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The Guardian en español

Este es el hombre que impidió que en Austria gobierne la extrema derecha

El presidente electo, Alexander Van der Bellen, interviene en una rueda de prensa en el palacio Hofburg en Viena

Jon Henley

Alexander Van der Bellen, el hombre que ha conseguido derrotar a la extrema derecha en Austria, es el primer 'verde' en presidir un Estado de la Europa Occidental. Es un reconocido y austero profesor de Economía retirado de 72 años que a menudo se ha referido a sí mismo como “un niño refugiado”.

Fue diputado del Partido Verde durante 18 años antes de dejar el Parlamento en 2012 para convertirse en un popular concejal de la ciudad de Viena. Van der Bellen se presentó como independiente, aunque su campaña se benefició de un amplio apoyo, particularmente del centro-izquierda encaminado a dejar fuera a su rival nacionalista. Finalmente, fue avalado por el partido Los Verdes.

Al obtener un apoyo mayor que el de su partido, este lunes renunció a su afiliación alegando que el presidente necesita estar por encima de la política de partidos. Muchos conservadores lo ven demasiado a la izquierda y los militantes del partido ecologista creen que no es suficientemente radical. Van der Bellen pasó la primera parte de su carrera política en el Partido Socialdemócrata e incluso flirteó brevemente con la masonería.

Profesor de escuela, a veces incluso intimidante, activista conocido como Sascha en referencia a sus raíces rusas, fue el líder de Los Verdes desde 1997 hasta 2008, convirtió al partido en la cuarta fuerza política más importante del país y solo ha renunciado a él después de las elecciones en las que el partido ecologista ha perdido votos por primera vez en una década.

Fumador empedernido –“Una vez lo dejé cuatro meses... pero ¿por qué debería torturarme a mi edad?”– y defensor declarado del matrimonio homosexual, es padre de dos hijos y está divorciado, aunque recientemente se ha vuelto a casar. Durante su campaña presidencial consiguió reunir más de 4.000 firmas de figuras públicas y celebridades austriacas.

El padre de Van der Bellen nació en Rusia en el seno de una familia descendiente de inmigrantes holandeses. Su madre nació en Estonia, desde donde los dos huyeron cuando el Ejército Rojo invadió el país en 1940. Fueron primero a Alemania y finalmente se asentaron en Austria.

Consciente de la necesidad de seducir a los votantes llegando más allá que un partido de base normal, Van der Bellen, entre cuyas aficiones se encuentran la literatura rusa del siglo XIX y los dibujos del Pato Donald, no ha renunciado a apoyar algunos aspectos más tradicionales.

En sus spots de campaña han aparecido desenfadados cantos tiroleses, en sus discursos se ha referido en algunas ocasiones al apego que siente hacia su “tyrolean Heimat” (patria tirolesa), y ha recordado en varias ocasiones el deber y la obligación que tiene Austria de acoger a 90.000 refugiados recién llegados.

Esta postura choca de frente con la retórica de Norbert Hofer, que ha dicho que “el islam no tiene cabida en Austria”. Durante la campaña avisó de que no dudaría en disolver el Gobierno –una prerrogativa presidencial– si no se actuaba en contra de la inmigración.

A pesar de la cultivada imagen de Hofer como la cara más moderada y amigable del partido de extrema derecha austriaco FPÖ, muchos lo ven como un lobo con piel de cordero, un extremista hábilmente disfrazado con trajes elegantes, encantador y gran conversador.

Sin embargo, cuando los austriacos votaron el domingo, lo colocaron en segunda posición. En un mensaje publicado en su Facebook, Hofer pidió a sus seguidores que no tirasen la toalla. “Permaneceré leal a vosotros”, escribió, “y haré mi contribución para un futuro positivo para Austria”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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