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Obsolencencia programada o el papel cero en la Administración de Justicia

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Alvaro García Ortiz

Presidente de la Unión Progresista de Fiscales —

Imagine que va usted a una tienda de electrodomésticos a comprar un televisor, y el vendedor, ufano, le muestra un aparato catódico de 25 pulgadas, estéreo, y con la última pantalla antirreflejos, con dos entradas de antena y preparado para todas las novedades del futuro. Usted naturalmente no lo compraría, pensaría que en la época de las tres dimensiones, los televisores panelables con conexiones inalámbricas y calidades de imagen increíbles, nadie le va a comprar en esta tienda y a este vendedor un televisor que nace ya desfasado (unos quinquenios) y sin posibilidades, ninguna, de adaptarse al futuro ¿Nadie? Estaría usted equivocado, eso es que no conoce la Administración de Justicia, allí podría colocar usted todo el stock del mercado. Así, mientras en su casa puede gozar de todas las maravillas tecnológicas, en su trabajo, vuelve a trabajar casi con un Spectrum y a ordenar de manera manual todos sus archivos o carpetas.

Pero no proteste, si lo hace le acusarán de no querer incorporar la informática a su trabajo, de ser corporativo y de retrasar el progreso ¿Qué progreso?.

Ahora, la excusa, el eslogan del papel cero, ha colocado a todos los operadores jurídicos al borde de la histeria. A todos. La buena intención de incorporar la Justica a la era digital ha chocado con la ineficacia y mala gestión, la ignorancia y la propaganda política.

LEXNET es una forma de comunicación telemática entre los juzgados y los operadores jurídicos, los intervinientes en el proceso, y debe garantizar algo tan básico en las relaciones jurídico-procesales como es el efectivo conocimiento, la comunicación entre las partes. Este loable propósito, este razonable plan, ha sido ejecutado de manera desastrosa.

La lista de agraviados es tan interminable como los desplegables anacrónicos de la propia aplicación y es imposible de acotar sin los metabuscadores de los que carece el sistema. De entre todos los paganos de este experimento puesto en marcha antes de haber sido contrastado, a mí me corresponde hablar de la comunicación por LEXNET entre los juzgados y los fiscales, con las oficinas de Fiscalía.

La plataforma, además de problemas técnicos, de mero funcionamiento informático, nace mal concebida. Desde su inicio no es mas que un correo electrónico entre el juzgado y las partes. Desde fuera y para un profano parece razonable, un correo y así de fácil, todos notificados.

En el caso de la Fiscalía, cualquiera que lo haya visto o trabajado con él se da cuenta que el sistema no funciona, y no podrá funcionar nunca, por la sencilla razón de que a quien lo ideó se le olvidó que la Fiscalía no es un despacho de abogados con muchos letrados, sino una oficina paralela a la judicial que recibe masivamente todas las notificaciones.

Imagínense, su correo electrónico electrónico colapsado a diario al recibir desordenadamente miles y miles de correos cada mañana, eso es LEXNET para las fiscalías. Pero dirán ustedes, se les habrá ocurrido un sistema para que esos correos entren de manera clasificada, ordenada, para poder gestionarlos, que esté automatizado el proceso de asignación o de priorización de dichos correos, que el recorrido, el flujo de cada correo fuera predirigido a un destino para ser gestionado por quien tiene que utilizarlo. Pues no, quien diseño la herramienta lo hizo para su uso con operadores individuales, y no pensó, no razonó un envío masivo de datos, procedente de muchos juzgados a una oficina única de recepción. Un embudo invertido hacia una Fiscalía. Un pequeño olvido.

Cuando se trabaja de verdad en este entorno, uno se da cuenta de que no hay mas camino ni mas futuro que la integración de la propia Fiscalía en la misma plataforma y en el mismo sistema que el juzgado, con el que se comparte a menudo espacio, edificio y funcionarios. Solo integrando la gestión documental de las dos oficinas, ambas al mismo servicio público de la justicia, se consigue a la vez ser eficiente y consecuente con la propia esencia de la intervención del fiscal en los procedimientos.

Esto que digo es básico, tan básico que es imposible que quien ha diseñado el sistema no se de cuenta. Por eso es tan extraño este viaje, que sabemos que nos lleva a ninguna parte, a ninguna, solamente a gestionar de manera manual envíos masivos de información y documentación abandonados a nuestro propio sistema de recepción y clasificación, volviendo a la informática casera de los años ochenta.

Si sabemos que ahora no funciona, si sabemos que no es el futuro y que no va a funcionar nunca ¿Por qué estamos tirando el dinero del contribuyente y colapsando la justicia? Usted nunca compraría ahora un televisor analógico, nosotros tampoco, señor ministro.

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