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Vigilados

Hombre frente a ordenadores en Hamburgo, Alemania, en 2011

Ramón Reig

I. Desde mi experiencia, con perdón

Cámaras en la calle, rejas en los parques, cristales antibalas en los bancos. Conocí una España en la que no había nada de esto, una España falsa, dominada por un militar fascista, es decir, cobarde, porque el fascismo es cobarde, capta a la gente con unas pocas ideas emocionales que la liberan de su miedo y la aíslan de la Historia. Confieso que, sobre todo por razones de edad y hartazgo, me acuerdo de aquella España de orden impuesto, la que retrata la serie Cuéntame cómo pasó, pero mi nostalgia también es cobardía y la desecho o me la quedo sólo para mí y no aceptaría a otro Franco, sólo recuerdo aquellos días en que era feliz en el barrio de San Vicente de Sevilla y mis padres vivían los dos, pero jamás apoyaré ni votaré a un partido fascista por más que me apetezca un orden en la sociedad y por más que comprenda que mucha gente se deje seducir por el fascismo ante el caos actual y la inutilidad esencial casi absoluta de la izquierda.

El fascismo es pan para hoy y hambre para mañana, los problemas de corrupción y de separatismos proceden del fascismo que es muy valiente con seres indefensos pero que en la evolución de la Historia es un freno al desarrollo del humano, un desarrollo bárbaro y hostil de unos contra otros, sí, una Semana Santa de Sevilla con cámaras y otras medidas de seguridad por todas partes es el humano en su realidad pura y tal vez el principio del fin de la Semana Santa, un evento apto para todos los públicos que el humano va destrozando poco a poco y con ello renuncia a sus raíces, al arte y a la estética, algo que provoca miedo y el miedo trae fascismo.

Mi padre me llevó de la mano a la que fuera Caja de Ahorros San Fernando para abrirme mi primera cartilla de ahorros y hablarme de lo importante que era ahorrar para el futuro. Una oficina en el barrio sevillano de San Lorenzo con un simple mostrador y unos empleados amables y bromistas, nada de cristales antibalas ni de aislamiento entre clientes y trabajadores. En la Feria de Sevilla del Prado de San Sebastián, cuando de joven nos pasábamos con el fino La Guita, nos íbamos al parque de María Luisa a tirarnos en la yerba y mojarnos la cabeza. No había barrotes en los parques. Conocí a un cántabro que combatió con Franco y cuando vio que le enrejaban el Sardinero me dijo que él no era un animal y no fue más a ver a su equipo. Todo lo que está ocurriendo tiene un culpable: el capitalismo salvaje que estimula la rabia que llevamos dentro. Pero, por lo visto, no hay remedio, estamos conducidos por enfermos y otros enfermos mercantilistas esperan para sustituirlos.

II. Internet

¿Que nos vigila Internet? Claro. Si yo fuera parte del Poder también vigilaría a mis ciudadanos para que hicieran y pensaran lo que yo quisiera y así asegurarme mis negocios y mi continuidad como poder. El que no se cuestiona nada no mueve el orden que el Poder ha impuesto -democráticamente, por supuesto- y se limita a consumir de todo, desde unos zapatos hasta progresismo. La democracia es como un safari park, los animales son libres pero no lo son. Y el Poder es el Poder sea mercado o socialismo revolucionario que deba defender al Estado. Porque “la vida no es noble, ni buena, ni sagrada” (García Lorca). Pero se debe intentar que lo sea.

El Poder mercantil te entrega un medio de comunicación de izquierdas y otro de derechas, ya apenas eres un peligro para él, estás demasiado confundido y con la memoria histórica universal borrada de tu mente o acaso ni la hayas estudiado, tú te manifiestas en su contra y él te ofrece deseos de cambiar y así sucesivamente pero luego tú te vas a Internet, a las redes sociales que son redes particulares socializadas y ahí puedes hacer de ciberactivista, un neo-revolucionario de salón en la cultura digital. Desde un sofá estimulas la subversión. ¡Qué guay! Ya has cumplido, o te haces vegetariano, vegano, solidario, ya está, es como las limosnas que se le dan a las religiones, un euro y hasta luego, Lucas. Estás desactivado, eres el gregarismo individualista, aún quedan los viejos exigiendo pensiones dignas pero, ¿tal vez sean los últimos en protestar con conciencia de lo que hacen? En Estados Unidos tienen problemas de derechos humanos peores que el de nuestras pensiones y nadie se mueve, se creen hasta culpables, perdedores, ¿no es maravilloso lo que ha logrado el Poder?

El emprendimiento hay que pagarlo y el poder debe protegerse, los Estados Unidos han espiado hasta a la Merkel, o qué se cree esa señora conversa, Alemania es la yanquilandia de Europa y aún así no está a salvo de ser vigilada, son muchos intereses los que están en juego. Mark Zuckerberg presumía en 2015 de que, por primera vez en la Historia, 1.500 millones de personas estaban al mismo tiempo comunicándose por Facebook. Ahora ya son casi 2.500 millones de adictos sólo a su red. ¿Qué hace la mayor parte de ese personal? Jugar con fotos y decir pamplinas.

