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El nuevo boom del cine 3D

Sala de Mistika de SGO en Madrid

Sergio Figueroa

Y como Avatar se convirtió en un taquillazo, todos comenzaron a imitar a James Cameron y a producir sus películas en 3D. ¿Por qué? Ni la respuesta es tan sencilla ni la película en cuestión tiene tanto peso en el cambio de rumbo que la industria del cine tomó hace ya unos años. ¿Cuál es la razón para este boom que comenzó en la gran pantalla y que ya está en televisiones y videoconsolas?

La tecnología, las ganas de innovar, la crisis de asistencia a las salas. Cuando uno se pone a analizar una transición como esta a veces se confunden huevos y gallinas en un todo que hace más complejo separar los elementos. Pero es fácil encontrar un buen puñado de razones para entender por qué ahora cada cine tiene su sala con proyecciones en visión estereoscópica, lo que comúnmente llamamos 3D.

El 3D, un siglo de ciclos

El 3D, un siglo de ciclos

Este efecto visual no es nuevo. La primera patente fue registrada a finales del siglo XIX y está a nombre de William Fresse-Greene. La primera cámara de dos lentes fue creada a principios del siglo XX por Frederick Eugene y ya funcionaba sin gafas gracias a una pantalla parallax, en esencia el mismo mecanismo que emplean algunos de los dispositivos que se venden hoy en día como lo último en tecnología.

Siguiendo con el repaso histórico, de 1915 data una proyección de cortos con estereoscopía, en un teatro de Nueva York, y de 1922 la de una película de carácter comercial llamada The Power of Love. Para entonces ya se habían probado diversos sistemas como la separación por colores, una vez más, discriminando la percepción de cada ojo.

El nazismo tomó su relevo e ideó su propio mecanismo de grabación, basado en un prisma sobre dos lentes. Produjeron al menos dos películas según Philippe Mora. Más tarde, el film Bwana Devil marcó el punto de partida la llamada edad de oro del efecto 3D a color en 1952. No fue un momento cualquiera. En Estados Unidos la asistencia a las salas había caído de 90 millones de personas en 1948 a 46 millones en 1951. La venta en masa de televisión a color estaba acabando con su mercado.

En la década de los 70 la amenaza a Hollywood eran los reproductores de vídeo japoneses, capaces de ofrecer una y otra vez las películas sin moverse del sofá. Pero la tecnología avanzó de nuevo por el camino de la grabación con dos cámaras. Poco después, IMAX comenzó a ofrecer una experiencia cercana al 3D moderno y consiguió eliminar los efectos nocivos como los dolores de cabeza, sin embargo estaba acotado a sus salas y limitado a un par de películas al año.

Los cambios necesarios

Los cambios necesariosSi algo se puede deducir del repaso histórico es que los impulsos siempre han llegado a causa de la necesidad. Cuando la industria del cine veía que los hogares comenzaban a nivelar su oferta trataban de marcar la diferencia acudiendo a este efecto que hasta estos últimos años ha estado reservado a grandes espacios y producciones costosas. Pero algo ha cambiado en la tecnología que ha permitido una expansión nunca vista. Tanto en la creación como en el consumo, en la producción como en los soportes.

En la actualidad existen numerosas formas de crear películas 3D que se podrían resumir en dos: las que se ruedan en 3D y las que se ruedan en 2D y después se editan para incluir el efecto. En ambos casos es necesario acudir a un proceso de postproducción en el que se pule el trabajo de cámara porque “los brutos de rodaje son muy feos: tienen los colores que están poco saturados, los encuadres no son siempre adecuados y sobre todo en estereoscopía hay multitud de cosas que se tienen que arreglar”, explica Miguel Ángel Doncel.

Es el fundador de SGO o Soluciones Gráficas por Ordenador, una empresa de reconocimiento internacional en postproducción de vídeo, también 3D. Su compañía ha desarrollado una herramienta llamada Mistika capaz de trabajar con varios streams en paralelo y 48 fotogramas por segundo. Todo de forma eficiente. Por eso es la elegida por las grandes de la edición de todo el mundo. El Hobbit de Peter Jackson es uno de sus últimos trabajos.

Doncel tiene claro que la evolución tecnológica ha propiciado el boom del 3D justo ahora e insiste en separarlo de lo que se ha hecho hasta la fecha. “La primera razón y principal ha sido el proceso de la digitalización audiovisual. Ha hecho que sea posible arreglar los problemas de la estereoscopía” porque cualquier imagen se puede editar una y otra vez mucho más rápido que con fotogramas de 35mm.

“Por otro lado está la potencia de las máquinas”, continúa el ingeniero, ya que “los procesos que antes requerían espera ahora se hacen a tiempo real.” La suma de estos dos factores ha permitido reducir de forma drástica el presupuesto de un estreno en 3D.

Aumento de la recaudación a cualquier precio

Aumento de la recaudación a cualquier precio

Las herramientas y los equipos han mejorado al calor del éxito de James Cameron y su película Avatar. La recaudación de la película propició que las grandes productoras dieran el visto bueno a este tipo de proyectos. Tan rápido que muchas optaron por ofrecer adaptaciones al 3D de películas rodadas de forma tradicional. El resultado, productos de baja calidad que han creado un clima de confusión.

Por eso, Doncel pide “que la industria explique al espectador qué es esto de la estereoscopía y qué tipo va a ver. Porque la gente entiende que va a ver 3D cuando entra al cine y le ponen unas gafas.” Sin capacidad crítica, se podrían perder clientes espantados por algún despropósito. Además, recuerda que las herramientas están en constante evolución, todavía en sus primeros años.

Sin embargo, el precio de las entradas sí es siempre el mismo. El pase a una sesión 3D es más caro en cualquier sala que el de la misma versión en formato bidimensional. Aprovechando la novedad, las salas han recuperado público y con las nuevas tarifas los ingresos de las ‘major’ han aumentado al mismo ritmo que el número de estrenos de este tipo.

Ahora ha llegado el momento de trasladar esta forma de mirar a la pantalla a casa, a las teles. Pero ni hay contenido suficiente ni todos los soportes ofrecen la misma calidad. Una vez más, la falta de información sobre formatos impide que el usuario pueda discernir sobre cuándo merece la pena acudir a la estereoscopía y cuándo es mejor quedarse con la imagen tradicional.

La gran duda es saber si será un ciclo más o si esta vez es el 3D ha llegado para quedarse.

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