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The Guardian en español

El polémico experimento de Burkina Faso contra la malaria: evitar genéticamente el nacimiento de mosquitos hembra

El parásito de la malaria "captura" un centenar de genes humanos

Hidde Boersma / Joost Bastmeijer

Son las seis y media de la mañana. Osman Balama, un niño de cinco años, y su madre llegan al hospital estatal de Bobo-Dioulasso, la segunda ciudad más grande de Burkina Faso. Osman se encuentra mal desde hace unos días y a su madre le preocupa que haya podido contraer la malaria. La sala de espera del centro médico está llena de madres y abuelas con niños pequeños en sus regazos; y todos tienen el mismo aspecto cansado que Osman.

“Ya ha empezado la temporada de lluvias”, explica Sami Palm, director del centro. “Con la llegada de las lluvias, hay más mosquitos. Estoy seguro de que prácticamente todos los niños que hoy están aquí tienen malaria”.

Dos líneas rojas en la tira del test de detección de malaria confirman que Osman ha contraído la enfermedad. “No necesita permanecer en el hospital, porque no está vomitando y no está extremadamente enfermo”, le indica Palm a la madre del pequeño. El niño regresa a su casa con medicamentos, ya que el Gobierno cubre el tratamiento de los niños menores de cinco años.

Cada año mueren unas 400.000 personas en todo el mundo a causa de la malaria. Siete países de África, entre ellos, Burkina Faso, concentran la mitad de estas muertes. A pesar de que desde el año 2000 se han hecho avances y se ha conseguido reducir el número de muertes, los casos de malaria han ido aumentando gradualmente.

“Cada vez tenemos más problemas con la resistencia del parásito, que sabe cómo contrarrestar los medicamentos, y de los mosquitos, que son cada vez menos sensibles a los insecticidas con los que rociamos las mosquiteras”, indica Palm. “Por otra parte, los programas de prevención no llegan a muchas áreas remotas”.

En Burkina Faso se está llevando a cabo un experimento radical con tecnología de genética dirigida. Los expertos desarrollarán mosquitos modificados genéticamente, que entrarán en contacto con el resto con el objetivo de terminar con los mosquitos que son portadores de esta enfermedad.

“Estamos desarrollando mosquitos que sólo pueden tener hijos. Esos hijos también sólo podrán tener hijos, lo que hará que la población de hembras, el único género que pica y trasmite la enfermedad, disminuya hasta extinguirse”, señala Moussa Namountougou, jefe de la unidad de cría de insectos del Instituto de Investigación y Ciencias de la Salud, situado a pocos kilómetros del hospital.

“Para ello, hemos añadido un poco de información genética de un moho de limo al ADN del mosquito. Ese pedacito extra contiene las instrucciones para acabar con los espermatozoides que podrían producir un mosquito hembra”.

Namountougou y su equipo van a recurrir a la genética dirigida para que la carga genética de los mosquitos se vaya diluyendo a medida que los mosquitos modificados genéticamente se apareen con los que no tienen la nueva información genética. “En tan solo unos años, este gen se propagará rápidamente en toda la población de mosquitos” afirma Namountougou. “Nunca se ha hecho un experimento de genética dirigida de esta envergadura en la naturaleza”.

Los mosquitos modificados genéticamente serán liberados en la aldea de Bana, cerca de Bobo-Dioulasso. El Gobierno dio luz verde a este experimento en junio. Bana, como muchas otras aldeas de la zona, se compone de chozas de barro que forman un círculo en torno a una plaza central. No tiene sistema de alcantarillado ni electricidad. Las tierras de la aldea están sembradas de nueces de karité y la cosecha acaba de comenzar.

“Tenemos dos grandes problemas: la contaminación del agua y la malaria”, indica Tchessira Sanou, el anciano de la aldea. “Antes iba al bosque y recogía palos y hojas de árboles y arbustos específicos para tratar los síntomas. Ahora el Gobierno nos proporciona mosquiteras y tenemos medicamentos, pero la enfermedad no ha desaparecido”, cuenta.

La enfermedad tiene un impacto sobre las vidas de la población incluso cuando no resulta mortal. “Si tú o tus hijos estáis enfermos, no podrás trabajar en el campo durante días. Puedes perder toda la cosecha y quedarte sin nada que comer”.

