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Fiestas sin maltrato animal

Juan López de Uralde / Carmen Ibarlucea

El segundo martes de septiembre la polémica sobre los festejos taurinos se aviva con el Torneo del Toro de la Vega en Tordesillas (que en esta ocasión se ha llamado de la Peña por los cambios legales introducidos ). Pocos festejos han generado tanto rechazo  como la persecución, acoso, agresión, y lanceamiento del Toro de la Vega. Hoy las tornas han cambiado: este año por primera vez no se lanceará al toro por la prohibición de la Junta de Castilla y León. Esta decisión que ha alegrado a muchas, muchísimas personas,  también ha generado airadas protestas en el pueblo, pero cuenta con la aprobación general de la opinión pública en todo el mundo al ser un paso en la dirección correcta.

Precisamente ha sido el rechazo generalizado lo que ha llevado finalmente a la Junta de Castilla y León a terminar con la parte más sangrienta del  espectáculo. Ha sido clave para ello el incansable trabajo de quienes defienden los derechos de los animales, que han sabido mantener la protesta con tesón y constancia, sin perder nunca la esperanza a pesar de la siempre agresiva reacción contra ellos en el pueblo de Tordesillas.

Los más recalcitrantes siguen, sin embargo, queriendo eludir la prohibición de maltratar y matar al toro. De hecho el propio Patronato del Toro de la Vega ha publicado un escrito en el que anima a desobedecer el reglamento de la Junta y repetir la “hazaña” de acabar con el animal. Esperemos que las administraciones eviten que este llamamiento sea efectivo, y que se cumpla lo reglamentado. Muchos ojos van a ser testigos de lo que ocurra, y nuevamente la amenaza pende sobre quienes se oponen al sangriento espectáculo. Este año quizás más que nunca, ya que la prohibición ha generado la airada reacción contra ellos de los defensores del festejo.

Se equivoca el alcalde de Tordesillas, y sus concejales (con la destacada excepción, hay que decirlo de la concejal de Toma la Palabra) en seguir tratando de revertir la situación. Se acabó, señor alcalde. Y nunca más volverá a repetirse el triste espectáculo del lanceamiento y muerte del toro. Mejor que lo asuman, porque somos muchos más los que deseamos que no haya marcha atrás en esta medida.

Por más que sea una buena noticia, la prohibición del Toro de la Vega  –sin duda uno de los espectáculos más sangrientos y crueles– es una gota de agua en un océano de fiestas y festejos que se sirven del sufrimiento  animal para el divertimento humano en miles de municipios españoles. Cerca de 5.000 corridas de toros y otro tipo de festejos taurinos se siguen celebrando cada año en España y la mayoría de ellos durante los meses estivales. Una cifra que pone de manifiesto hasta qué punto las fiestas populares en España siguen de una manera u otra basándose en el sufrimiento animal.

Incluso se utilizan animales de menos de dos años –becerros– en decenas de pueblos en las denominadas becerradas.  Desde nuestro punto de vista se trata de una situación intolerable, bien entrados como estamos en el siglo XXI. Y lo que es más grave: las cifras no bajan, sino que se mantienen, debido a las subvenciones. El dinero público sostiene a una tupida red de empresas que acumulan deudas con Hacienda y con la Seguridad Social.

Queda mucho por hacer para erradicar esta práctica todavía tan extendida de utilizar el sufrimiento y el maltrato a los animales para la diversión de unos pocos en los festejos populares. Crecen sin embargo los municipios, casi siempre impulsados por los partidos del cambio, donde se va marcando el camino en la búsqueda de formas de celebrar la vida, sin dañar a nadie. Ese es el camino, pero necesitan también que se levanten y alcen su voz aquellos vecinos que no ven con simpatía estos festejos con animales en sus pueblos. Sin el apoyo de la gente a estos festejos,  se acabarán. ¡Se trata solo de ponerse a ello!

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