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Un niño de 7 años descubre en Chile “la Piedra Rosetta de la paleontología”

Niño de siete años descubre en Chile "la Piedra Rosetta de la paleontología"

EFE

Santiago de Chile —

Una mañana de febrero de 2004, Diego Suárez, un niño chileno de siete años, se levantó decidido a descubrir los restos fósiles de un dinosaurio. Cuando mostró los huesos azules que había encontrado, a sus padres se les pusieron los ojos como platos: “Diego había hallado en la Patagonia la Piedra Rosetta de la paleontología”, dijo a Efe Fernando Novas, doctor en ciencias naturales.

“Lo que Diego sostenía en sus pequeñas manos resultaron ser dos diminutos huesos de un extraño dinosaurio nunca antes descubierto que no pertenecía a ninguno de los grupos de dinosaurios que se conocían hasta el momento”, explicó Novas, jefe del laboratorio de anatomía comparada en el Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires y encargado de liderar la investigación.

El “Chilesaurus diegosuarezi”, bautizado en honor a la pequeña estrella de la paleontología, posee rasgos de los tres principales rangos en los que se divide la historia de los dinosaurios.

“Tiene características de los terópodos, mayoritariamente carnívoros, los ornitisquios y los sauropodomorfos, ambos herbívoros”, afirmó el científico para quien el hallazgo es comparable al descubrimiento de la Piedra Rosetta, la estela egipcia clave para el entendimiento moderno de los jeroglíficos. Este representante de un linaje desconocido por la ciencia, que “obligará a replantear la historia de la evolución de los dinosaurios”, fue presentado hoy en sociedad en un acto en la Universidad de los Andes en Santiago de Chile que reunió a todos los protagonistas del hallazgo.

“¡Mamá voy a buscar un dinosaurio!” recuerda exclamar Diego Suárez la mañana del descubrimiento, en las cercanías del remoto lago General Carrera situado en la región patagónica de Aysén.

“Mientras mis papás estaban haciendo investigaciones geológicas yo estaba en el cerro, aburrido, sin ningún juguete ni nada. Le dije a mi mamá que iba en busca de un dinosaurio y encontré algo grande”, explica el precoz paleontólogo que ahora ya tiene 18 años. Aunque no se quiere dedicar a ello, Suárez está orgulloso de pasar a la historia de la paleontología pues siempre puede decir que cumplió uno de sus sueños de infancia: “¿Qué niño no desea encontrar un dinosaurio?”.

No por ser un niño y jugar con las piedras, el descubrimiento de Suárez tienen menos mérito, pues según Novas los restos fósiles “no eran nada evidentes”. “Antes de esa mañana, Diego había jugado en el campo con los huesos de vaca, conocía la existencia de los fósiles y sabía diferenciar un hueso de una piedra” explicó el papá de Diego, el geólogo Manuel Suárez quien recuerda cómo, a muy temprana edad, su hijo imitaba a sus progenitores llevando siempre bajo el brazo una “libreta de terreno”. “Espero que este descubrimiento anime a otros niños a acercarse a la ciencia y lanzarse a la búsqueda de dinosaurios”, bromeó el padre.

Como la Cueva de Altamira

Este nuevo descubrimiento recuerda el histórico hallazgo hecho en Cantabria en 1868 cuando una niña de nueve años, María Sanz de Sautuola, descubrió lo que creyó que eran “toros pintados en la roca” dentro de una cavidad natural cercana a su casa. María había dado con la cueva de Altamira, hoy reconocida como uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la Prehistoria. Como el arte rupestre descubierto en Altamira, según los expertos, este hallazgo forzará el replanteamiento de la historia.

“Nuestra hipótesis es que se trata de un dinosaurio terópodo que se convirtió en herbívoro lo que, de ser así, obligaría a reconsiderar el rompecabezas evolutivo”, apuntó. De entre muchas de las incógnitas que rodean al enigmático Chilesaurus destaca la excepcionalidad de sus características, sólo encontradas en esta remota región de la Patagonia. “Si los continentes estaban unidos en un supercontinente llamado Pangea, ¿Por qué no se ha encontrado ninguna evidencia de este dinosaurio en alguna otra parte del planeta Tierra?”, se preguntó el científico.

En los próximos años, el equipo de científicos que lleva a cabo la investigación tiene planeado seguir con la búsqueda y la excavación para intentar desvelar los secretos que esconde este particular antepasado que hace 148 millones de años campaba a sus anchas por las exuberantes tierras del fin del planeta.

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