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Mojarse en política es de valientes

Dina Bousselham

Dina Bousselham

Politóloga y Responsable de Feminismos en Podemos Comunidad de Madrid —
  • Son muchas las voces de alegría que han ido acompañando estos días la noticia, pero también hay voces (véase el artículo de Albert Noguera) que alertan de que este acuerdo será una catástrofe para la izquierda. Y es a estos últimos a los que quiero dirigirme en este artículo

“...chi vive veramente non può non essere cittadino, e parteggiare.

Indifferenza è abulia, è parassitismo, è vigliaccheria, non è vita.

Perciò odio gli indifferenti“

Decía Gramsci que vivir quiere decir tomar partido, y en los tiempos que corren la política se ha ido convirtiendo en los últimos años en el arte de esperar que todo pase. Lo vimos con Rajoy y su corrupción, lo vimos también con la primera versión de un Pedro Sánchez que estuvo esperando a ver si conseguía gobernar en solitario sin mover ficha (salvo cuando acordó el famoso abrazo con Rivera, que de poco les sirvió a unos y a otros).

Y después de mucho esperar, y de varias elecciones entre espera y espera, a ver si salía el resultado que querían los que mandan sin presentarse a las elecciones, finalmente esta pasada semana se ha materializado un preacuerdo que mucha gente estaba esperando y que tanto ha costado, sobre todo por toda la campaña en contra de estos años: PSOE y Unidas Podemos acuerdan un gobierno de coalición.

Como decía, son muchas las voces de alegría que han ido acompañando estos días la noticia, pero también hay voces (véase el artículo de Albert Noguera) que alertan de que este acuerdo será una catástrofe para la izquierda. Y es a estos últimos a los que quiero dirigirme en este artículo.

Hacer política sin deberle dinero a nadie no es tarea fácil. Hacer política con todo el régimen en contra, mucho menos. No hace falta que os recuerde hasta dónde estuvieron dispuestos algunos dentro de las Cloacas para impedir precisamente que Unidas Podemos entre a formar parte de un gobierno. Algunas hemos sufrido en nuestras propias carnes mentiras, difamaciones, insultos e incluso actividades delictivas impulsadas por quienes veían en nuestra organización una amenaza a sus privilegios, a los privilegiados de siempre.

Una especie de marionetas de quienes mueven los hilos en los consejos de administración. Sin embargo, estos años, con aciertos y errores, con disputas internas, que también las hubo (Más País es fruto de ello), y sobre todo con audacia y perseverancia, manteniéndonos siempre firmes en nuestras ideas, hemos podido alcanzar el objetivo de formar parte del Consejo de Ministros. No se trataba de un capricho, entrar en un gobierno con competencias es la única manera de poder cambiar las cosas en este país. Si no fuera así, la oligarquía no se esforzaría tanto en lograr imponer a sus candidatos y su programa, algunas veces fieles siervos de quienes mandan en el IBEX 35 y en los consejos de administración.

Y yo me pregunto: ¿Cómo subir el SMI? ¿Cómo acabar con los desahucios? ¿Cómo regulamos los precios abusivos del alquiler? ¿Cómo implementar políticas feministas que garanticen la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Cómo poner en marcha escuelas infantiles gratuitas de 0-3 años? ¿Cómo garantizamos permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles? ¿Cómo acabamos con las violaciones de derechos humanos en nuestra frontera Sur? ¿Cómo protegemos al autónomo o al pequeño empresario obligando a las grandes fortunas a pagar impuestos? Remangándose la camisa y mojándose en política.

Es evidente que habrá muchos límites y, sobre todo, muchas contradicciones. Ya lo decía uno hace mucho, la política es cabalgar contradicciones. El PSOE es un partido del régimen que un día se acuesta progresista y otro día amanece pactando el articulo 135 de la Constitución. Pero allí nos tendrán en frente, garantizando que las políticas que el gobierno impulse sean verdaderamente a favor de la mayoría social, y no de unos pocos.

¿Ante una nueva crisis hay amenaza de nuevos recortes por parte de Europa? También es evidente que la UE jugará su papel y presionará para que haya recortes a los de abajo. Y de nuevo nos tendrán en frente. España, con todo los respetos no es Grecia. Es la cuarta economía europea. Y, como todos sabemos, la correlación de fuerzas en política es muy importante. Trabajaremos para que los recortes se hagan a las grandes fortunas, a los evasores fiscales, a quienes llevan mucho tiempo en nuestro país viviendo a costa del sacrificio de la gente humilde. Mientras la banca triplicaba sus beneficios como consecuencia de la crisis económica, muchas familias no conseguían llegar a fin de mes. Esta vez no. Y mucho menos teniendo a una extrema derecha fascista envalentonada capaz de llevarnos a la peor época de este país, quitándonos derechos y libertades.

Hay quien dice también que debemos resignarnos a no poder llevar a cabo nuestro programa económico si no conseguimos cambiar la estructura de lo político, lo que exige tumbar al régimen primero y aplicar un proceso constituyente. Es evidente que España necesita grandes reformas estructurales, así como un segundo impulso de modernización. Y nunca hemos dicho que vayamos a renunciar a nuestro proyecto que, por cierto, tiene que ver con el reconocimiento de un país plurinacional, que va más allá del reconocimiento sólo de las naciones históricas (catalana, vasca, etc) sino también de reconocer a todos ciudadanos que están siendo desprotegidos e invisibilizados, que han venido de muchas partes del mundo y que cada día construyen también este país: ecuatorianos, senegaleses, marroquíes, bolivianos, rumanos... Queremos un país que no deje a nadie atrás. No pensamos renunciar a nuestras ideas.

Pero por algo hay que empezar. Asaltar los cielos con perseverancia es la tarea que nos hemos encomendado. Atendamos primero con urgencia todos los problemas de emergencia social, y construyamos en este gobierno de coalición los cimientos, unas bases fuertes para conseguir gobernar con absoluta independencia y en solitario en la próxima legislatura. Es la única manera de poder poner en marcha un proceso constituyente que consiga hacer de este país un proyecto más democrático. Porque cambiar España no es utopía sino justicia.

Empecemos por mojarnos.

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