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El control de Guantánamo, punto irreconciliable entre Cuba y EEUU

Obama no planea visitar la base de Guantánamo durante su visita a Cuba

The Guardian

Jonathan Watts- Bahía de Guantánamo —

Lejos del jaleo de La Habana ante la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, un viejo Dodge traquetea hasta detenerse en lo alto de una colina que se eleva sobre la Bahía de Guantánamo, al extremo sureste de Cuba. Mientras el motor de 60 años se enfría, los ocupantes del coche deambulan para disfrutar de una panorámica del territorio cubano ocupado por EEUU.

“Esa línea amarilla que bordea la pendiente es el muro que separa la frontera”, dice un guía local. “También hay una barrera bajo el agua para detener a los barcos y a los buzos. Y ahí está la base. Es enorme”.

Un cúmulo de edificios grises se extiende por la planicie costera. Hay una atalaya en el horizonte. Un buque anclado. Pero, entre la calima caribeña del mediodía, es difícil adivinar la verdadera proporción de la base naval estadounidense.

Antes controlada por el imperio británico, Guantánamo es una de las instalaciones de ultramar más antiguas y enormes de los Estados Unidos; con dos aeropuertos, anclajes para 50 barcos de guerra, unos 1.400 edificios y más de 9.000 personas en plantilla.

También es uno de los principales obstáculos para la construcción de una relación pacífica entre Cuba y EEUU después de medio siglo después del inicio de la Guerra Fría. Pero esta disputa no es la única razón por la que el puesto fronterizo, situado al otro lado de la isla, no está en el itinerario de Obama cuando se convirtió en el primer presidente en visitar La Habana desde Calvin Coolidge.

Guantánamo representa un símbolo de poder estadounidense y debilidad presidencial. Además de ser un punto de escala para las misiones en Haiti y otros territorios, el Gobierno ha usado la base en varias ocasiones para los trámites con refugiados, inspecciones del VIH, pruebas militares y -lo más polémico- el interrogatorio de sospechosos terroristas.

A raíz de las últimas revelaciones de ejecuciones y torturas, Obama ha prometido en repetidas ocasiones que iba a cerrar el centro de detención Camp Delta, pero el Congreso ha truncado sus planes. Cuando el presidente llegó a La Habana el domingo, docenas de prisioneros permanecían en Gitmo.

Guantánamo, en alquiler indefinido

El conflicto territorial será uno de los puntos clave durante la cumbre de este lunes con el presidente de la República, Raúl Castro, que rechaza cualquier acercamiento con EEUU hasta que no devuelvan Guantánamo. La soberanía del territorio cubano no se discute, pero EEUU tiene un alquiler indefinido -el tratado se firmó por primera vez en 1903 y fue revisado en 1934- y no puede anularse sin el consentimiento de ambas partes. El gobierno de La Habana alega que este acuerdo es nulo porque fue firmado bajo coacción. Desde que Fidel Castro llegó al poder en 1959, Cuba se ha negado a cobrar el pago del alquiler de unos 4.000 dólares al año y, en su lugar, ha reclamado la devolución de la tierra.

Miembros de la Casa Blanca y el Secretario de Estado John Kerry han asegurado que cerrar la base militar y devolver el territorio no está en la agenda de EEUU. Algo que ha alimentado la especulación durante la campaña presidencial. Ted Cruz, candidato republicano de origen cubano, ha defendido que el traspaso de la instalación es inminente. Y el Congreso, controlado por una mayoría republicana, ha aprobado una simbólica moción para proteger la jurisdicción de los Estados Unidos.

Los residentes en la ciudad de Guantánamo, un extenso municipio situado en el lado cubano de la frontera, tienen sorprendentes sentimientos encontrados al respecto.

Un activo económico inútil para el pueblo cubano

Desde un punto de vista político, varias fuentes han expresado su deseo por que se respete la soberanía de Cuba. Pero hay muchos que anteponen las necesidades económicas de esta pobre región y prefieren que la base permanezca donde está, pero con las puertas abiertas a los trabajadores locales.

