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La soledad y el virus

El miedo al aislamiento, el principal rival del coronavirus para los mayores

David Noguera

Presidente de Médicos Sin Fronteras (MSF) España y coordinador de la respuesta a la Covid-19 en Cataluña —

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Hace unos días recibimos un correo de una de nuestras colaboradoras; su padre había fallecido en una residencia hacía casi dos semanas a causa de la Covid-19. Después, de tantos días, seguía sin saber dónde estaba su cuerpo. Ni en qué condiciones. Su aseguradora, la funeraria y las autoridades sanitarias hacían oídos sordos a sus llamadas. Nadie daba respuesta y nos pedía que alzáramos la voz junto a ella para denunciar lo que estaba ocurriendo, pues no es un caso aislado.

En MSF trabajamos en los lugares más golpeados del planeta y sobre todo al lado de los más vulnerables. Hoy, España es también, de algún modo, uno de esos lugares. Y los más vulnerables aquí, en esta pandemia, son nuestros mayores. Mayores que están en ocasiones muriendo solos, asustados y angustiados en sus residencias, hospitales y hogares sin poder despedirse de los suyos. Sin haber podido hablar con sus familias durante su enfermedad. Sabemos que son el colectivo más vulnerable, aquel cuya salud está más amenazada por el coronavirus. Por tanto son los que merecen mayor atención, y de forma urgente.

Consideramos fundamental que el manejo de la situación en las residencias se incorpore a la gestión integral y unificada de esta epidemia, como parte esencial de la respuesta del sistema de salud. Basta de delimitaciones competenciales entre departamentos, que, como otras diferenciaciones administrativas, son útiles en una situación normal pero un obstáculo cuando hay que agilizar las medidas necesarias (fronteras autonómicas, municipales, interdepartamentales, etc.).

Las residencias, en este contexto, deben ser parte esencial del sistema de salud, proporcionarse en ellas la atención médica adecuada y asegurar la referencia hospitalaria de los pacientes que lo necesiten. De no estar pasando, si estos colectivos se han visto excluidos del sistema por su sobrecarga, hay que corregirlo de inmediato, explicarlo con transparencia a la sociedad, y poner todos los recursos para subsanar este error. Normalizarlo sería inaceptable bajo cualquier premisa. Los más vulnerables no son los primeros que deben ser excluidos: son los que necesitan más protección.

Somos conscientes, porque lo vemos desde que iniciamos nuestras actividades de apoyo y asesoría a residencias y hospitales, de que esta pandemia nos ha sobrepasado a todos; pero precisamente por eso, únicamente entre todos acabaremos con ella. Y sin dejar nadie atrás, especialmente a los que más nos necesitan ahora.

Nos consta que se están haciendo esfuerzos; MSF quiere contribuir y por esto hemos iniciado en Barcelona un proyecto que queremos escalar al ámbito nacional, en el que asesoramos tanto a las autoridades como al personal de residencias y de hospitales que están recibiendo pacientes con Covid-19, en relación a cuidados paliativos, manejo de equipos de protección individual, medidas de higiene y diseño de circuitos para reducir el riesgo de propagación del virus, entre otros aspectos.

Tenemos que encontrar entre todos un modo seguro de ofrecer a las personas mayores unos cuidados dignos, que incluyan el elemento del acompañamiento familiar durante el tratamiento y, si así sucediera, en sus últimas horas, evitando añadir al dolor de estas familias un sufrimiento emocional de no haber podido despedirse; esa será sin duda una carga demasiado pesada cuando todo esto acabe.

Según la normativa española desarrollada para esta enfermedad, en concreto el 'Procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de Covid-19' del 26 de marzo de 2020, “antes de proceder al traslado del cadáver, debe permitirse el acceso de los familiares y amigos, restringiéndolo a los más próximos y cercanos, para la despedida”. En la misma línea van las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para este tipo de contextos, que establecen como esencial el derecho del paciente a recibir visitas.

Repito, sabemos que esta pandemia nos ha desbordado y nos consta el colapso que sufren muchos hospitales y las jornadas extenuantes que están realizando muchísimos compañeros para salvar vidas; también el personal no sanitario y esencial como el de las funerarias, saturadas en estos días aciagos. Pero es clave que nuestros mayores sean atendidos en domicilios o centros y con personal con conocimientos médicos que incluyan cuidados paliativos, sea en su residencia, un hospital o sea en lo que se ha denominado “pabellón confort”, una estructura medicalizada y habilitada para ofrecer tratamiento y cuidados al final de la vida y una despedida digna cerca de algún familiar.

El acompañamiento psicosocial para pacientes, pero también para familiares y personal sanitario, es clave. La sociedad española, y también MSF, reclama el derecho a vivir y morir con dignidad. Como decía, solamente entre todos superaremos esta pandemia. Y solamente entre todos encontraremos un modo para que nuestros mayores y sus familiares tengan la atención que merecen.

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