Zugarramurdi: historias de cuevas, brujas y aquelarres

Roberto Ruiz

En el norte de Navarra, ya casi en Francia, el pueblo de Zugarramurdi tiene un pasado oscuro que contar. Un pasado de brujas y aquelarres. Pero no brujas de esas con escobas y verrugas en la nariz que hacen brebajes humeantes donde nunca faltan sapos, sino de brujas perseguidas por la mismísima Santa Inquisición en el siglo XVII. Acusadas y quemadas en la hoguera.

Zugarramurdi podría tener fama por su precioso enclave natural, en la comarca de Xareta, rodeado de vegetación y formaciones como la de su propia cueva, que es uno de sus principales atractivos. Pero no, como todos, Zugarramurdi también tiene su pasado, y aunque hablemos de sus brujas con toda naturalidad, esta visita nos servirá para conocer la dramática situación que vivieron muchos de sus habitantes hace cuatro siglos atrás. 

Viajamos a un momento de la historia en el que los mitos y las leyendas se mezclan con la sabiduría ancestral. En el que las mujeres usaban el poder de la naturaleza para encontrar remedios curativos, pero en el que las acusaciones de brujería entre los vecinos, casi siempre infundadas, estaban a la orden del día. El de boca en boca y el tiempo hacen el resto, por lo que la historia de esta zona de Navarra viene acompañada de aquelarres, exorcismos, calderos, pócimas, incriminaciones y persecuciones. 

El Museo de las Brujas de Zugarramurdi

Una vez en Zugarramurdi, si queremos entrar en contexto y ser conscientes de todo lo que nos rodea, el lugar indicado por el que empezar nuestra visita es El Museo de las Brujas. Es la mejor manera de conocer y comprender el proceso que la Inquisición llevó aquí a cabo en 1610 y, cómo no, todo lo que ello contrajo. 

El museo se ubica en un antiguo hospital, la casa Dutaria, y nos acerca la sociedad de esta zona de Navarra en el siglo XVII, con sus mitos, sus leyendas y sus tradiciones. Una vez en ambiente, y rodeados por elementos como calderos y cabezas de cabra, el museo nos lleva a conocer el relato de María Ximilegui y sus sueños, donde aseguraba haber volado y haber presenciado a sus vecinos celebrando aquelarres. Podría haber sido solo una anécdota, pero la Santa Inquisición fue avisada y se puso en marcha la mayor caza de brujas que se haya visto en España. 

El museo, inaugurado en 2007, sirve de recuerdo a las víctimas que la Inquisición condenó por brujería. Un total de 53 personas fueron arrestadas y la mayoría murió antes de ser juzgadas. El 7 de noviembre de 1610 se celebró un Auto de Fe en el que 21 de ellas fueron acusadas de delitos menores, 21 perdonadas y 11 condenadas a la hoguera. Por lo que las salas no dejan de ser un espacio de duelo que narra la historia de forma rigurosa, envuelta por un halo de misterio, eso sí, pero defendiendo las costumbres y remedios naturales que las curanderas de la época llevaban a cabo. Lejos de las típicas brujas caricaturizadas sobre escobas. 

Las cuevas de Zugarramurdi

Las cuevas, a pocos metros del Museo de las Brujas, es donde según la leyenda se llevaban a cabo aquellas reuniones y aquelarres brujeriles. Sea por eso, o simplemente para admirar una de las formaciones naturales más bellas de la región, merece la pena la visita. Esta cavidad rocosa de 120 metros de largo, 26 de ancho y 12 de alto es resultado del arroyo Orabidea, el pequeño cauce de agua que la atraviesa, y está adaptada y habilitada para ser visitada por todos los públicos. 

Estamos en 'Sorginen Leizea’ o ‘La cueva de las Brujas’. Un complejo cárstico espectacular en el que no encontraremos ni estalactitas ni estalagmitas, ni tampoco pinturas rupestres, pero sí un ambiente inquietante que trae a la memoria aquellas reuniones ocultas en las que, según la leyenda, se invocaba al diablo. De hecho, este fue el escenario escogido por Álex de la Iglesia para rodar la escena final de su película ‘Las brujas de Zugarramurdi’, ganadora de ocho premios Goya en 2014.  

También aquí, en la cueva, se celebra cada 18 de agosto el zikiro-yate, una comida popular en la que colaboran todos los vecinos del pueblo y en la que el plato protagonista es el cordero asado a la estaca junto a enormes brasas. Una fiesta gastronómica abierta a cuantos quieran sumarse para compartir bocado bajo el techo de Sorginen Leizea. 

Además de visitar el Museo de las Brujas y la cueva, en Zugarramurdi podemos aprovechar para dar un paseo por el pueblo y admirar sus calles, donde la arquitectura tradicional se une a las casas señoriales. Eso, o incluso animarnos con algo de senderismo por el valle, siguiendo por ejemplo la ruta que antiguamente los contrabandistas utilizaban para pasar sus mercancías entre las cuevas de Zugarramurdi, las de Sara y las de Urdax.