Durante los últimos siete años, la organización Target Malaria, que lidera este experimento, ha enviado a un grupo de actores a Bana para que puedan explicar de una forma comprensible y sencilla a los lugareños lo que los científicos se proponen hacer.

“Es importante que todos los lugareños puedan comprender lo que se hará”, puntualiza Lea Pare, de Target Malaria. “No todos los lugareños saben leer o escribir, así que estas representaciones son muy útiles. Necesitamos que lo entiendan o no apoyarán el proyecto”.

De hecho, más de cien lugareños ya han visitado la unidad de cría de insectos en Bobo-Dioulasso y han podido hacer preguntas a los científicos que trabajan en este experimento, que les han explicado como es el ciclo de vida de un mosquito.

Un proyecto polémico

La modificación genética genera polémica y la tecnología de genética dirigida va un paso más allá. La introducción de productos transgénicos “ordinarios” en la agricultura ha dado lugar a una resistencia generalizada. Varios países han prohibido la tecnología.

En Burkina Faso, son muchos los que tienen reservas. “Este tipo de experimentos nos convierte en marionetas de Occidente”, afirma Ali Tapsoba, director de Terre à Vie, una organización de la capital, Uagadugú. “Creemos que la modificación genética nunca es la solución. Siempre existe el riesgo de que los mosquitos muten y perdamos su rastro. Si se dan mejores condiciones higiénicas en nuestro país, el mosquito de la malaria desaparecerá de una manera más segura”, explica.

El mundo académico también tiene sus dudas. Recientemente, el entomólogo Willem Takken de Wagening se preguntó en el periódico Volkskrant si este experimento no podría dar lugar a que otro tipo de mosquito sustituyera al insecto exterminado.

Namantougou es consciente de que el trabajo que está haciendo no es suficiente para terminar con la malaria. “En Burkina Faso hay cuatro mosquitos que pueden ser portadores de malaria y tenemos que hacer frente a cada uno de ellos”. La instrucción genética tomada de los mohos del limo sólo funciona en este tipo de mosquito de la malaria, y no en otros. “Esos seguirán teniendo hijas”, reconoce.

Bart Knols, experto en mosquitos de la Radbouduniversiteit de Nijmegen (Países Bajos), dice que las mosquiteras son mucho más rentables. “Desarrollar mosquitos genéticamente modificados es costoso, mientras que una mosquitera no cuesta casi nada. Creo que es más efectivo invertir más dinero en distribuirlas”.

El año pasado, en el marco de un encuentro celebrado en la ONU, un grupo de unas 160 organizaciones sociales y medioambientales pidieron una moratoria al uso experimental del gen. Muchos países africanos votaron en contra de esta moratoria y la medida no se aprobó por un margen estrecho.

“A los que se oponen a la campaña genética se les debería exigir que vivan en Burkina Faso por un tiempo y vean qué conlleva tener malaria”, señala Pare. “Entonces podrán ver con sus propios ojos que necesitamos una solución urgente”.

Cuando anochece en Bana, llegan unos hombres cargados con mosquiteras y comienzan a zarandearlas por el aire. “Estos son mosquitos de prueba, que no han sido genéticamente dirigidos”, explica Namountougou. “Tienen una modificación que los hace estériles: no se forman huevos después del apareamiento”.

Se van a liberar con fines científicos. “Queremos saber, por ejemplo, a qué distancia viajan los mosquitos. También formamos a algunas personas para que puedan atraparlos y analizarlos”.

Una de las personas que debe atraparlos enciende una luz en su red y consigue atraer a más de diez mosquitos. Cuidadosamente, los hombres depositan las redes llenas en un congelador. Al día siguiente los mosquitos serán retirados uno por uno y transportados al laboratorio, donde Namountougou inspeccionará si están modificados o no.

El científico se muestra optimista ante las posibilidades que brinda esta tecnología: “El mosquito de la malaria no es el único mosquito que causa miseria. Con la genética dirigida también podríamos hacer desaparecer el dengue, el Zika y el virus chikungunya”.

El periódico holandés De Volkskrant publicó una versión más larga de este reportaje.De Volkskrant

Traducido por Emma Reverter

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