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Ingeniería medioambiental para sobrevivir en el infierno

Marta Peirano / Marta Peirano

La atmósfera terrestre está a punto de alcanzar los 400 ppm (partes por millón) de CO2, un nivel que no se había visto desde el pleistoceno, hace 3 millones de años, cuando aún disfrutábamos de cuatro grados más. Esperamos compartir su superficie con 8 mil millones de personas, la mayor parte de países cuya economía se ha disparado a cambio de la destrucción irreversible del único planeta en el que podemos vivir.

Ese infierno no es algo que será, es algo que ya existe, lo habitamos todos los días y lo hacemos todos juntos. Como le dice Marco Polo a Kublai Kan en Las Ciudades Invisibles, sólo hay dos maneras de no sufrirlo: aceptarlo y volverse parte de él hasta el punto de no verlo, o buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno y hacerlo durar y darle espacio. Una es fácil y popular; la otra es arriesgada, exige atención y aprendizaje continuo. Entre los pocos que eligen la segunda hay una nueva generación de arquitectos, diseñadores e ingenieros que están cambiando la manera de entender su profesión. De momento ya han conseguido dos milagros: convertir en agua la publicidad y la polución en oxígeno.

El edificio que devora polución

Toma nota, Natalie Jeremijenko. Bajo la firma Elegant Embellishments, los alemanes Allison Dring y Daniel Schwaag han desarrollado una superficie de construcción que reacciona con los rayos UV para descomponer moléculas de contaminación atmosférica. Su nombre comercial es proSolve370e y su puesta de largo ha sido, apropiadamente, un hospital.

Aunque son arquitectos, están más interesados en modificar espacios y edificios ya existentes que en generar otros nuevos. “Usamos estas modificaciones para tunear edificios -explica Dring- convirtiendo las superficies inertes en superficies activas, capaces de atender a nuevas necesidades”. Su principal interés es el desarrollo de tecnologías capaces de aliviar el impacto medioambiental de nuestro actual estilo de vida. “Nosotros iniciamos modelos de tecnología que tienen lugar a nivel molecular, pero con un impacto suficientemente significativo como para transformar espacios”. Qué mejor lugar para hacerlo que Ciudad de México.

En los últimos meses, Dring y Schwaag han cubierto la Torre de Especialidades del Hospital Manuel Gea Gonzales en Tlalpan con una máscara descongestionante de 2500m2, capaz de absorber la contaminación de 8.750 automóviles diarios. La nueva fachada, compuesta de 600 paneles, está inspirada en los corales y esponjas marinas, cuya estructura es capaz de absorber grandes cantidades de aire y luz y de generar micro-turbulencias que atrapan las moléculas de aire tóxico para su descomposición.

Si la Torre demuestra su capacidad para reducir significativamente la contaminación de su entorno, la mascarilla protectora será tan popular entre los edificios como lo lo ha sido entre los viajeros después de la gripe aviar. Sus creadores aspiran a dos tipos de clientes: los que se preocupan de menos por su impacto medioambiental (Santiago de Chile, Pekín, Los Angeles, Beirut) y los que lo regulan cada vez más, como los países de Escandinavia y el norte de Europa.

El banner que da de beber

Bujama está plantada en un desierto y casi no conoce la lluvia, pero disfruta de un grado de humedad de hasta el 98%. Los habitantes de esta austera localidad peruana conseguían agua de pozos que a veces estaban secos y a menudo contaminados hasta que la recién estrenada Universidad de Ingeniería y Tecnología de Perú plantó un anuncio publicitario sin precedentes: un banner que recoge y procesa la humedad del aire para convertirse en una fuente de agua potable.

Escondidos entre las dos caras del anuncio publicitario hay instalados cinco generadores que condensan la humedad y la hacen pasar a través de tres filtros; de carbón activado, antiestáticos y de zeolita. Una vez purificada, el agua se acumula en un tanque de almacenamiento con un grifo que abastece a toda la población. El cartel se ubica en el km. 89.5 de la Panamericana Sur y produce 96 litros de agua cada día, abasteciendo a cientos de familias cada mes.

La universidad, que tiene sólo un año de vida, quería dar a conocer su proceso de admisión de nuevos alumnos y promocionar la propuesta educativa de la universidad, que es poner “el ingenio en acción”. Le encargó el proyecto publicitario a la Agencia Mayo y el encargo quedó en manos de Juan Donalisio y Alejandro Aponte. Decir que tuvieron un éxito rotundo es ser avaricioso.

Reunimos un grupo interdisciplinario de diseñadores industriales ingenieros, proveedores, especialistas y técnicos en purificación de agua- explicaban los responsables en una entrevista. -Eran como veinte personas además de la gente que instaló la valla. Nos sentamos y dijimos que sí era viable y se hicieron pruebas y se logró hacer. De momento, el siguiente paso lógico es Lima, una ciudad de unos 9 millones de habitantes donde más de un millón carece de agua potable y depende de un camión cisterna para sobrevivir. También hay un gran interés en repetir el experimento en el desierto del medio oriente, donde la humedad alcanza el mínimo requerido del 50%.

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