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The Guardian en español

El nuevo hogar de la familia Obama

Foto de archivo de la familia Obama

David Smith

Washington —

El barrio tiene una cancha de baloncesto, algunos restaurantes modernos y un sendero para pasear ideal para Bo y Sunny, los perros de los Obama. En vecindario también hay una mezquita, un delicioso cierre para los detractores del presidente de EE.UU. que aman las teorías de la conspiración.

Según informes que fuentes oficiales se negaron a confirmar, la vida de Barack y Michelle Obama tras la Casa Blanca comenzará en Kalorama, un barrio de Washington bucólico, elegante y rodeado de diplomáticos.

Se cree que el matrimonio alquiló una mansión de 762 metros cuadrados y nueve habitaciones en el próspero vecindario para cuando el presidente deje su cargo en enero. Aparentemente, la familia rentará la casa de Joe Lockhart, que una vez fue secretario y experimentado asesor de Bill Clinton, mientras la hija menor de la pareja, Sasha, termina el secundario.

Lockhart compró la casa hace dos años por 5,3 millones de dólares. Tiene torrecillas como las de los castillos, tres chimeneas, estacionamiento para 10 coches y vistas hacia el parque de Rock Creek, lo que la hace muy discreta y fácil de custodiar para el servicio secreto. Está a una distancia caminable de las tiendas, bares y restaurantes de Dupont Circle y Adams Morgan y, según el sitio Web Zillow, el alquiler mensual es de unos 22.000 dólares.

Un oasis urbano para presidentes

La elección no sorprende. En la lista de ex presidentes que vivieron en este oasis urbano, figuran Woodrow Wilson, William Howard Taft, Franklin Roosevelt, Warren Harding y Herbert Hoover; además del ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y del senador Edward Kennedy. Kalomara es también el barrio elegido por el príncipe Alberto de Mónaco para establecer la primera embajada de su principado en Estados Unidos.

A tan solo unos minutos de la puerta de los Obama se encuentra el Centro Islámico de Washington, una mezquita y centro cultural islámico. Según un empleado del lugar, que pidió no ser identificado, “todos los diplomáticos musulmanes vienen a rezar aquí los viernes”. Al enterarse de la llegada de Obama al vecindario, agregó: “¿Por qué no? Le damos la bienvenida a todos”.

Durante mucho tiempo, difamadores como el candidato republicano Donald Trump han intentado armar lío diciendo que Obama podría ser en realidad un musulmán nacido en Kenia. El presidente ha desestimado ese rumor, también con chistes: “Últimamente, me miro al espejo y debo admitir que ya no soy el joven y fornido socialista musulmán que solía ser”.

Tampoco es el jugador de baloncesto que solía ser: en la actualidad prefiere el golf. Pero si hubiera pasado por Kalorama este jueves, el presidente se habría encontrado con un partido de baloncesto a metros de su futura residencia. Entre los jugadores, Evan Ruchell, un universitario desempleado de 24 años: “Sería genial verlo jugar aquí, pero no creo que suceda”.

La hija mayor del matrimonio Obama, Malia, cumple 18 años en julio. Tras tomarse un año sabático, su destino es Harvard. ¿Se querrá quedar para estar con papá y mamá? Según Ruchell, “Adams Morgan es un lugar muy popular para la gente en edad universitaria”: “Hay un montón de buenos restaurantes y bares alternativos”.

Uno de esos bares-restaurantes de Adams Morgan es Soussi, en la calle Kalorama, administrado por una de sus propietarias, Sofia Grace (35). “Los viernes y los fines de semana esto es una locura; la gente viene por la vida nocturna; mis clientes son de lo más diverso en todo sentido”, contó Grace.

Otro de los tantos vecinos de la familia Obama será uno de los pocos embajadores en Washington abiertamente homosexual, Gérard Araud, de Francia. Se lo conoce por las fiestas de su espectacular residencia de estilo neo Tudor. Entre ellas, la juerga de Vanity Fair que se hace todo los años tras la cena anual del presidente con los corresponsales de la Casa Blanca.

No todos están contentos con la llegada de los Obama. Para el responsable de la residencia del embajador de la Unión Europa, Virgilio Reyes (53), es motivo de preocupación: “Estoy muy sorprendido. No es una buena elección, porque el vecindario va a estar lleno de seguridad cada vez que Obama entre y salga de la casa. Tendrá su propia seguridad privada”.

En Kalorama, la tasa de delitos es baja y los alquileres son altos. Según Mandy Mills, de la agencia inmobiliaria The Mandy & David Team, el valor promedio de una casa oscila entre 3 y 4 millones de dólares: “Kalorama es un destino muy atractivo”.

En opinión de Mills, “es uno de los vecindarios más chic que hay”: “La gente realmente ama Kalorama porque es hermoso y discreto pero, a la vez, tiene todo lo que un lugar céntrico puede ofrecer; hay como una atmósfera de tranquilidad y privacidad, pero también todas las ventajas de la ciudad”.

La elección de Kalorama tiene cierto parecido con la que tomaron Bill y Hillary Clinton para su vida después de la Casa Blanca. Ellos prefirieron Chappaqua (Nueva York), un lugar tranquilo y boscoso a una corta distancia de Manhattan, aunque el viaje de la familia Obama hasta el centro de Washington será mucho más corto.

Según el periódico The New York Times, la futura casa de Obama fue construida en 1928 por F. Moran McConihe, un promotor inmobiliario que trabajó en la Administración de Servicios Generales durante el mandato del presidente Eisenhower. Más tarde, compró la casa el capitán Charles Hamilton Maddox, veterano de las dos guerras mundiales y autor del primer equipo de radiotransmisión que se usó en un avión de la armada (1912).

El jueves por la tarde los vecinos paseaban a sus bebés en cochecito y sacaban a sus perros por las calles arboladas. Iris Miller, una estudiante de 19 años, tomaba el sol con sus amigos en el parque de Kalorama. “Estoy muy entusiasmada”, dijo sobre la posible llegada de los Obama. “Seguramente voy a parecer un poquito misteriosa cuando diga ‘Mis vecinos, los Obama’. De verdad espero que tengan protección, porque algunas personas los odian. Pero sí, estoy contenta de que se queden en Washington”.

Según la joven, el presidente y la primera dama han elegido con sabiduría. “Si me hubieran preguntado, definitivamente les hubiera dicho que vinieran aquí. No es demasiado aislado ni tampoco demasiado alocado”.

Traducción de Francisco de Zárate

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