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Seis rincones para descubrir en el Algarve portugués

São Lourenço de Almancil esconde su mayor tesoro en su interior.

Roberto Ruiz

No hay lugar a duda de que el Algarve, en el sur de Portugal, es una de las zonas más turísticas del país luso, pero si sabes buscar encontrarás infinidad de rincones con encanto con los que huir de las grandes urbanizaciones, los campos de golf, las playas concurridas y los puertos deportivos.

El Algarve es grande y variado, pero a pocos kilómetros de España ya comienzan sus atractivos con pueblos pesqueros y de interior, con encantos para todos los gustos. Pequeñas localidades repletas de historia, ricos mercados, antiguas fortalezas, espectaculares iglesias, azulejos por doquier y una gastronomía, vayas donde vayas, que no te defraudará jamás.

Si conoces el Algarve, lo más probable es que en cada visita, si te sales del camino marcado, descubras un nuevo rincón para recordar. Y si no lo conoces, aquí tienes seis visitas imprescindibles para hacerte una buena idea de lo que allí te espera.

El castillo árabe y la robusta catedral de Silves

Silves, en el interior, fue capital del Algarve islámico y mantuvo su capitalidad ya en época cristiana hasta mediados del siglo XVI. Encaramado en lo alto de un cerro hoy mantiene vivo su pasado esplendor, y su castillo se alza espectacular marcando su silueta. Aunque tiene orígenes romanos, el actual castillo de Silves fue construido por los musulmanes entre los siglos VIII y XIII y se mantiene como el mejor ejemplo de arquitectura militar árabe que encontrarás en Portugal.

Las empinadas callejuelas de Silves tienen mucho encanto que ofrecer, combinando pequeñas edificaciones familiares junto a monumentales caserones de época. Su catedral, del siglo XIII y estilo gótico, se mantiene en pie con firmeza tras soportar el importante terremoto de 1755.

El espectacular interior de São Lourenço de Almancil

Aunque por fuera no lo parezca, la iglesia de São Lourenço, en Almancil, es uno de los grandes tesoros que esconde la región de Loulé. Fue construida en la primera mitad del siglo XVIII y es de estilo barroco. No es muy grande, pero su interior está completamente cubierto por azulejos finamente pintados por Policarpo de Oliveira Bernardes en 1730, en los que se cuenta la vida de San Lorenzo. El impacto visual te dejará sin habla.

La entrada tiene un precio de 2 euros y, atención a esto, no está permitido hacer fotos de su interior, pero no deberías dejar de entrar aunque luego tengas que recurrir a Google para enseñar São Lourenço de Almancil a familiares y amigos.

El mercado de Olhão un sábado por la mañana

Puestos a visitar uno de los más bonitos mercados de todo el Algarve... mejor que sea un sábado por la mañana. Es el momento en el que los alrededores del espectacular mercado de Olhão se llenan con los puestos de productores, con mercancias de máxima proximidad y frescura. El mercado consta de dos edificios, uno para verduras, carnes, quesos y charcutería, y otro exclusivamente de pescado.

En este último verás la riqueza de las costas del Algarve en forma de pescados de todo tipo, tantos que posiblemente haya especies totalmente desconocidas para ti, con abundancia también de pulpos, calamares y chocos. Eso sin olvidar las famosas huevas de pulpo secas, un manjar que no verás en muchos otros sitios.

Loulé y sus callejuelas

El centro histórico de Loulé podría hablar de romanos, visigodos, árabes y cristianos, y en parte así nos lo recuerdan sus calles y edificios. Su castillo, sin ir más lejos, es de origen árabe pero fue reconstruido en el siglo XIII y sus murallas sobresalen en pleno casco histórico. En su interior se encuentra el Museo Municipal y el Centro Municipal de Documentación.

Un paseo debería llevarte a conocer también las ruinas del Convento da Graça, la capilla de Nossa Senhora da Conceição o el Convento do Espírito Santo, pero sobre todo el mercado municipal de Loulé, abierto en 1908 y cuya fachada mezcla estilos de forma colorida.

Las playas tranquilas de las islas de Armona y Culatra

Si de verdad quieres desconectar de cualquier bullicio, no encontrarás mejor acogida que la de las playas desérticas de las islas de Armona y Culatra. Tras un breve trayecto en ferry desde el muelle de Olhão, en cosa de media hora estarás desembarcando en cualquiera de estas dos pequeñas islas, y pocos minutos después caminando por tranquilas calles en las que la ausencia de vehículos ya te traslada a otro mundo.

Sus playas son salvajes, de esas en las que siempre puedes hallar un hueco para encontrar un ratito de relax, darte un baño en sus tranquilas aguas o simplemente meterte en tu mundo sin la interrupción de ningún otro ser humano.

El centro histórico de Tavira

Si entras en Portugal cruzando el Guadiana desde la provincia de Huelva Tavira será una de las primeras paradas a marcar en tu camino. Conoció su principal desarrollo a partir del siglo VIII como una de las ciudades más importantes del Algarve islámico, pero sus orígenes se remontan a los romanos e incluso a los fenicios. Para repasar su historia no hay nada como visitar los restos de su castillo, del que aún quedan varias murallas en pie, pero verás que sus numerosas iglesias le roban gran parte del protagonismo.

Cómo no, el Ponte Velha, atribuido a los romanos, es de foto obligatoria, así como el Mercado da Ribeira, donde además de puestos de todo tipo encontrarás unos cuantos restaurantes donde degustar lo recién sacado del mar.

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