Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La Unión Europea olvida su pasado

Vicente Montávez

Secretario de política Internacional del PSOE-Madrid —

“Don't come to Europe” o “No vengáis a Europa”. Esta frase, pronunciada el pasado 4 de diciembre por el Presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, se suma a las actuaciones de algunos gobiernos como el danés -que ha puesto anuncios intimidatorios en la prensa libanesa y anunciado que “confiscará” los ahorros a los refugiados- y también al acuerdo preliminar al que han llegado la Unión Europea y Turquía para la crisis de refugiados. El resultado está siendo un duro golpe a la idea original del proyecto europeo.

Naciones Unidas ha tenido que recordar que “la expulsión colectiva de extranjeros está prohibida bajo la Convención Europea de Derechos Humanos” y que “un acuerdo que sea equivalente a un retorno en bloque de todos los individuos de un país a un tercer país no es acorde a la legislación europea, ni acorde a la legislación internacional”.

Con esta postura la UE no solamente está incumpliendo su propia legislación comunitaria, algo ya de por sí tremendamente grave; sino que está pecando de desmemoria con su historia y hace un flaco favor a los ideales con los que se le identifica en el mundo.

A su historia porque olvida que durante el siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, Europa fue el escenario de una emigración masiva. Por falta de trabajo y por la miseria en que vivían,  millones de habitantes  de los países que hoy conforman la UE partieron a otros continentes, especialmente a América.

Entre 1860 y 1920 llegaron a EEUU 6 millones de alemanes, 4,75 millones de irlandeses, 4,5 millones de italianos, 4,2 millones de ingleses, galeses y escoceses, y 2,3 millones de escandinavos.

A comienzos del siglo XX Nueva York albergaba la tercera comunidad germanófona a nivel mundial tras Berlín y Viena. 

En ese mismo periodo, a Argentina llegaron 6,5 millones de refugiados (mayoritariamente italianos y españoles), a Uruguay 1 millón, a Brasil 5 millones y a Australia otros 5 millones.

Todos estos europeos fueron emigrantes económicos, eran “desnudos errantes del mundo” que diría León Felipe, tal como hoy son “desnudos errantes del mundo” los que están llamando a las puertas de Europa.

Teniendo como única respuesta ante esta crisis multiplicar, sofisticar y ahora también externalizar en Turquía los mecanismos de control, la UE está enviando un mensaje equivocado al mundo. Numerosas investigaciones han demostrado que las medidas de control y restricciones no modifican las motivaciones de los individuos que van a migrar cuando su esperanza de vida puede aumentar en 10 años o sus ingresos multiplicarse.

Los padres fundadores de la UE defendían y promovían que para garantizar la paz en el siglo XX las naciones tenían que dejar atrás la idea de Estado-nación y mirar más lejos; hoy el lugar más lejano al que miran estas propuestas es a los sondeos electorales.

El 10 de diciembre de 2012, en el discurso de aceptación del premio Nobel de la Paz concedido a la Unión Europea, José Manuel Durao Barroso, a la sazón presidente de la Comisión Europea, definía así el proyecto europeo: “la UE puede ser, y de hecho es, una poderosa fuente de inspiración para muchas personas en todo el mundo. Porque la dimensión de los retos a los que nos enfrentamos puede variar de unas regiones a otras, pero no así su naturaleza. Compartimos el mismo planeta. La pobreza, la delincuencia organizada, el terrorismo, el cambio climático son problemas que no entienden de fronteras nacionales” o “la piedra angular de nuestro enfoque multilateral de la globalización: una globalización basada en los principios hermanos de la solidaridad y la responsabilidad mundiales”.

El “Don´t come to Europe” es también un duro golpe a la política exterior de la UE, basada tradicionalmente en el concepto de soft power o poder blando, que identificaba a la UE con los derechos humanos, la ayuda humanitaria y la seguridad a través de la cooperación.

En definitiva, la Europa de los brillantes momentos  como: el de Willy Brandt arrodillándose en Varsovia, Walesa y los estibadores de Gdansk manifestándose en los puertos de sus astilleros en 1970, Mitterrand y Kohl dándose la mano  en el acto en homenaje a los muertos en la Primera Guerra Mundial en 1984 o el de los 2 millones de personas formando una cadena humana entre Tallín, Riga y Vilnaen 1989 está viendo cómo quienes ahora la gobiernan, olvidan su historia; poniendo en peligro el verdadero sentido del proyecto europeo y con ello, su futuro.

Etiquetas
stats