Aínsa, toda una capital del turismo rural

El casco antiguo de Aínsa sobresale entre los ríos Chica y Ara.

Roberto Ruiz

Enclavada en plena naturaleza, al noreste de Huesca, cerca de los Pirineos y pegada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, se encuentra la Villa de Aínsa, un pequeño municipio de unos 1.700 habitantes. Aquí, en plena comarca de Sobrarbe, el viajero encuentra todo lo necesario para olvidarse de todo, no pensar en nada, y limitarse a llenar los pulmones con grandes dosis de aire puro.

Su casco antiguo, su entorno y su encanto medieval le han valido ser proclamada este año como Capital del Turismo Rural según el portal de alojamientos rurales EscapadaRural.com, al igual que el año pasado lo fue Sigüenza, en Guadalajara. Alzándose como la elegida por los usuarios de alojamientos rurales entre otras 247 localidades de toda España, a Aínsa no le faltan encantos para merecerse este galardón.

Un pueblo de sabor medieval

Pasear por las calles de Aínsa es viajar en el tiempo. Todo, desde sus casas hasta el empedrado de sus calles nos traslada varios siglos atrás y no es difícil imaginarse viviendo en otra época. Todo está cuidado al detalle y cada rincón reluce como si cada piedra se acabara de colocar. Un paseo por el casco antiguo te llevará desde las ruinas de su castillo (s. XI-XVI) hasta la iglesia románica de Santa María (s. XII) y su singular claustro, no sin antes atravesar su espectacular Plaza Mayor porticada y sus dos calles principales, la de los nobles y la de los oficios.

Uno de estos antiguos caserones es hoy precisamente el Museo de Oficios y Artes Tradicionales, donde se recoge una de las mejores colecciones etnográficas del Pirineo y se puede dar un buen repaso a los antiguos trabajos donde la madera, el barro, el hierro y la tela eran materias primas esenciales. Además, muy cerca de él se encuentra un viejo mikve (baño judío) que recuerda la importante comunidad judía que habitó la comarca hace siete siglos.

Una de las mejores maneras de conocer la historia de Aínsa y facilitar ese viaje en el tiempo es participando en una de sus visitas teatralizadas. Con ellas recorres el casco antiguo de punta a punta, descubriendo sus principales puntos de interés con anécdotas y leyendas incluidas, a lo largo de un paseo de hora y media que se realiza los miércoles de junio, julio y agosto a las 19:30h.

Una comarca en plena naturaleza

Aínsa se encuentra en el Valle del Cinca Bajo. Un lugar donde muchas de sus poblaciones tienen el reto de resistir a la despoblación sufrida desde hace ya muchos años. Hoy el turismo es el principal motor de su economía y de la vida de sus calles al ofrecer una combinación perfecta entre naturaleza, gastronomía, tradición, actividades al aire libre y alojamientos rurales. No en vano aquí se encuentra el Geoparque de Sobrarbe-Pirineos, recogido por la UNESCO, y cuya oficina recibe más de 60.000 visitantes al año en busca de nuevas rutas y senderos.

Pueblos hay muchos y cada uno tiene su historia, pero un buen ejemplo contra la despoblación es el caso de Murillo de Tou, un pequeño municipio abandonado y recuperado gracias a un proyecto de CC.OO. con el que se impulsó una nueva vida turística, social y educativa. Hasta aquí llegan viajeros en busca de desconexión, al igual que ocurre en Latorrecilla, donde además el proyecto apícola Mis Amigas las Abejas muestra e instruye sobre este tipo de ganadería.

Para conocer a fondo la naturaleza de la zona es imprescindible visitar el Eco Museo de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, ubicado en la Torre del Homenaje del castillo de Aínsa. Aquí se puede conocer la riqueza natural y cultural del Pirineo, pero sobre todo su fauna más característica, con el quebrantahuesos como principal representante. Además, un espacio destinado a aves recuperadas nos permite contemplar varios ejemplares incapaces de vivir en libertad. Aquí se encuentra una pareja de búhos reales, uno de ellos herido por disparo y otro electrocutado, un águila culebrera ciega y un ejemplar de quebrantahuesos, llamado Huesos, que enfermó de malaria aviar. Como dato a tener en cuenta: de 40.000 a 50.000 rapaces mueren cada año en toda España víctimas de venenos y destrucción del hábitat.

Esta misma Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos gestiona la alimentación de rapaces en un muladar, un comedero de buitres. Los restos sobrantes del matadero municipal suponen un festín para cientos de buitres leonados, milanos reales, alimoches e incluso algún quebrantahuesos, que con acciones como ésta aumentan poco a poco su población. Se puede contratar una visita guiada desde el Eco Museo y los fondos se destinan a la conservación de la biodiversidad de la zona.

Zona Zero, el triunfo del BTT

Zona Zero es el resultado del trabajo en equipo. Desde hace varios años grupos de amigos, ciclistas e instituciones se han esforzado codo con codo para recuperar una extensa red de senderos abandonados, antiguos caminos que recorrer zonas solitarias en bosques pirenaicos únicos.

Ahora, puestos de nuevo en valor, hacen las delicias de los amantes de la bicicleta de montaña. Hasta aquí llegan ciclistas de todo el mundo para pedalear por ellos, por lo que todo el entorno, incluso los alojamientos, se ha involucrado en acoger esta nueva forma de turismo.

Es tal el tirón y el éxito del BTT en la región gracias a Zona Zero que acaban incluso de lanzar una App específica (ZTrails) para asegurar la buena convivencia entre ciclistas y otros usuarios del monte, como por ejemplo los cazadores.

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