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África: Asegurar la alimentación para frenar la pandemia

Imagen de archivo de la epidemia de Ébola en Nigeria.

Juan Echanove

Director General de Agricultura Seguridad Alimentaria y Nutrición CARE Internacional —

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Aunque las cifras puedan parecer aún bajas, el número de casos de Covid-19 confirmados está ya aumentando exponencialmente en África subsahariana, así como el número de fallecimientos, y parece bastante evidente que los datos oficiales sólo reflejan una pequeña parte de la realidad.

Desgraciadamente, la evidencia actual no respalda la hipótesis de que el coronavirus se propaga más lentamente en países con climas tropicales. Es probable que la propagación en África sea similar a la que vemos ahora en Europa.

En principio, la tasa de mortalidad de la pandemia en África debería ser significativamente menor, debido a su joven población. Sin embargo, los altos niveles de VIH y malaria endémica pueden agravar la situación notablemente. Por otra parte, los países africanos tienen capacidades muy limitadas para hacer frente a los casos graves. Uganda cuenta solo con 55 UCIs y tan solo 13 enfermeras en todo el país capacitadas en cuidados críticos, y no es ni mucho menos uno de los países en peor situación. En tal contexto, la tasa de mortalidad en África podría ser mucho mayor que en Europa. Los países africanos, desgraciadamente, no van a sufrir una versión “leve” de la pandemia. Más bien todo lo contrario.

Si se aplican estrictas medidas de distancia social, África podría, al igual que en el caso de Europa o China, reducir notablemente el número de casos que requieren atención médica intensiva y hospitalización, ayudando a evitar el colapso de sus ya de por sí extremadamente precarios sistemas de salud.

Con cadenas de suministro modernas y gobiernos capaces de garantizar ingresos básicos, países como China, Italia o España han podido imponer la cuarentena domiciliaria durante varias semanas. Pero en África, para la mayoría de las personas, no poder salir a trabajar cada día significa pasar hambre.

Desde finales de marzo de 2020, muchos países del África subsahariana han comenzado a imponer bloqueos y normas de distanciamiento social, a menudo de manera muy desordenada, y sin tener en cuenta la necesidad de garantizar la manutención de la población. En la República Democrática del Congo, un bloqueo de tres semanas impuesto en Kinshasa tuvo que posponerse por temor a la especulación de precios de los productos básicos. En Kenia, el uso excesivo de la fuerza para hacer cumplir el toque de queda destinado a combatir la propagación del virus resultó en disparos y muertes. Situaciones similares se han producido también en Sudáfrica, Uganda, Zimbabue y varios otros países.

Sin embargo, existen alternativas que pueden hacer compatible la necesidad del confinamiento de la población con la necesidad de que África siga produciendo alimentos, y la gente pueda consumirlos.

El uso de las llamadas cuarentenas comunitarias, sobre todo en zonas rurales, como alternativa a la cuarentena domiciliaria, demostró ser muy útil para frenar el brote de ébola de 2014 en Sierra Leona.En la cuarentena comunitaria. las restricciones de movimiento se aplican a los desplazamientos fuera de la localidad, que quedan limitados a casos de emergencia, en tanto que se permite a la población continuar accediendo a sus campos de cultivo y mantener las actividades agrícolas.

Dado que la mayoría de las comunidades rurales en África subsahariana se dedican a la agricultura, la cuarentena comunitaria permite preservar la seguridad alimentaria básica. Más del 80% de los alimentos en África se producen en pequeñas explotaciones agrícolas, por lo que garantizar que los agricultores puedan seguir produciendo durante las semanas de cuarentena también será de vital importancia para la seguridad alimentaria durante la fase de recuperación.

La cuarentena comunitaria no es una solución perfecta, pero es un modelo realista para frenar la expansión de la pandemia en zonas rurales, mientras se preservan los derechos básicos de la gente y se evita el impacto mucho mayor en la seguridad alimentaria de la población que puede tener el confinamiento de hogares.

No obstante, para que la cuarentena comunitaria funcione es esencial proveer por adelantado a los agricultores de los medios que requieren para continuar produciendo durante el periodo de confinamiento (semillas, fertilizantes, etc). Los gobiernos africanos no pueden afrontar ese gasto en la escala que se haría necesario. La ayuda internacional es esencial.

En el caso de las áreas urbanas y los barrios marginales muy poblados, el confinamiento en los hogares tampoco resultará sostenible a menos que las necesidades básicas de los pobres queden cubiertas durante la cuarentena. Los pobres carecen de ahorros y dependen de sus ingresos diarios para sobrevivir. La única forma factible de asegurarse de que puedan permanecer en casa durante un número determinado de semanas es proporcionarles acceso a sus necesidades básicas durante ese período.

La mayoría de los países africanos carecen de redes de asistencia social que puedan cubrir esas necesidades, así que la ayuda debería canalizarse mediante pagos en efectivo o cupones de ayuda canjeables en los comercios, o incluso mediante la distribución ayuda alimentaria a los hogares. Tales acciones también requerirán, además de una voluntad política decisiva, de una financiación con la que los países de la región no cuentan.

Es esencial la inmediata movilización global de recursos financieros en apoyo a África ahora, incluyendo medidas de condonación de deuda, para garantizar que los gobiernos de la región cuenten con el margen fiscal necesario para alimentar a su población urbana de bajos recursos durante la pandemia, y para apoyar a que la población rural siga produciendo alimentos.

Probablemente todavía haya una oportunidad de algunas semanas para contener Covid-19 en África Subsahariana. Pero a menos que se tomen decisiones firmes de inmediato para garantizar la seguridad alimentaria de los pobres, seguirá siendo imposible implementar cuarentenas y se perderán millones de vidas.

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