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La lengua de signos no produce analfabetos

Adultos comunicándose en lengua de signos.

Lourdes Gómez Monterde

Profesional de la Educación —

Estimado Señor Aedo:

Leo este lunes 18 de abril de 2016, su “radiografía de la situación actual de las personas con discapacidad auditiva en España” publicada en Europa Press y todavía no salgo de mi asombro. Soy profesional de la educación desde hace más de 30 años, siempre he trabajado con alumnos y alumnas con sordos, intentando estar permanentemente informada, formada y en contacto con compañeros de profesión de todo el mundo y le puedo asegurar que jamás he encontrado ninguna situación, en ninguna comunidad autónoma, en la que “haya alumnos con discapacidad auditiva que acaben sus estudios siendo analfabetos por el abandono de la lengua oral en su enseñanza”. ¿Podría facilitarme usted datos concretos? ¿en qué colegio de España se ha abandonado la lengua oral en la enseñanza del alumnado sordo? Ignoro de dónde procede la información que usted maneja y difunde pero puedo asegurarle que en todos los centros que conozco directamente o a través de los compañeros que trabajan en ellos el desarrollo de la lengua oral y escrita siempre ha sido y sigue siendo una de las principales preocupaciones de todos los profesionales implicados. Me atrevería a asegurarle también que no hay ni un solo centro que aun utilizando un “sistema bilingüe” como usted dice resulte que “solo se está trabajando en lengua de signos” y si así fuese no tardaría en recibir la reprobación de toda la comunidad educativa incluidos profesionales, familias y personas sordas adultas.

Como profesional me permito tranquilizarle: el aprendizaje de la lengua de signos, en los escasos proyectos educativos en los que se contempla esa posibilidad nunca se ha hecho ni pedagógicamente sería aceptable hacerlo “en detrimento de la lengua oral” como usted dice y si hay alumnos que tienen que abandonar sus estudios es, con más frecuencia de la que quisiéramos, precisamente porque no cuentan con intérpretes de lengua de signos no porque “en clase cuenten con un intérprete, pero en casa no cuenten con esa ayuda”…. Y desde luego, en eso podemos estar de acuerdo, el colectivo de alumnos sordos tiene que estudiar como el resto de sus compañeros, hincando los codos, eso es independiente de que tenga intérprete o no lo tenga. La diferencia fundamental es que si ha tenido intérprete en clase es más probable que luego le resulte más fácil estudiar en casa porque irá con los conceptos entendidos y por ende, con más posibilidades de aprenderlos.

En un sistema educativo en el que se aboga por la inclusión me llena de estupor que si es cierto lo que dice, todavía existan “lugares en los que al alumno sordo se le etiqueta y se le dice que no podrá alcanzar los objetivos comunes, se les excluye y se les da una educación diferente”. Por favor Sr. Aedo dígame solo uno de esos lugares que seré la primera en acudir para reivindicar allí el derecho a una educación de calidad y en igualdad de condiciones para todos esos alumnos sordos etiquetados y excluidos. Lo que no me podrá negar, si conoce usted bien la realidad educativa del alumnado sordo, es que la discapacidad auditiva responde a muchas variables y plantea necesidades educativas diferentes en función de las mismas. Sin necesidad de etiquetar ni de excluir, no temo afirmar que para determinados alumnos y alumnas sordos una “educación de calidad y en igualdad de condiciones” puede significar una educación diferente…y ser igualmente una educación inclusiva, una educación que permita a todos y a todas participar plenamente en la sociedad de la que forman parte.

Ignoro en qué fuentes o en qué estudios o investigaciones se basa usted para hacer estas afirmaciones. Soy consciente de que puede haber un porcentaje importante de abandono escolar, no sé si similar o superior al detectado en la población escolar en general. También veo, y sufro por ello, que hay alumnos y alumnas sordos que presentan bajos niveles de rendimiento en tareas de lectura y escritura (que no “analfabetismo”, por favor), situación que ha venido dándose desde hace muchos años, tanto en sistemas que empleaban únicamente la lengua oral como en los sistemas que hace relativamente poco tiempo empiezan a utilizar en nuestro país la lengua de signos. Este sigue siendo el reto de los profesionales que nos movemos en el ámbito de la discapacidad auditiva. Sin embargo, se ha olvidado usted de mencionar el aumento, demostrable con nombres y apelllidos, del alumnado que pasa a la educación secundaria obligatoria, a los ciclos formativos, al bachillerato y a la universidad, obviando que muchos de estos chicos y chicas lo han logrado gracias al empleo de la lengua de signos a lo largo de su proceso educativo. Por supuesto, no únicamente. Ha sido también gracias a su propio esfuerzo, al de sus familias, a las ayudas técnicas, y a los profesionales que se han implicado a fondo.

Leyendo sus comentarios no puedo menos que pensar “ojalá todos mis alumnos tuviesen la facilidad o la posibilidad de acceder a la audición, a la lengua oral, al currículo desde la lengua oral como los alumnos y alumnas que describe ese señor”. Pero no es así. Tengo alumnos que con el implante coclear o con sus audífonos digitales, sus sesiones de logopedia y el apoyo y refuerzo necesario no necesitan mucho más para sacar adelante el curso como el resto de sus compañeros oyentes. Pero tengo también alumnos que pese a su implante coclear, sus audífonos, sus sesiones de logopedia, sus horas y horas de trabajo… si no les facilito el acceso al currículo a través de la lengua de signos no podrían estar donde están ahora: con sus iguales oyentes en un colegio de educación inclusiva. Y tengo también alumnos, que necesitan mucho más tiempo para asimilar ciertas cosas… que aprenden, en definitiva, de una forma diferente… y sin embargo están también aquí, en esa escuela inclusiva.

Creo Sr. Aedo que si realmente hay más abandono escolar y “analfabetismo” entre la población escolar sorda que entre la población oyente sería necesario investigar seriamente las causas y tomar las medidas pertinentes. Achacarlo sin más a la utilización de la lengua de signos es gratuito, tanto más cuanto su empleo en nuestras Comunidades Autónomas se limita a unos pocos centros y con recursos personales muy limitados. Puede usted comprobarlo de primera mano cuando quiera. Que yo sepa hay en Madrid tres centros de educación inclusiva para el alumnado sordo que utilizan la lengua de signos en mayor o menor medida y, por lo menos el centro en el que yo trabajo, estaremos encantados de ofrecerle la oportunidad de ver como la lengua de signos SUMA, ofrece estrategias, refuerza, permite avanzar y no resta ni actúa en detrimento de los procesos de enseñanza y aprendizaje de la lengua oral y escrita.

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