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The Guardian en español

Los estudiantes de Mississippi necesitarán permiso de sus padres para leer 'Matar a un ruiseñor'

Imagen de la película Matar a un ruiseñor (1962).

Martin Pengelly

Los estudiantes de secundaria de la ciudad de Biloxi, en el Estado de Mississippi, podrán finalmente leer la novela Matar a un ruiseñor, el clásico de Harper Lee sobre el racismo en el sur de Estados Unidos, como parte de su programa escolar, pero solo con un permiso de sus padres.

A principios de este mes, The Sun Herald informó de que las autoridades educativas habían retirado la novela del plan de estudios del equivalente a segundo curso de secundaria alegando que el lenguaje utilizado “incomoda a la gente”.

En un correo al periódico, un lector sostiene que la razón para la retirada del libro es el uso de la palabra “nigger” (versión insultante de la palabra negro). La madre que se quejó del libro declaró en una reunión de la junta escolar que los estudiantes “se estaban riendo a carcajadas” por la palabra.

“¿No hay una forma mejor de enseñar esos años y los horrores cometidos durante esos años que provocar las carcajadas en clase cuando se pronuncia la palabra en cuestión?”, se preguntaba Yolanda Williams. “No debería ser de lectura obligatoria para todos los estudiantes. Mi hijo no se tendría que sentar en una clase como esa”, añadió.

El superintendente de las escuelas públicas de Biloxi, Arthur McMillan afirmó posteriormente que, aunque ya no se exigía la lectura del libro, este seguía disponible para los estudiantes.

“El libro no se ha prohibido”, aseguró. “No se le ha quitado este libro a los estudiantes ni tampoco se ha violado ninguna política educativa. A los estudiantes se les sigue dando la oportunidad de leer y estudiar esta novela”, añadió.

The Sun Herald informó la semana pasada que el director de secundaria de Biloxi, Scott Powell, escribió a los padres de los alumnos de segundo de secundaria para decirles que a partir de ahora los profesores “ofrecerán a los estudiantes interesados participar en un estudio en profundidad de la novela durante clases programadas en horario escolar, así como en sesiones opcionales extraescolares”.

Los alumnos interesados en estudiar el libro de 1960 ganador del Premio Pulitzer y la película de 1962 ganadora de varios Oscar protagonizada por Gregory Peck haciendo el papel de Atticus Finch –el abogado que defiende a un afroamericano acusado de violar a una mujer blanca durante los años de la depresión en Alabama– necesitarán una autorización firmada por un padre y un profesor, según establece el comunicado de Powell. A los estudiantes que no quieran leer el libro se les asignará un título alternativo.

Lee murió el año pasado a los 89 años tras la publicación de otra novela, Ve y pon un centinela, que describe los acontecimientos tras Matar a un ruiseñor y que también aborda el tema del racismo, algo que ha incomodado a muchos lectores modernos.

La decisión de Biloxi de retirar Matar a un ruiseñor del currículo escolar –tras casos similares en EEUU– ha desencadenado protestas a nivel nacional y ha llegado a los titulares en todo el mundo.

Jennifer Riley Collins, directora ejecutiva del American Civil Liberties Union (ACLU) de Mississippi, ha afirmado en un comunicado: “En un Estado como Mississippi, donde todavía hoy seguimos sufriendo injusticias raciales y discriminación, es fundamental que nuestros estudiantes tengan la oportunidad de enfrentarse a los temas que se presentan en Matar a un ruiseñor”.

En una carta a la junta escolar de Biloxi, la Casa Museo Mark Twain en Hartford, Connecticut, ha ofrecido su ayuda en la enseñanza de grandes libros que utilizan un lenguaje difícil y que abordan actitudes que hoy parecen desfasadas. El libro de Twain Las aventuras de Huckleberry Finn, publicado en 1884, también ha estado rodeado de polémica por su actitud respecto a ciertos temas, su lenguaje y la presencia de un personaje llamado Nigger Jim.

“La gran literatura nos incomoda”, reza la carta. “Cambia nuestra forma de pensar, forzándonos a analizar nuestras posiciones”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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