Retazos de la Gran Canaria auténtica en el socavón de Las Tirajanas

Palmerales en las inmediaciones de La Sorrueda, en la Caldera de Tirajana.

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La enorme hendidura parte de la costa y se abre paso hacia el interior de la isla a través de un estrecho barranco. A ambos lados del tajo, las lomadas suben en una suave pero persistente pendiente que exige a la GC-65 a serpentear en un sinfín de curvas imposibles. Se puede subir desde el Sur, pero dejarse caer hasta Vecindario (a través de la GC-1 desde Las Palmas de Gran Canaria o el sur) para ascender por una de las carreteras más espectaculares de la isla. Subimos. Y dejamos atrás perfiles contundentes como el del Roque Aguayro, icono pétreo del sureste y guardián de los espectaculares grabados prehispánicos del Barranco de Balos a través de un paisaje dominado por terrazas de cultivo hoy abandonadas que dan fe de la importancia agrícola que tuvo la comarca hasta hace apenas unas décadas.

En apenas unos kilómetros estaremos ya muy arriba. Y no será mala idea parar el coche y echar un vistazo para ver de qué manera la isla fue cambiando a golpe de altitud desde las aglomeraciones de la costa hasta las soledades que preceden el enorme socavón de la Caldera de Tirajana. Entonces, la lomada da paso al abismo y la G-65 se aferra al risco dejando ver uno de los paisajes más impresionantes de la Gran Canaria, que ya es decir. El barranco, antes estrecho, ahora se abre varios kilómetros dejando a la vista las tripas de la isla. Vísceras que se manifiestan en forma de cortadas, roquedos y lo que aquí llaman cuchillos, verdaderas agujas de roca que se yerguen desde las profundidades creando un paisaje casi irreal.

Ansite es uno de estos cuchillos; un lugar de resonancias míticas para el isleño que sube hasta acá para reconocerse así mismo a través de la historia. Dicen que aquí se escribieron los últimos capítulos de la conquista de la isla allá por el mes de abril de 1483. Campo de batalla que hoy, gracias al trabajo de los arqueólogos está desvelando muchísimos secretos. Como el que encierra la cima esta aguja de piedra que los expertos han identificado como la mítica Humiaga, lugar sagrado que confirmaría la identificación del lugar como el escenario de la rendición de los últimos canarios. El Centro de Interpretación de La Fortaleza (Dirección: G-651 –La Sorrueda-; Tel: (+34) 928 798 580; Horario: MD 10.00 – 17.00; E-mail: info@lafortaleza.es) nos ofrece toda la información necesaria para, después, explorar un lugar dónde se ha descubierto un pequeño poblado asociado a lugares de enterramiento, almacenamiento y de culto relacionado con el tránsito de los cuerpos celestes. Un sitio imprescindible.

Los canarios de hoy siguieron ocupando el mismo espacio que los canarios de antes de la conquista castellana. Algunos espacios, como la propia Ansite, quedaron abandonados o desplazados y otros se adaptaron a los nuevos usos y modelos importados desde Europa. En lugares como el Pago Temisas (Acceso por GC-550) se alternan uno de los mejores ejemplos de pequeña población agrícola tradicional con nuevos equipamientos de carácter turístico como el ingenioso Observatorio Astronómico de Temisas (E-mail: astrotemisas2005@gmail.com). Mientras que Santa Lucía, capital del municipio del mismo nombre, exhibe notables ejemplos de arquitectura tradicional, frondosos palmerales y una abundante y notable oferta de restauración. En torno a la Iglesia de Santa Lucía (Dirección: Plaza de Santa Lucía sn) se abren las callejuelas más auténticas del pueblo. Rincones como las calles Leopoldo Matos y Baldomero Argente guardan verdaderos tesoros en forma de casas de exquisita arquitectura tradicional y también dan acceso a sorpresas como el Molino de Aceite del Valle (Acceso por Baldomero Argente; Información: (+34) 928 125 260; E-mail: turismo@santaluciasgc.com), almazara varias veces centenaria que nos habla de la importancia de una industria que hoy trata de recuperar el esplendor de antaño atesorando ya varios premios tras décadas de olvido (la isla cuenta ya con más de 70.000 olivos).

La ruta hacia la cercana y vecina San Bartolomé de Tirajana, o Tunte para los locales, bien merece un rodeo por la GC-654 para admirar las paredes verticales y albas de Risco Blanco. Antes de plantarnos ante el imponente muro de piedras claras pasaremos frente a las Cuevas de Montaña de Rosiana (se accede a pie desde el cauce del Barranco de Tirajana), uno de los poblados prehispánicos de cuevas artificiales más importantes de la isla y vamos dejando atrás pequeños pagos tradicionales como El Morisco, Taidía o el propio Risco Blanco en las que las casitas tradicionales alternan con huertos, terrazas de cultivo y pequeños bosquecillos de palmeras. Ideal para tomarse las cosas con calma y parar para mirar o hacer fotos. Por encima de nuestras cabezas, las paredes de la Caldera se escarpan hacia lo vertical buscando, en los Riscos de Tirajana, las mayores alturas de la isla en el Pico de Las Nieves.

La ruta por ‘las tirajanas’ culmina en el casco de San Bartolomé, cabecera histórica de la pujante Maspalomas. Al contrario de lo que sucedió con Ansite, aquí el pueblo castellano creció a partir de las casas del antiguo poblado aborigen, un extremos que queda de manifiesto cuando uno da un paseo por La Montañeta (Acceso calles La Montañeta, Humiaga y Bartolomé Febles), un lugar donde las casas coloniales coexisten con viejos muros e incluso construcciones enteras que datan de muchos siglos antes de la llegada de los europeos (como la conocida como ‘Casa canaria’ de la Calle Humiaga). Construcciones humildes que contrastan con la riqueza de la Casa de los Yánez (Dirección: C/ Antonio Yánez, 1; Tel: (+34) 928 127 120; Horario: LV 9.00 – 14.30; E-mail: museocasayanez@gmail.com) caserón canario del siglo XVIII que hoy alberga un interesante museo etnográfico centrado en los modos de vida de las clases altas rurales. Muy cerca de la Iglesia de San Bartolomé, se encuentra el Molino del Henchidero (Dirección: C/ Los Naranjos, 2; Tel: (+34) 928 127 344), molienda hidráulica del siglo XIX restaurada y reconvertida en centro cultural. Para volver a la costa bastará con desandar lo andado o bajar por Fataga, otra de las carreteras míticas del mapa rutero insular . Pero esa es ya otra historia.

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