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The Guardian en español

Opinión

El fallo sobre el hiyab es un veto a las mujeres musulmanas

Tengo amigas que han comenzado a llevar pañuelo en los últimos años porque sienten que se está amenazando su identidad musulmana

Iman Amrani

La decisión de esta semana del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de permitir que se prohíba el uso del hiyab en el ámbito laboral es un nuevo síntoma de la obsesión del continente con la forma de vestir de las mujeres musulmanas.

El fallo establece que se puede prohibir el hiyab sólo como parte de una política que elimine todos los símbolos políticos y religiosos, así que está redactado de una forma que no ataca directamente a las mujeres musulmanas. De hecho, la Conferencia de Rabinos Europeos está escandalizada y ha afirmado que el fallo envía claramente el mensaje de que las comunidades religiosas europeas ya no son bienvenidas en el continente, aclarando que varios grupos religiosos, como los Sijs, se verán afectados.

Sin embargo, no cabe duda de que los musulmanes serán el primer grupo en la línea de fuego. Por eso la extrema derecha de todo el continente está encantada con la decisión. “Por supuesto que las empresas deben tener la posibilidad de prohibir el uso de pañuelos para cubrirse el pelo”, dijo Georg Pazderski, representante de la línea dura de Alternativa para Alemania. “Hasta el Tribunal Europeo piensa como Marine [Le Pen]”, tuiteó el diputado francés Gilbert Collard, del Frente Nacional.

Por supuesto que no hace falta ser de extrema derecha para estar de acuerdo con un veto “al uso de cualquier simbología política, filosófica o religiosa”. Son muchos los progresistas que también creen que la religión no tiene lugar en una sociedad occidental laica. Dicen que no están discriminando a nadie, ya que según el mismo fallo los católicos no podrían llevar la cruz.

Sin embargo, el hiyab no puede ser clasificado estrictamente como un “símbolo religioso”. No es equivalente a una joya para mostrar con orgullo tu religión y que se puede esconder fácilmente si pone incómoda a la gente. Para las que lo usamos, el hiyab es una parte esencial de nuestro estilo de vida, vinculado a la forma en que elegimos practicar nuestra religión. No se presta a debate.

Al permitir un veto al hiyab, Europa está esencialmente permitiendo un veto a las mujeres musulmanas en el ámbito laboral.

¿Pensáis que estoy exagerando? Pensad por un momento cuáles serán las consecuencias reales de un veto al hiyab en el ámbito laboral. ¿De verdad sería posible que las mujeres que llevan pañuelo para cubrirse el cabello por convicción religiosa se lo quiten tan fácilmente para entrar a la oficina cada día? Lo siento, pero no funciona así.

La identidad no es algo que uno se pueda quitar en espacios públicos. Yo no dejo de ser musulmana cuando empiezo a trabajar de periodista. Practico mi fe a la hora de comer, cuando no elijo el plato con carne de cerdo en el menú, o cuando pido un refresco en lugar de vino en las salidas después del trabajo. Si mis compañeros de trabajo notan esto y se sienten incómodos, ¿significa que se me puede obligar a comportarme de forma diferente?

El hiyab debería estar protegido como una libertad individual porque para muchas mujeres representa una parte esencial de su identidad. Si a las mujeres musulmanas se les obliga a elegir entre su fe y un lugar de trabajo hostil, lo que harán es simplemente evitar esos lugares de trabajo. Quizás eso no sea un problema para vosotros. Quizás pensáis que el problema son los musulmanes.

Pero en definitiva, en lugar de fomentar la integración –que es lo que alegan los que defienden el veto–, esto provocará mayores divisiones en nuestra sociedad. Muchas más mujeres musulmanas preferirán quedarse en espacios donde se sienten cómodas y habrá menos integración. Crecerán la marginación y el resentimiento.

Para que quede claro: yo quiero vivir en una sociedad laica. Creo que la ley y la justicia en este país debe estar libre de cualquier influencia religiosa, pero también creo que las personas deben tener la libertad de practicar su fe siempre que no afecte a aquellos a su alrededor. Eso no significa ceder ante la intolerancia de aquellos que se sienten ofendidos al ver un pañuelo cubriendo una cabeza.

Durante años, se han utilizado los valores occidentales para intentar controlar y manipular a las mismas mujeres que la gente dice querer liberar. Durante la guerra de independencia de Argelia en 1958, un cartel de propaganda francesa mostraba dos rostros – uno con velo y otro sin velo – con la frase: “¿No eres bonita? ¡Pues quítate el velo!”. Los franceses además organizaron ceremonias para quitar velos de forma masiva, en las que las mujeres argelinas mostraban que habían elegido el lado de los colonizadores.

Tengo amigas que han comenzado a llevar pañuelo en los últimos años porque sienten que se está amenazando su identidad musulmana, y han decidido pronunciarse públicamente a favor de su religión.

La extrema derecha, y ahora los tribunales europeos, podrían lograr convertir el pañuelo en algo incluso más poderoso que un mero símbolo religioso: podría convertirse además en un símbolo de resistencia.

Traducido Lucía Balducci

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