“Si abrimos una base cubana en la ciudad de Nueva York, ¿cómo se sentiría la gente?”, se pregunta Rodi Rodríguez, un empleado retirado de la base, que afirma odiar a EEUU, pero no a sus ciudadanos. Como trabajador del suministro de piezas que empezó con 18 años cobrando 25 pesos cubanos la hora, Rodríguez sabe hasta qué punto beneficia la base de Guantánamo a Cuba. Durante décadas, esta ciudad ha dependido de los empleos que generaba la marina estadounidense. Los trabajos en la base estaban bien cotizados y no se interrumpieron, ni siquiera durante los momentos álgidos de la Guerra Fría.

En plena crisis de los misiles en 1962, recuerda que atravesaba la frontera todos los días para llegar al trabajo, mientras EEUU amenazaba con utilizar armas nucleares para aniquilar su país. “Nunca paramos de trabajar. Me sentía mal pero mantenía mi boca cerrada”. Las autoridades cubanas les habían advertido de no hablar sobre el conflicto, ni dar cualquier excusa a los EEUU para iniciar las hostilidades.

Hasta 1962, varios miles de locales trabajaban en la base. Tan pronto como el conflicto se tensó, los puestos se redujeron de forma progresiva. El último trabajador se retiró hace dos años, y Guantánamo no ha conseguido una fuente de ingresos suficiente desde entonces.

La pensión de los antiguos trabajadores de la base es 50 veces más alta que la de los ex generales del ejército cubano, lo que no beneficia a la revolución. “Rodríguez puede vivir como un rey aquí”, dice con envidia uno de sus vecinos.

Una región condenada a la pobreza

Esta esquina de Cuba es el hogar de una de las comunidades más empobrecidas de Cuba. Muchas personas salen adelante con un presupuesto menor de 250 pesos (9 euros) al mes, que no sirve para mucho, especialmente ante la escasez de comida subvencionada por el Estado. “Tienes que hacer magia para llegar a fin de mes”, dice David Gonzales, cuya familia fue condenada a la pobreza cuando su padre, antiguo trabajador de la base, murió el año pasado.

“Dependíamos de la pensión estadounidense de papá. Sin ella, la vida se hace muy dura”, se lamenta. Gonzales, que pidió no publicar su verdadero nombre para evitar repercusiones, confía en que la situación mejore cuando se fortalezcan las alianzas con Estados Unidos.

“La visita de Obama es algo bueno. Debería ayudarnos a cambiar la situación, levantando el bloqueo y acabando con las amenazas de invasión. Me gustaría que Cuba recuperase la base también, para poder ver donde trabajaba mi padre. Al menos deberían abrirla a los trabajadores cubanos. Si EEUU lo hiciese, sería el primero en la cola para pedir un puesto. Haría cualquier cosa”.

Sin una salida posible

Otros han intentado medidas más desesperadas. Los muros que rodean la base -y otras defensas, como campos de minas- no sirven solo para disuadir a los ejércitos. También contienen a los cubanos de escapar por la frontera para solicitar asilo. Los residentes dicen que todavía se dan algunos casos al año, a pesar de que es extremadamente peligroso.

“Uno de mis tíos intentó cruzar a nado hace algunos años, pero murió con una mina flotante”, dice Antonio Ramírez, que ha pedido que no se incluya su nombre real. Él también planeó cruzar una vez, confiesa. “Un amigo y yo estuvimos entrenando durante seis meses para nadar largas distancias y conseguir salir, pero tiramos la toalla en cuanto vimos los peligros. Hay muchas minas y los guardias te pueden disparar”.

En cambio, su mejor esperanza de cambio reside en que Obama se involucre en la economía cubana por otros medios. Pero admite que no parece que vaya a ocurrir a corto plazo. “Sería estupendo si pudiésemos recuperar la base y usarla para desarrollar esta región. Pero ahora no hay progreso económico, así que probablemente caerá en desuso, como otro territorio”, se resigna. “No es imposible que Obama propicie el cambio, pero es muy difícil”.

Traducido por: Mónica Zas

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