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The Guardian en español

“Cuando volvimos a casa a comer, habían matado a nuestros padres”

Hay miles de niños sin madre ni padre a casusa del conflicto

Samuel Okiror

Samuel Okiror (Uganda) —

Nadal y sus cuatro hermanos fueron a la escuela como siempre aquel día soleado, hacia finales del verano. Cuando regresaron a casa, se encontraron con una matanza. “Cuando regresamos a casa a comer, vimos que la habían bombardeado y nuestros padres estaban muertos. Tiraron una bomba a nuestra casa y mataron a mi padre y a mi madre”, explica Nadal, de 16 años.

“Dejamos a nuestros padres en un charco de sangre. Corrimos y caminamos durante tres semanas, desde Juba hasta Lanya. Dormíamos en el bosque y no teníamos comida. Los buenos samaritanos nos daban algo de comer y pudimos sobrevivir”.

Nadal, sus tres hermanas -Rachael, de 14 años, Talia, de 12 y Lamya, de 19- y su hermano Isaac, de 8 años, están ahora bajo el cuidado de otra familia en el campo de refugiados Imvepi, en el norte de Uganda. Aquí hay medio millón de niños sin madre ni padre.

“Echo mucho de menos a mis padres”, dice Nadal. “Pero no puedo hacer nada. Quiero poder educarme en Uganda y luego volver a Sudán del Sur, para hacer el mismo trabajo que hacía mi padre. Él era un médico fenomenal”.

Uganda está intentando hacerle frente a la impactante cantidad de niños que cruzan solos la frontera desde Sudán del Sur huyendo de la violencia. Son niños que han perdido o han sido separados de sus padres desde que en julio del año pasado se reanudó la guerra entre las tropas leales al presidente del país, Salva Kiir, y su antiguo vicepresidente, Riek Machar.

La mayoría de estos niños han presenciado espantosos actos de violencia y son vulnerables a la explotación y el abuso, tanto durante el viaje como en los campos de refugiados de Uganda. Las agencias que trabajan en la zona aseguran que un promedio de 100 niños al día, el 60% del casi un millón de refugiados de Sudán del Sur, están cruzando hacia Uganda, que ahora recibe más refugiados que cualquier otro país africano.

“Uganda está experimentando la crisis de refugiados en mayor crecimiento en todo el mundo. Muchos niños han perdido a uno de sus padres o a los dos, por culpa de la violencia sin sentido que domina Sudán del Sur”, afirma Charlie Yaxley, portavoz de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Yaxley asegura que la guerra está generando una “emergencia infantil”.

Amalia, de 14 años, oriunda de Yei, en Ecuatoria Oriental, dice: “Vimos cosas terribles viniendo hacia aquí. Me daba terror que me mataran. No puedo olvidar cómo las personas armadas atacaban y mataban a la gente que viajaba hacia aquí”.

“Las cosas son muy difíciles para mí. No tengo nadie que me cuide. Perdí a mis padres”. Amalia no sabe si su tía, que también huyó, está viva o muerta. “Cuando se desató la guerra, huimos en direcciones diferentes”, dice. “Aquí no tenemos nada. A veces comemos una sola vez al día.” Amalia hace algunos trabajos para la familia que la acogió, para que puedan alimentarla.

Judy Moore, directora de World Vision en Uganda, dice que las dificultades a las que se enfrentan estos niños son enormes. “Oímos historias de padres asesinados por las fuerzas de la oposición. Algunos niños de sólo 10 años fueron violados. Quedan muy traumatizados. No deberían ver ni experimentar nada de lo que están viendo y experimentando”.

“Estos niños necesitan ayuda psicológica, comida, ayuda y estabilidad. Tienen que adaptarse y aprender otro idioma, otra cultura. Han perdido a todos sus amigos y su familia, así que incluso socializar se ha vuelto algo difícil para ellos. Lo único que piensan es en cómo conseguir comida, en dónde van a vivir”.

Esta semana, la ONG está intentando hacer visible este drama infantil a través de la campaña #BearsOnStairs (“osos en las escaleras”). El jueves se colocarán 700 ositos en las escaleras de la catedral de San Pablo de Londres, representando la cantidad de niños que llegan a Uganda cada semana.

Se busca la reunificación familiar

Además de proveer asistencia médica y psicológica a los niños, ACNUR y sus socios los ubican con padres de acogida en campos de refugiados. World Vision ha ayudado a unos mil niños a encontrar a sus familiares y tiene espacios infantiles en distintos lugares de Uganda para que jueguen y tengan atención psicológica.

“El sueño de un niño que ha quedado solo es reencontrarse con miembros de su familia. Creemos que la reunificación familiar es la mejor opción para estos niños”, asegura Robert Baryamwesiga, director del campo Bidi Bidi. “Deberíamos estar proveyendo casas, un techo y elementos básicos a las familias de acogida, pero no podemos darles eso por falta de recursos. Esto es un problema”.

La petición de presupuesto de la ONU para ayudar a los refugiados de Sudán del Sur sólo se ha cubierto en un 20%. “La respuesta a los refugiados se ha visto afectada gravemente y de forma crónica por la falta de recursos económicos”, explica Yaxley.

“No hay suficientes trabajadores sociales, así que un sólo trabajador social ahora es responsable de 70 niños refugiados. No hay suficientes espacios infantiles, así que muchos niños no están teniendo los cuidados que necesitan para enfrentarse a los traumas psicológicos”.

A muchos niños sólo les quedan sus sueños. “Estoy estudiando en una clase abarrotada”, dice Amalia. “Pero estoy decidida a ir a la universidad y convertirme en abogada para ayudar a la comunidad a combatir las injusticias y hacer que la justicia escuche a los oprimidos”.

Traducido por Lucía Badulcci

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