La Champagne, una ruta por el vino de los reyes

El faro de Verzenay, uno de los atractivos de la ruta del Champagne.

Elena García

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A solo 45 minutos de París en tren, se pueden recorrer las poblaciones más bellas de la ruta del Champagne en coche o incluso en bici, para descubrir todo su patrimonio histórico, natural y arquitectónico reconocido por la Unesco. Se recomienda reservar las visitas a las degustaciones con antelación para asegurarse el placer de descubrir los secretos que caracterizan a cada bodega, aparte de disfrutar de sus exquisitas catas.

Partimos de Troyes, la capital de los mil colores del departamento de Aube, con un casco histórico gótico y renacentista en forma de corcho de champagne, recorriendo sus calles estrechas tal que la Callejuela de los Gatos, todas ellas repletas de magníficos monumentos, museos, casas decoradas con entramados de madera de colores, mansiones del siglo XVI, patios interiores y templos e iglesias tan destacados como la Catedral de Saint Pierre Saint-Paul. Aquí debes probar delicias locales como el andouillette de Troyes o el queso Chaource, regados, por supuesto, con champagne francés de “Régis Corniot” y “Vins Nicolas”. 

Seguimos el tour por Côte des Bar, entre Bar-sur-Seine y Bar-sur-Aube. Orientarse en Aube es fácil siguiendo la señalización de la “Ruta Turística del Champagne”, un circuito de unos 220 kilómetros plagado de viñedos, bodegas abovedadas y típicos “cadoles” (chozas de viñedos) donde, evidentemente, hay que dejarse agasajar el paladar con burbujitas. Merecen la visita la Abadía de Clairvaux y la capilla y comandancia templaria de Avalleur, un enclave medieval único. Para aportarle cultura al trayecto, Essoyes, el “pueblo de Renoir”, a las orillas del Ource, cuyos paisajes inspiraron al artista, como se puede contemplar en su taller, el Espacio cultural y hasta sus jardines y su casa.

Proseguimos hasta Bar-sur-Aube, sede de las ferias de Champagne de Halloy, que conserva joyas de la edad de oro medieval como la iglesia de San Pedro y su galería de entramados de madera. Muy cerca, se impone la naturaleza apabullante de los Grandes Lagos de la Forêt d'Orient, donde es posible hacer esquí acuático, vela o windsurf, pesca y ciclismo. 

Reims, Ciudad de las Coronaciones y del Champagne

Un punto álgido del recorrido es Reims, con sus enclaves reconocidos por la Unesco como Patrimonio Mundial, léase la Catedral de Reims, el Palacio del Tau, la antigua abadía de Saint-Remi y su museo, así como su colina Saint-Nicaise con la llamada “catedral subterránea”, esto es, las antiguas canteras de piedra caliza explotadas en el Medievo y reconvertidas en las históricas bodegas “Veuve-Clicquot” (24 kilómetros de galerías), “Taittinger”, “Vranken-Pommery”, “Ruinart” (las “crayères” o galerías más altas, alcanzando una altura de 50 metros), “Martel” y “Charles-Heidsieck”, que guardan ahí sus excelentes botellas protegidas de la luz y a temperatura constante (10°).

Encima de la colina tampoco te puedes perder las casas de champagne, la iglesia Saint-Nicaise, la ciudad jardín de Chemin-Vert y el Parque público de Champagne, con vistas a la antigua muralla medieval. Para empapar el champán que cates, vete al Mercado de Boulingrin y prueba la famosa galleta rosa de Reims, que para la cena te esperan las concurridas plazas de Drouet d'Erlon, du Forum, Les Halles du Boulingrin o la Place du Cardinal Luçon, en la explanada de la Catedral.

Empieza otro día nuevo en la Cité du Champagne, a los pies de las laderas del viñedo de Aÿ, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, un complejo subterráneo impulsado por varios organismos vitivinícolas para promover su historia, su saber hacer, su arte de vivir, su patrimonio y su tierra en un recorrido sensorial de 360°. De ahí, a Hautvillers, cuna del Champagne que cae sobre las soleadas laderas de la montaña de Reims con sus pintorescos callejones y zonas gourmet, sus letreros de hierro forjado del medievo... Aprovecha para saber más sobre ese oficio artesanal que desarrolló Dom Pérignon, casi por un descubrimiento casual, desde la abadía benedictina de la localidad. Lógico que figure en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco junto a “Coteaux” y la “Maisons et Caves de Champagne”, en el marco de las “Laderas, Casas y Bodegas de Champagne”.

Ahora bien, no olvides que aún has de conducir 15 minutos hasta Epernay, la capital de Champagne, situada en el corazón de 35.000 hectáreas de viñedos que acogen las diez casas de champagne más grandes del mundo a lo largo de la majestuosa (y carísima) Avenue de Champagne, reconocida como Patrimonio Mundial de la Unesco por su arquitectura ecléctica y sus edificios del siglo XIX.

Un faro en medio de viñedos

¿Te imaginas un faro en medio de un océano de viñedos? Pues existe, sí, el Faro de Verzenay ofrece no sólo un ecomuseo dedicado a la viña, sino también una visita guiada con degustación de los champagnes de los viticultores locales. Colindan con él la bodega “Champagne Godmé Sabine” y “La Maison Penet Verzy”. Resérvate para visitar las 50.000 hectáreas de bosques, viñedos, zonas de cultivo y ríos del Parque Natural Regional Montagne de Reims.

Continuamos el recorrido en la bimilenaria ciudad de Châlons-en-Champagne, apodada la “Venecia chispeante” por los canales que recorren sus 11 hectáreas verdes en pleno corazón urbano de admirable legado artístico, histórico y natural. Si quieres regalarte un ágape bien hedonista, en las plazas Foch y de la République tienes para escoger, si bien, se recomiendan el Estrella Michelín “Jérôme FECK”, “Le Carillon Gourmand”, “Les Caudalies”, “Marie-Caroline”, “le Petit Pasteur” y “Souply”. Como en Francia se cena pronto, aún te da tiempo a apuntarte a ver la ciudad iluminada en un paseo nocturno a bordo de un barco.

Tras comprar delicatessen locales de buena mañana en el Mercado de Les Halles y ver la Porte Sainte-Croix en Châlons-en-Champagne, enfila hacia la basílica Notre-Dame de L'Epine, considerada por Víctor Hugo una de las “joyas de la Champagne”. Eso ya no lo mejora ni París, el fin de la ruta, donde puedes seguir haciendo el “bon vivant” con tus copas de champán en los bistrós, terrazas, restaurantes y rincones mágicos de cualquiera de los barrios de la Ciudad de la Luz y del Amor. Por supuesto, te esperan sus 137 museos y 300 kilómetros de catacumbas y la Torre Eiffel para la foto que cierre el álbum. 

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