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¡Hay que celebrar! Mañana si eso, nos sentamos

Alba Del Campo

Apoderada de Unidas Podemos en Cádiz —

Este domingo estuve desde las 7.50 hasta las 00.30 como apoderada de Unidas Podemos en Cádiz, en un colegio electoral de una zona tradicionalmente de derechas. Terminado el recuento, las personas de la mesa que habíamos compartido el día nos estrechamos las manos, nos sonreímos y nos dimos un afectuoso y sincero “¡hasta luego, ojalá nos encontremos en otro contexto!” Fue el broche de 16 horas de convivencia tranquila, simpática y absolutamente eficaz. 

“Así da gusto trabajar” o “yo no me cambiaría por los que hoy están en la playa” fueron algunas de las frases dichas durante la jornada. Cinco personas al azar, todo el mundo realizó su cometido, facilitó, ofreció, agradeció,... En un momento de escasa afluencia de votantes, incluso hicimos una porra (que nadie ganó, pues todos creíamos que la derecha vencería en la mesa). En nuestro colegio salió: PSOE 184 votos, Unidas Podemos y Ciudadanos empatados con 176, PP 166, Vox 74 y Pacma 12. “Si en el resto de España la cosa está así, ahora tendrán que hablar”, dijo una, con el asentimiento de las demás. “A ver si es verdad”. El deseo generalizado era el diálogo y el sentimiento, el cansancio. 

Todas confesamos haber ido ese día esperando lo peor. Se nos hacían cuesta arriba pasar 16 horas en una mesa electoral “con lo que es este barrio”... Sin embargo, ni un mal gesto, ni una tensión, nada. Una participación en la mesa fue de casi el 80%. La gente que vino a votar, muy amable y en la mesa, a medida que iban pasando las horas, cada vez más complicidad y no pocos chascarrillos. Invitaciones a café, caramelos, frutos secos,... “¿alguien quiere algo?”. 

Hoy me le levantado pensando en el terrible papel que hacen los medios de comunicación. En el drama que es que, salvo en elecciones, en España, en muchas familias todavía no se habla de política. Se generan tremendas controversias que polarizan la opinión, y en general o no se tocan “estos temas” o se discute y se repiten las barbaridades vertidas por unos grupos de comunicación completamente hipotecados al poder corporativo. El cultivo del pensamiento abismal enferma el ejercicio de la democracia. 

Este domingo se impidió un gobierno de derechas nacional liberal católico y hay que celebrarlo. Es verdad, el miedo a retroceder socialmente ha llevado a la gente a votar. Pero a mi entender, no sólo eso. Me parece importante no perder de vista que en estas elecciones hemos interpelado a nuestras personas allegadas. Mucha gente ha pedido a otra que se moje. Y creo que a estas elecciones les hemos dedicado más tiempo y más oreja. Para mí esto es motivo de celebración, tanto o más que el resultado. 

Las izquierdas necesitamos cambiar el foco y empezar a construir de verdad partidos abiertos, otros liderazgos menos cainitas, una agenda con sentido social y ecológico que no esté al pairo de las encuestas, sino que ofrezca un plan para encarar los tremendos retos que tenemos ante nosotras. Ganar no es contar más votos, es incluir, es proponer con raíz, es escuchar, facilitar la organización social y no cooptar, purgar o capitalizar. Para mí, estas elecciones nos dan un poquito de oxígeno y abren de nuevo la puerta a tener voluntad (en sentido de dedicar tiempo y recursos) de cambiar las cosas desde abajo. Sin embargo, queda claro que las izquierdas, que por fin asumen el discurso ecologista y feminista tienen que reinventarse y empezar a serlo realmente. 

Creo que hoy es un día para celebrar y agradecer. Nuestros cuerpos necesitan sentir que el esfuerzo ha mecido la pena. Reconocerse en esta pequeña victoria, a pesar de que haya ganado un partido neoliberal “que siempre defrauda”. Celebremos pensando en las oportunidades que se abren, en esas bases del PSOE que ayer gritaban en Ferraz “con Rivera NO”, en la gente que pide diálogo, y en la que no quiere perder el espíritu del 15M. No se nos olvide en el gran logro de haber sumado fuerzas, aparcando diferencias, en la confluencia de Unidas Podemos. La colaboración de las izquierdas en toda su diversidad es condición necesaria, aunque no suficiente, para una transformación social. Pero, es necesaria. 

Y hoy celebremos. Caminar por la izquierda no puede ser un permanente calvario de inagotable crítica. ¡Hay que celebrar! Y descansar, y sentir lo que hemos vivido, compartirlo, reflexionar en silencio, dejar de querer llevar la razón, aunque sólo sea un día. Y hacer cuerpo y comunidad más allá de nuestros ombligos partidistas. Salir a la calle y vernos hoy las caras nos da sentido. La ilusión, como todo, ¡hay que cuidarla! Hablemos de lo sucedido, no sólo de los resultados o los pactos. El domingo mucha gente se mojó por los derechos y libertades de las estamos y las que vendrán. ¡Gracias de corazón a tod@s!

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