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En rueda de prensa permanente

Pedro Gómez Damborenea

Consultor de estrategia, comunicación y reputación —

Me gusta escribir el titular antes de redactar el texto. Es una costumbre adquirida de cuando era periodista y hacía informaciones. Obliga a sintetizar. En el caso de esta columna he dudado entre dos titulares: 'En rueda de prensa permanente' y 'Vale ya señor Iglesias'. Sé que seré insultado por los voceros habituales que no entienden nunca la discrepancia ni la crítica, pero he de decir que me agota y aburre Pablo Iglesias. Y no hablo de nada personal. Me refiero a que no soporto al político. Al ciudadano no le conozco. Entiéndanme que de salida no comparta su concepción de la izquierda como una organización caritativa que no sabe sumar. O que lo disimula muy bien.

Este señor y sus correligionarios, que cortan cabezas sin piedad entre sus discrepantes internos en sus organizaciones regionales, vive en rueda de prensa permanente. Ya solo falta que cuando logre su ansiado puesto de vicepresidente controlador se haga con un programa en TVE en el que durante una hora por lo menos nos siga contando lo bueno y patriota que es, y los esfuerzos constantes que hace por recuperar la grandeza de la patria. No soporto que la política sea un mero teatro en el que las ruedas de prensa con anuncios grandilocuentes y las constantes entrevistas en medios sustituyan de forma simplista al diálogo inteligente y al acuerdo entre diferentes. Eso no es transparencia, es espectáculo. Es manifiestamente evidente que este señor no quiere acuerdos de ningún tipo con nadie. Intentó engullir a Izquierda Unida y sigue intentándolo con el PSOE. Está en su derecho.

Su objetivo sigue siendo el mismo, lo envuelva como lo envuelva: el asalto al poder. Y podría ser lógico siempre que fuera coherente. Este señor no es el dueño de la pureza, de la verdad, de la anticorrupción, ni de cualquier otra cosa. Este señor es un producto de facultad y de televisión; dos mundos terriblemente endogámicos para desgracia colectiva. Pero lo peor es que este señor vende humo y más humo. Es un gran emisor de toxicidad y crispación.

Voy a poner dos ejemplos de su último gran show mediático de oferta de gobierno: los nombramientos en puestos claves y la memoria económica. El hecho de querer nombrar para puestos claves a personas afines a un programa de gobierno es el mayor intento de someter las instituciones al control gubernamental, del poder ejecutivo. Mucho nos hemos quejado del sistema de elección de jueces del Tribunal Supremo o del Tribunal Constitucional, del Fiscal General del Estado, del Gobernador del Banco de España... Siempre he defendido que esta queja no era del todo acertada, aunque los sistemas de elección fueran mejorables. Lo que no tiene un pase es que se deba nombrar solo a aquellos que muestren su acuerdo con un programa de gobierno. Esta proposición en sí misma destila hedor sectario y poco democrático.

El segundo ejemplo es el de la memoria económica. A base de repetir que solo Podemos ha hecho una memoria económica, vamos a terminar creyéndolo. No es memoria y de económica tiene el título, porque es el cuento de la lechera en versión Podemos. Todos hemos llegado a la conclusión de que era un disparate que los bancos financiaran hasta el 100% de la vivienda de un particular, porque al final había muchas posibilidades de que no se pagara el crédito y eso significaba que alguien iba a perder su casa, además de otras muchas cosas. Pues no sé si alguien se ha parado a pensar que España debe casi el 100% de su PIB, es decir de su riqueza, y que para desgracia de todos esta es la mayor amenaza que tenemos en el combate contra la pobreza y en la generación de empleo en nuestro país.

Lejos de ser conscientes de este problema y de que formamos parte de una moneda común, lo que implica una gran cesión de soberanía económica, sacamos la calculadora y decimos que vamos a gastar 96.000 millones de euros más en tres años y que los vamos a obtener de la lucha contra el fraude (12.000), de subidas de impuestos (28.000), del nuevo calendario de reducción del déficit, que habrá que negociar, y del crecimiento inducido (29.700).

Los señores de Podemos siguen creyendo que la riqueza de este país está en el impuesto a las nóminas, en el IRPF, y que apretando en estos impuestos España volverá a ser rica. Por otro lado, un nuevo calendario de déficit deberá ser negociado en Europa. Sepan que no he conocido gobernante que no haya introducido en sus buenos propósitos la reducción del fraude fiscal. Es un clásico. Por último, señalar que haber leído en un manual de economía las bondades del efecto multiplicador del gasto público no hace que se produzca sin más. El crecimiento depende de muchos factores y algunos no están en manos de ningún gobierno porque la economía es global. ¿Por qué no se lo preguntan al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, que desafió con escaso éxito y buena voluntad a la gran recesión con un paquete keynesiano y de manual de obra pública que no sirvió para nada?

Señores de Podemos, nunca me han gustado ni convencido, pero lo que no soporto es que nos mientan, manipulen y nos tomen por tontos. Uno más uno son dos y ninguna rueda de prensa ni campaña mediática permanente lo va a cambiar. No me gustaría verles gobernar, pero esa decisión no me corresponde. Es de cada ciudadano y respeto profundamente el voto. Nunca he creído en los que lo quieren alterar bajo la manida consigna de que no nos representan. No les deseo suerte, pero sí les pido que no nos tomen por tontos en su asalto al poder.

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