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The Guardian en español

El fiscal especial Mueller da el primer susto a la Casa Blanca de Trump

Trump quita peso a los avances del FBI en el caso de la trama rusa en las últimas elecciones

David Smith

Washington —

Mientras Donald Trump cenaba a solas con el director del FBI, James Comey, y le pedía lealtad, en las oficinas de la agencia se celebraba un encuentro clave. Los agentes habían citado a George Papadopoulos, un exasesor en política exterior de la campaña presidencial de Trump, y le estaban preguntando por su relación con un profesor con vínculos con el Gobierno ruso y que había ofrecido al equipo de Trump “los trapos sucios” de la candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton.

Ahora ha salido a la luz que en ese encuentro con el FBI, que tuvo lugar el 27 de enero, Papadopoulos mintió. Se ha convertido en la primera persona que tendrá que  enfrentarse a una acusación penal vinculada con la relación entre el equipo de Trump y Rusia en la recta final de la campaña electoral.

Por desgracia para la Casa Blanca, la acusación afirma que, tras su detención en el aeropuerto internacional Dulles el pasado julio, Papadopoulos se ha reunido con las autoridades federales en numerosas ocasiones para proporcionarles información y resolver sus dudas, con lo cual se deja entrever que ha cambiado de bando y ahora está colaborando con el fiscal especial Robert Mueller.

Preet Bharara, exfiscal federal del distrito sur de Nueva York, que fue cesado por Trump, mandó el siguiente tuit: “Todo parece indicar que el fiscal especial Mueller cuenta con un testigo dispuesto a colaborar, George Papadopoulos. Es relevante. Solo el tiempo dirá si es clave”.

Esta información salió a la luz el mismo día que el exresponsable de la campaña presidencial de Trump, Paul Manafort, y su mano derecha, Rick Gates, eran imputados por conspirar contra Estados Unidos, conspirar para blanquear dinero, no registrarse como agente de un país extranjero, falso testimonio y por no haber informado de cuentas en el extranjero. La acusación recoge hasta doce cargos criminales.

Estas son las primeras acciones que se desprenden de la amplia investigación de Mueller sobre el posible vínculo entre la campaña presidencial de Trump y Moscú. Una investigación de estas características perjudicaría incluso a un presidente que estuviera en su mejor momento. En el caso de Trump, tal vez sus problemas solo acaban de empezar.

Y Trump contestó en Twitter...

Fiel a su estilo, Trump intentó quitar hierro a la situación e intentó desviar la atención. “Disculpen pero esto pasó hace años, antes de que Paul Manafort trabajara para mi campaña”, tuiteó: “¿Por qué la investigación no se centra en la corrupta Hillary y los demócratas?????”. Tres minutos más tarde mandó otro tuit para puntualizar que “¡…no hay ningún tipo de VÍNCULO!”.

Es cierto que la acusación contra Manafort no menciona a Trump o la posible participación de Rusia en la campaña electoral. Sin embargo, sí se le acusa de haber trabajado para un partido político ucraniano afín al gobierno ruso de 2005 hasta 2016 y haber hecho actividades de lobby en el extranjero que se consideran ilegales para interceder en su favor.

“El hecho de que se incluyan cargos por lavado de dinero indica un elemento importante: influencia. Si los aliados de Manafort en el Kremlin estaban al corriente de estas actividades de blanqueo de dinero, esto les permitía tener mucha influencia sobre el cerebro de la campaña presidencial de Trump”, ha indicado el Center for American Progress (un think tank cercano a los demócratas).

El hecho de que Trump lo contratara para su campaña supone que el presidente no utilizaba los criterios de “escrutinio extremos” que ahora considera adecuados para controlar la inmigración.

La demanda presentada ante un tribunal federal de Washington acusa a Manafort y Gates de haber canalizado pagos de decenas de millones de dólares a través de empresas y cuentas corrientes en el extranjero.

Manafort, que dirigió la campaña de Trump de marzo a agosto de 2016, también asistió a una reunión celebrada en junio en la Torre Trump [en Nueva York] con una abogada con contactos en el Kremlin. Este encuentro alimentó la sospecha de que el equipo de la campaña y el Kremlin estaban colaborando.

En cuanto a Gates, siguió trabajando para la campaña, trabajó también en el comité que preparó la investidura y ha visitado a Trump en la Casa Blanca.

La acusación contra Papadopoulos es hasta el momento la prueba más sólida del vínculo entre la campaña de Trump y un gobierno ruso que intentó influir en las elecciones presidenciales. Es muy probable que la Administración de Trump asegure que Papadopoulos –que se ha declarado culpable de haber mentido a los agentes del FBI– desempeñó un papel poco relevante en la campaña y no se relacionó con Trump, como ya ha hecho con anterioridad cuando ha tenido que hablar de personajes turbios como Carter Page.

Sin embargo, el texto de la acusación que se dio a conocer el lunes es contundente: “Papadopoulos obstaculizó la investigación del FBI sobre los vínculos o a la coordinación entre miembros del equipo de la campaña presidencial y los esfuerzos del gobierno ruso por interferir en las elecciones presidenciales de 2016”.

En un inicio, el abogado internacional especializado en energía explicó a los agentes del FBI que el profesor no tenía ninguna importancia y que solo se trataba de un tipo que alardeaba de tener contactos, cuando en realidad sabía que el profesor tenía “contactos clave en el gobierno ruso”.

El fiscal especial asegura que Papadopoulos explicó a los agentes del FBI que había estado en contacto con un “profesor” extranjero que aseguraba tener “trapos sucios” de la candidata demócrata, más concretamente, miles de correos electrónicos. Papadopoulos aseguró que estuvo en contacto con el profesor antes de empezar a trabajar en la campaña de Trump. Sin embargo, lo cierto es que no se reunió con el profesor hasta después de empezar a trabajar en la campaña.

El hecho de que se hayan presentado cargos contra Manafort no ha sido una sorpresa y era previsible desde el viernes, cuando se publicaron algunos detalles al respecto. Sin embargo, es probable que el caso Papadopoulos sí haya pillado desprevenido a Trump.

Como es habitual en él, durante el fin de semana el presidente intentó desviar la atención. El domingo aseguró que la investigación de Mueller es “una caza de brujas” y tuiteó que la investigación habla de una conexión “falsa” e inexistente entre Trump y Rusia.

Es probable que Fox News y otros medios de comunicación conservadores se mantengan leales, cuestionen la importancia de los cargos y sigan criticando a Clinton. Y, más importante para Trump, tal vez su base de votantes no le dé importancia a esta cuestión y siga vitoreando a su presidente en los mítines cuando este bromee y afirme que no vio a ningún ruso en Pensilvania, Virginia Occidental u otros estados del país.

No obstante, crece la posibilidad de que la investigación del fiscal especial pueda propiciar la caída de Trump. Más personas se irán de la lengua. Matthew Miller, exportavoz del Departamento de Justicia, tuiteó: “Mueller le ha dado dos puñetazos muy estudiados y ha mandado un mensaje a todos los miembros del equipo de Trump: cooperad y conseguid un buen trato con la fiscalía o resistid y caeréis con él”.

Traducido por Emma Reverter

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