Pues eso hay que pagarlo (Facebook y Cambridge Analytica, por ejemplo). Todos y cada uno de los ciudadanos que vayan a una manifestación pueden ser localizados si el Poder quiere, basta con llevar un móvil o una tarjeta con un chip. Y esto no va a cambiar, al contrario, es el mercado que vende y de paso vigila porque el mercado y sus derivaciones son el Poder, eso es lo que votamos. Y si alguien lo denuncia –Snowden, Falciani- que se oculte bajo tierra y se asegure de no llevar consigo ningún localizador. 

III. ¿Se puede hacer algo?

Estamos vigilados, eso ya lo sabemos, por Castells, Armand Mattelart, André Vitalis, López Londoño, Esteinou Madrid, Ramonet, Marta Peirano…, por 562 artistas e intelectuales de 82 países que firmaron en 2013 un documento llamado “Escritores contra la vigilancia masiva”, donde rechazaban enérgicamente las políticas de vigilancia emprendidas por los Estados en los últimos años.

Lo lamento profundamente y lo rechazo, pero me temo que no hay vuelta atrás, es el mercado, la codicia y la obligación del Poder, es algo similar a la concentración mediática, contra la que bramamos muchos, incluido al Papa, y sin embargo los gobiernos de Estados Unidos y Europa la han estimulado, en EEUU lo hace la Federal Communications Commission (FCC), en Europa lo toleran aunque levantan la voz con la boca pequeña al tiempo que le venden Euronews –fundada con capital público y con vocación europea en 1993- a la NBC y al capital egipcio. En España, la ley de TV privada de 1989 limitaba el porcentaje de acciones al 25 por ciento, hoy se puede poseer el 100 por 100 como Movistar con la antigua Canal+ que se la compró poco a poco a Prisa y a Berlusconi y hoy la llama 0, mientras Berlusconi hace tiempo que posee casi el 55 por ciento de Mediaset España.

Bien, ¿y qué?, ¿qué vamos a hacer?, ¿lloriquear todo el tiempo?, ¿organizar con dinero público –no pocas veces- encuentros donde desarrollar terapias colectivas y luego adiós?, ¿repetir una y mil veces expresiones progres como las que llevo leyendo desde hace más de treinta años? Ahí va una: “Solo si subvertimos nuestra posición de observadores y hacemos un sereno y agudo análisis sobre las formas de producción del consenso en las democracias occidentales, podremos mejorar o superar la situación”. ¿Y eso cómo se hace?, ¿qué es subvertir?, ¿quién va a subvertir?, ¿a quién?, ¿quiere la gente en general, la masa, ser subvertida?, ¿viven en el éter quienes hablan de esa manera? Yo creo que sí.

Ahí van mis primeras y primitivas soluciones, tal vez tan etéreas como las que ahora se nos ofrecen. Uno, la unidad de todos los ciudadanos en torno a unas ideas que logren el poder político, nacionalicen todas las herramientas controladoras y las usen para vigilar a quien corresponda. ¿Igual que los malos de ahora? Claro, es que eso es el Poder, sólo que los vigilados en masa de hoy son los buenos y deben pasar a ser los espías buenos del mañana que vigilan a los malos, anteriormente espías de los buenos. Al mismo tiempo, creación de empresas investigadoras, colegios, universidades, entidades de todo tipo, bajo una única bandera a favor de la dignidad humana, sin avergonzarse del pasado, con una nueva ética que coloque en un lugar complementario a lo tecnológico para subsumirlo –que no eliminarlo- a lo humanístico. Crear un partido político que encauce estas y otras aspiraciones políticamente, no rajándose –como Syriza-, todos sus militantes han de preguntarse antes: ¿Adónde estoy dispuesto a llegar? Los tacharán de neocomunistas, chavistas, estalinistas, terroristas. ¿Podrán soportarlo?

A nivel cotidiano y general, en la sociedad digital hay que aplicarse dichos populares: “no insulta el que quiere sino el que puede”, con valor: “una vez colorado más que cien amarillo”. Y para que no me tengan que lavar el coco a través de la pantalla, para que Cambridge Analytica no me diga a quién votar, el gran reto: una enorme base cultural, una formación estructural, sincrónica. Informarse y formarse bien, cuesta, copio a Ignacio Ramonet que lo dijo nada menos que en 1995. Más refranes: “El que quiere peces se tiene que mojar el culo”, “el que algo [importante] quiere, algo [en este caso mucho] le cuesta”.

Todo eso para empezar. De lo contrario, como dijo Cioran, si no se posee una alternativa para el que está adocenado, durmiendo, no le despierten, déjenlo que duerma, por favor.

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