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The Guardian en español

Una conferencia de paz sobre Siria que prolongará la guerra

Simon Jenkins

Todas las conferencias sobre Siria, como la de esta semana en Londres, acaban con la misma súplica: no limitarse a dar dinero, sino poner fin a la guerra. Se ha dado dinero. Se han hecho intentos de acabar con la guerra, pero esta continúa. ¿Podría haber una conexión?

El mes que viene se cumplirán cinco años desde el “Día de la Ira” que se organizó contra el régimen de Asad en marzo de 2011. Los servicios de inteligencia occidentales aseguraron que el régimen caería en cuestión de meses, si no de semanas. Las potencias occidentales empezaron a apoyar debidamente a los rebeldes. Ese apoyo ha continuado desde entonces, con un impacto cada vez menor.

Ahora está claro que, sean cuales sean los horrores del presidente Asad y su gobierno, son insignificantes en comparación con los horrores de la guerra. Tan claro como que Occidente estaba cruelmente equivocado. Asad no está a punto de caer o de renuciar. Su régimen no está a punto de rendirse ni a los rebeldes “oficiales” ni a los radicales del ISIS. Es inhumano que Occidente intervenga para prolongar la guerra, dando esperanzas y apoyo al bando perdedor.

Los rusos y los iraníes están apoyando a Asad. Este apoyo no tiene ninguna virtuosidad moral, pero al menos tiene más probabilidades de acabar la guerra a su favor de las que tiene Occidente de llevar la victoria a sus oponentes. Los aliados de Asad le proporcionan armas, bases y efectivos sobre el terreno. La ayuda occidental a sus enemigos, incluida la británica, solo consiste en soltar bombas en un país ya devastado. Esto solo crea más refugiados. Reino Unido está ayudando a alargar la guerra, lo contrario de lo que quieren los refugiados.

Todas las guerras acaban, pero las guerras civiles suelen acabar cuando uno de los bandos admite su derrota. La ayuda británica a los rebeldes sirios nunca ha sido más que una “indicación de virtud”, pero al parecer alinearse con ellos solo estimula su resistencia, al tiempo que contribuye sin quererlo a la causa del ISIS.

Esta terrible guerra debe llevar claramente a algún tipo de meta. Pero no es nuestra guerra, ni será nuestra meta. La tesis de que los objetivos humanitarios se cumplen mejor luciéndose, tomando partido en los conflictos extranjeros y haciendo como que se “resuelven”, es la locura de nuestra época. Y ha reducido buena parte de Oriente Medio al caos sangriento.

Nuestra única obligación con el pueblo sirio es humanitaria. Es mitigar el sufrimiento con la caridad, no incrementarlo con bombas. Es enviar ayuda a los países fronterizos y acoger a esos refugiados que el destino arrastra hasta nuestras costas. Es portarse bien, y no fingir portarse bien haciendo daño.

Traducido por: Jaime Sevilla

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