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Opinión - El problema de los tres gorros. Por Elisa Beni

The Guardian en español

El camino hasta convertirse en terrorista suicida, de Manchester a Irak vía Guantánamo

Jamal al Harith, en una imagen difundida por el ISIS.

Damien Gayle / Nazia Parveen

Cuando las fuerzas especiales estadounidenses encontraron a Jamal al Harith en una celda en Kandahar, Afganistán, en enero de 2002, les vio como sus salvadores. 15 años después, incluidos dos que pasó encerrado en la prisión de Guantánamo, estaba listo para volarse por los aires en Irak en nombre del ISIS, el gran enemigo de Estados Unidos.

El expediente de Guantánamo de Harith indica que las autoridades decidieron enviarlo a Camp X-Ray, en la base estadounidense en Cuba porque “se creía que tenía conocimientos sobre el trato de los talibanes a los prisioneros y sus tácticas de interrogatorio”. Pronto aprendería incluso más, gracias a los métodos estadounidenses.

Harith declaró que durante sus dos años en Guantánamo recibió patadas, puñetazos y bofetones. Según él, se le privó el sueño encadenándole en posturas dolorosas, le dieron escasas raciones de agua y fue alimentado con comida que llevaba caducada hasta 12 años. Harith calculó que fue interrogado en unas 80 ocasiones solo en Guantánamo, habitualmente por estadounidenses, pero en ocasiones también por autoridades británicas.

Fue finalmente liberado en marzo de 2004, casi dos años después de que se autorizase su liberación. Cuando él y otros tres británicos fueron embarcados en el avión del ejército que les llevaría a Reino Unido, aseguraron que una autoridad del Ministerio de Exteriores les preguntó: “¿Os podéis asegurar de decir que fuisteis tratados de forma adecuada?”.

En unas declaraciones nueve meses después de su liberación, Harith sostuvo que nunca había estado involucrado en ninguna actividad terrorista. “La ironía es que cuando se me dijo por primera vez en Afganistán que estaría bajo la custodia estadounidense, me sentí aliviado. Pensaba que sería tratado de forma adecuada y que me devolverían a casa sin mucho retraso”. También afirmó que seguía con dolores provocados por las palizas que había recibido antes de los interrogatorios.

En un mundo lejos de Afganistán o Guantánamo, en el Moss Side de Manchester, el primo de Harith, Trevor Fiddler, afirmó este martes que toda su familia estaba conmocionada por la noticia de su atentado. Aseguró que solo había visto a su primo una vez desde que volvió de Guantánamo. “Su padre está muy enfermo y ninguno nos lo podíamos creer cuando lo escuchamos anoche”, indicó.

La familia, explicó, nunca entendió la conversión al islam de Ronald, su nombre de nacimiento, dado que eran “una familia jamaicana normal” que creía en la “iglesia de Dios”. Trevor señaló que la familia, al principio, creía en la inocencia de Ronald y que su encarcelamiento en Guantánamo era injusto, pero ahora piensan que podría haberles engañado.

“Me sorprendió que fuese por ese camino, dado que todos nosotros somos cristianos”, afirmó. “Era un chico un poco insensato, pero nunca tuvo ningún problema mental. Lo único que se me ocurre es que lavasen el cerebro”.

“Siempre pensamos que no debía haber estado encerrado en Estados Unidos. Todos le creímos y pensamos que nos decía la verdad. Pero ahora creemos que podría haber estado mintiéndonos y formándose todo este tiempo para esto. Todo fue una mentira”, explicó.“No tenemos ni idea de lo que hizo con el dinero [recibió una indemnización del gobierno británico], la mayoría de nosotros no lo sabe. Creemos que mintió y ahora tenemos que admitir lo que ha hecho”.

Encarcelado por los talibanes

Harith nació como Ronald Fiddler en Manchester, de devotos padres jamaicanos, en 1966. A sus 20 años se convirtió al islam, un esfuerzo, señala su hermana, por encontrar la paz después de una infancia complicada. Ronald empezó a viajar mucho por países musulmanes.

A principios de los 90, de acuerdo con el archivo estadounidense sobre Harith, viajó a Sudán en compañía de un destacado socio de Osama Bin Laden. También contó a los interrogadores que había estado en Pakistán. Los estadounidenses sospecharon que también podría haber viajado a Arabia Saudí, aunque él lo negó.

Los problemas de Harith empezaron cuando preparaba su equipaje de regreso desde Pakistán en septiembre de 2001. Contó a las fuerzas estadounidenses que había pagado a un camionero para que le llevase a Irán pero que fue parado cerca de la frontera por los talibanes. Tras encontrar su pasaporte británico, los talibanes lo detuvieron y lo encerraron en Kandahar.

En cierto punto de su encarcelamiento, él y otros prisioneros fueron obligados a compartir su amplia celda con un caballo que, de alguna manera, había ofendido a un líder talibán local.

Con la caída del régimen talibán los carceleros huyeron, pero Harith y otros prisioneros permanecieron en la prisión, donde eran alimentados. Allí fue descubierto por un periodista de the Times, quien alertó al personal de la recién reabierta embajada británica en Kabul, creyendo que organizarían su repatriación.

En cambio, Harith fue detenido por las fuerzas estadounidenses, primero en su centro de detención en Kandahar y posteriormente en Guantánamo.

Su archivo de Guantánamo, encontrado entre un gran alijo de documentos que fueron posteriormente filtrados a Wikileaks, muestran que las autoridades del campo llegaron rápidamente a la conclusión de que Harith no tenía ninguna conexión con los talibanes o con Al Qaeda. Sin embargo, decidieron no liberarle porque los detalles de sus acciones no habían sido “fijados por completo” y porque los diplomáticos británicos que lo habían visto en Kandahar lo describieron como “engreído y evasivo”.

Compensación económica

Tras su regreso a Reino Unido, Harith recibió 70.000 euros por una entrevista con the Mirror e ITV en la que describiría su sufrimiento. También inició una reclamación de indemnización contra el gobierno británico que, según se informó, le compensó con más de un millón de euros.

Pero una década más tarde, en 2014, y a pesar de su perfil alto, Harith fue capaz de viajar a una región de Siria controlada por ISIS. El año siguiente, su mujer, Shukee Begum, declaró a Channel 4 News que tanto ella como sus hijos le siguieron en un intento fracasado por convencerle para volver a casa. Begum afirmó que solo fue capaz de escapar tras pagar a unos traficantes.

Este miércoles, las cortinas en la casa de Harith en el suburbio de Manchester de Heaton Moor estaban echadas. Su mujer no abrió la puerta de su casa victoriana de tres habitaciones, que compró la pareja en 2011

Un vecino declaró que Harith había sido un hombre arrogante que no hablaba a los vecinos. Preguntado sobre cómo pudo gastar el millón de euros que recibió como indemnización del Gobierno, el vecino contestó: “No parece que la familia viese un solo céntimo. Todos viven en las mismas casas y conducen los mismos coches. Ninguno es ostentoso. Son gente normal. Todo esto es muy molesto para ellos”.

Varios medios de comunicación han acusado esta semana al ex primer ministro Tony Blair de indemnizar a este terrorista suicida, por lo que se ha visto obligado a responder a las críticas. “Harith no recibió una indemnización de mi gobierno, esta fue acordada en 2010 por el gobierno conservador”, ha señalado. “Es cierto que Harith fue liberado de Guantánamo por la solicitud del gobierno británico en 2004 tras una campaña parlamentaria y mediática dirigida por the Daily Mail, el mismo periódico que ahora está supuestamente tan enfadado por su liberación”, ha añadido Blair.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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