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La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
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Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

De la bisoñez y las trampas

Foto del Consejo de Ministras tras su primera reunión oficial.

Baltasar Garzón

Jurista y promotor de ACTÚA —

La duda sobre la duración del nuevo Gobierno la despejó la semana pasada el presidente Sánchez. Agotará la legislatura. Sánchez ha acometido algún reto con sentido común y con buen criterio. El más espinoso quizás fue el de este viernes en Tarragona, en la inauguración de los juegos del Mediterráneo. Pese a las vacilaciones del president Quim Torra que no sabía si ir o no ante la presencia del Rey, el acto oficial se celebró de manera correcta y con pocas pitadas y desplantes. La imagen de Sánchez con movimientos rítmicos a los acordes de las canciones de Antonio Orozco han formado parte de ese conato de clima distendido que logró el socialista. El hecho de que Torra también diera la impresión de bailar, abunda en esta idea. Prueba superada, hasta la siguiente.

La beligerancia de la oposición está garantizada y, junto a ella, la inexperiencia y las trampas en el camino, son dos peligros que acechan al nuevo Gobierno. Del lance de la ingenuidad se sale con el tiempo y con el nombramiento de gestores que conozcan bien la materia. Los otros riesgos son más complejos. Los obstáculos acechan desde el exterior, desde la oposición personalizada sobre todo en el desbancado Partido Popular y desde dentro, en el sistema de funcionariado que, en ocasiones de forma individual e incluso en determinados colectivos, puede ser hostil por su proximidad a anteriores dirigentes con los que en siete años han tenido tiempo de estrechar lazos.

El primer resbalón, protagonizado por el nuevo Ejecutivo a pocas horas de su llegada al poder, tuvo lugar cuando el nuevo ministro de Cultura se vio abocado a dejar el cargo por su polémico pasado con Hacienda. En televisión, Sánchez afirmó que de haberlo sabido, lo más probable es que no le hubiera nombrado. Ahora bien: ¿Cómo se hizo pública tal circunstancia? Indudablemente no era ningún secreto, con dos sentencias de por medio, pero nunca deja de maravillarme la oportunidad con que determinados asuntos aparecen, como por arte de magia, en el momento necesario y apuntando con precisión hacia la nuca del objetivo. Y eso que existe la denominada Ley de protección de datos, que son sentencias de lo contencioso administrativo y que estaban en las profundidades del averno. Mi enhorabuena a los periodistas porque lograron un scoop y además tumbaron el objetivo.

Pero para mí, la pregunta sigue siendo inevitable ¿Tuvo acceso, por ejemplo, el antiguo titular de Hacienda a los expedientes de los recién nominados? ¿O no fue necesario porque desde los despachos funcionariales hay algunos afines al anterior gobierno que se preocupan por asistir a los defenestrados populares?

Digo esto sin acritud, pero con el conocimiento de casi una vida perteneciendo al funcionariado de Justicia que tiene su propia idiosincrasia burocrática. Para eliminar dudas, debería instaurarse un sistema de auditoria o examen previo de la verdad de los currículos, la consistencia de los mismos y los sapos y culebras que puedan estar bajo las alfombras de cada candidato o candidata, y, desde luego, imponerse no el respeto a lo hecho por el antecesor, sino  la inspección transparente de cada departamento para saber qué se quedó por ahí oculto o disimulado entre los vericuetos burocráticos insondables de la Administración.

En el desconcierto y la soledad de la llegada no es fácil blindar la información. Tampoco lo es después, una vez que se ha tomado tierra. Hay que confiar en la profesionalidad indudable de la mayoría del  funcionariado y en su buena fe, que, a veces, se confunde con el ocultamiento y el disimulo. Ocurre, que frente al modelo ideal de burocracia que analizaba Max Weber, la realidad es más activa y variada y cada funcionario es una especie de república independiente que aparte de hacer bien o no tan bien su trabajo, opina y tiene sus criterios. En ocasiones, hay quien incluso los aplica. Es ésta una solución a la duda sobre muchas de las sorprendentes filtraciones que se dan en la vida política cotidiana. La cuestión no es pues que se oculte, sino que se publique por intereses muy específicos y con fines más específicos aun.

Lo resumió muy bien en 1975 el humorista y actor mexicano Mario Moreno, Cantinflas, en la película titulada 'El Ministro y yo'. En una escena, era despedido del trabajo por su jefe y con tal motivo lanzó esta arenga a sus compañeros: “Sí señor, ustedes tienen un concepto muy equivocado de lo que es la burocracia. Saben de donde proviene esa palabrita, 'buro' del francés bureau, que en español quiere decir, escritorio y 'cracia' del griego cratos que significa, poder. En otras palabras, ustedes ejercen el poder desde los escritorios. (…) La culpa más bien es de sus superiores, que son aves de paso que no han sabido inculcar en los empleados públicos, el verdadero sentido de la burocracia y la responsabilidad que ésta encierra, porque las fallas en la administración frenan el desarrollo, el progreso, la democracia”.

Muy sagaz Cantinflas y muy acertada esa visión de las piedras bajo las ruedas de la democracia que en demasiadas ocasiones se originan en los pasillos más oscuros de las administraciones cuando devienen en un mundo aparte. Un universo en el que demasiadas veces la irracionalidad se abre paso como sufrió K., el personaje de Franz Kafka en su obra 'El castillo'.

