las aguas a través de la capa porosa de piedra caliza sobre la que está construida la ciudad. A largo plazo, Miami está condenada.

Varios kilómetros al norte, Fort Lauderdale experimenta un desarrollo igual de intenso con gran aumento de población: tiene más edificios de gran altura frente al mar que ninguna otra ciudad de Estados Unidos. Según Katherine Bagley, del sitio web de noticias InsideClimate News, “hay, o pronto habrá, cerca de 5.000 apartamentos o condominios en construcción” en la ciudad, que ya sufre inundaciones casi a diario. La gran cantidad de canales de Fort Lauderdale hace que sea más vulnerable al aumento del nivel del mar. Seguir aumentando su densidad poblacional es una locura si lo que le espera es un futuro pasado por agua.

La hora de los proyectos ridículos ya pasó

Al otro lado de la península de Florida y a lo largo del Golfo de México, un promotor inmobiliario de Fort Myers Beach propone un megaproyecto para sumar cuatro hoteles en primera línea de playa, nueve restaurantes y un estacionamiento con capacidad para 1.500 vehículos; todo protegido por un espigón de más de 800 metros, que está por construirse. Si para proteger un proyecto inmobiliario hace falta construir un espigón, no hay que construir en ese lugar. Los espigones destruyen las playas. 

Dos comunidades de las islas barrera deben ser tenidas especialmente en cuenta por ser las más vulnerables en todo EEUU al aumento del nivel del mar. North Topsial Beach, en Carolina del Norte (costa este), es un pedazo de isla estrecho y bajo que se está erosionando rápidamente. A pesar de la obviedad de los peligros en la zona, en el pueblo hay varias torres de apartamentos inamovibles. Al menos una de ellos, podría caerse pronto. 

La otra isla, Dauphin Island (Alabama) está en la costa del Golfo. Es una isla muy baja que queda anegada a menudo por las tormentas. Los constantes trabajos de creación de playas no han hecho casi nada para detener la erosión. Desde 1973, las tormentas han dañado gravemente el extremo oeste de Dauphin Island cinco veces. Aunque el extremo oeste no tiene edificios altos, en varias ocasiones las tormentas, incluso los huracanes Katrina y Ike, han destruido viviendas.

Apenas unos años después de que el huracán Sandy inundara gran parte de la zona, la ribera del río Hudson, conocida como la “costa dorada” de Nueva Jersey, está viviendo un auge en la construcción. Los promotores inmobiliarios están construyendo un gran número de torres de apartamentos con la esperanza de atraer a los que trabajan en Nueva York y buscan alojamientos más baratos a los disponibles en la ciudad. 

Se han tomado las precauciones necesarias para que las estructuras sean más resistentes pero, en una época en la que ya se sabe que los niveles del mar aumentarán, es absurdo seguir construyendo en zonas que se han inundado con anterioridad y que muy probablemente se vuelvan a inundar en el futuro.

La hora de estos proyectos ridículos ya pasó. La frecuencia con la que los desastres “naturales”, que causan millones en daños, golpearán en las costas solo será peor si se continúa atiborrando a las playas de edificios y si se sigue considerando a las tormentas como una excusa para un proyecto urbano de remodelación. Este es el momento de cambiar la perspectiva actual por una más profunda, en la que construyamos estructuras más pequeñas, menos costosas y tal vez, hasta móviles; en la que no reconstruyamos edificios dañados o destruidos por tormentas. Es hora de que nos preparemos para retirarnos del mar creciente.

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