Las trampas a las que se ve sometido el Ejecutivo de Sánchez, van más lejos de la estructura interna de la Administración y sus posibles connotaciones con elementos externos. Los obstáculos, reales o imaginarios, vienen dados por la urgencia de la derecha en no permitir actuación alguna que permita vislumbrar aciertos en el modo de administrar. Si ya las encuestas a tan pocos días desde la moción de censura dan ventaja a los socialistas, situación inusitada hace menos de un mes, cada día que pase supone el afianzamiento. En el caso de los populares el problema se agudiza pues aún no se han repuesto del batacazo que les ha propinado la evidencia de la corrupción y temen las siguientes resoluciones que en esa materia se vayan a producir en los tribunales. Sin olvidar la presión de centenares de asesores, directores, consejeros y cargos varios que han quedado o van a quedar de forma sorpresiva a la busca de nuevo destino tras la debacle.

Significa esto que la oposición, que aún no ha digerido esta nueva condición que les define, va a enunciar por activa y por pasiva todo tipo de acusaciones y a poner trabas para no dar tregua y obstaculizar la acción. En el área que mejor conozco ya estamos viendo cómo se reclaman acciones inmediatas o se critican decisiones porque se supone que se “retrasan” en función de las pretensiones inmediatas. No dar tregua política puede ser beneficioso, pero también puede contribuir a perder el momento histórico que se ha abierto para la democracia en España en donde por primera vez, la justicia ha tenido no solo un papel relevante sino que ha generado seguridad en su función por parte de la sociedad; aunque algunas decisiones como  las del tribunal de la 'manada' nos hacen aterrizar en una realidad dura que cuestiona severamente esa confianza.

En todo caso, debería haber mucha más prudencia en los tiempos y exigencias, máxime cuando, desde el Gobierno, y especialmente desde Justicia, se ha ofertado dialogo y acción. Las amenazas de movilizaciones no son buenas consejeras cuando todavía no ha dado tiempo a hacer nada, ni siquiera a formar los equipos de trabajo. Durante demasiado tiempo se han facilitado espacios de incumplimiento por los anteriores titulares del ramo. Ahora, lo que toca es remangarse todos y ponerse a trabajar hombro con hombro, sin jerarquías ni espacios de élite. En ello nos va que la justicia sea una realidad constante en la defensa de nuestros derechos y que se aplique con dignidad y eficiencia.

Moderación debería pedirse también a quienes, como los líderes de la derecha y sus periodistas de cabecera, desgranan todo un rosario de augurios sombríos, pongo por caso sobre lo que supondrá la acción solidaria de acoger a los migrantes a la deriva del buque Aquarius u otros temas que se puedan plantear. Eso sí, con la esperanza de que no comiencen las voces más conservadoras a culpar a las ONG del desastre que es la actual política comunitaria en materia de migración. O que no consideren el mantenimiento del copago farmacéutico que grava a economías vulnerables o a retrasar la exhumación de los restos del dictador del Valle de los Caídos.

La derecha es prodiga en alarmismo y experta en no permitir que la realidad destroce una hipótesis que puede beneficiarla. Menos mal que el aluvión de candidatos –y sus discrepancias- cara al congreso que los populares están preparando para sustituir al derrocado presidente Mariano Rajoy, les va a distraer un tiempo, un breve lapsus que Sánchez debe aprovechar para cimentar sus asuntos de gobernación.

El Gobierno de Sánchez tendrá que desarrollar políticas no exentas de diplomacia pero también diáfanas y tajantes. Pongo por caso: el ministro de Interior debe decir con claridad que se van a retirar las concertinas. El  traslado a cárceles de Cataluña de los independentistas catalanes en situación de una prisión provisional incomprensible para cualquier jurista, debería ser inmediato, y no coquetear informativamente con su anuncio. Y como éste, otros temas que se debaten y que ya están reclamando desde la sociedad civil y desde las organizaciones no gubernamentales. Veo mientras escribo estas líneas reivindicaciones de asociaciones ecologistas, de memorialistas, de colectivos que reclaman mejoras en sus situaciones económicas o profesionales. Las exigencias  irán en ascenso. La misma foto del presidente con los trabajadores de TVE tras su entrevista, motivó polémica. El colectivo de mujeres de RTVE que llevan meses denunciando manipulación del PP en las informaciones, han criticado que en la imagen hay una notable y casi exclusiva mayoría de hombres…

Ahora bien, el hecho de dar a luz un decreto ley sobre RTVE de inmediato y con consenso para poder hacerlo realidad, es un buen ejemplo de la celeridad con la que se debe gobernar. No hay descanso para el mandatario y la tolerancia será cero ante los errores.

Lo que deben tener muy claro Pedro Sánchez, sus ministras y ministros y demás colaboradores es que ante todo, con los Derechos Humanos no se negocia; los Derechos Humanos se respetan sin más y la contundencia de la acción es lo que la hace creíble. Deseo y confío en que el Ejecutivo no vaya a caer en la otra gran trampa en que incurren con excesiva frecuencia todos los gobiernos de izquierdas: mirar por encima del hombro con cierto temor a lo que quienes se les oponen puedan denunciar o criticar. “No lo hagamos no vaya a ser que…” es uno de los argumentos que más fracasos genera y hay que saber que con ello, tampoco se evita la desaprobación.

Y que  no caiga en el error de siempre: “somos un gran gobierno plural y aquí caben todos”. Pues no, miren. El PP no ha permitido ni una sola rendija de pluralidad en todos los años en que han estado al frente del país. Ni en el gobierno, ni en los medios, salvo para utilizar al discrepante como pim pam pum. Nombren a personas progresistas con ideas socialmente eficaces y dejen que la derecha vaya en soledad a lamerse las heridas o a justificar internamente sus actos reprobables. Estarán al acecho como lobos malos. Es tiempo de defender la democracia con más fuerza y evitar que la bisoñez les conduzca a la trampa, en perjuicio de todos.

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