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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Espiral de descontrol

Pedro Sánchez

Antón Losada

Las casualidades no existen en política. Las cosas pasan a la vez porque alguien se ha preocupado de hacerlas coincidir. Se ha explicado aquí muchas veces y los hechos lo confirman una y otra vez. Ya tenemos otra prueba. No se debe a la casualidad que sea el Gobierno de Pedro Sánchez quien relance las especulaciones sobre un adelanto electoral, justo en el arranque de una campaña andaluza donde el mensaje principal de la candidata socialista se resume en la conveniencia de votarla mucho para evitar el bloqueo político de un resultado repartido y garantizar así la gobernabilidad. La maniobra luce tan burda que quien no la ve acaba tropezándose de narices con ella.

Hay que tener mucho cuidado cuando se juega con el discurso del miedo y la inestabilidad. Porque, una vez suelto, el miedo tiene la mala costumbre de propagarse por su cuenta y la inestabilidad no sigue ni las instrucciones ni las estrategias de nadie; es su naturaleza. Si, para evitar el fin de la legislatura, se pone en circulación que la legislatura se puede acabar mañana si no se vota para que siga, puede que a muchos les entre el miedo a unas elecciones inciertas y te hagan caso; aunque también puede acontecer que te tomen la palabra y den por hecho que fue bonito mientras duró pero, al final, se os rompió el amor.

Cuando la inestabilidad se ha convertido en la nueva normalidad la labor del buen gobierno consiste en generar estabilidad. Si el Ejecutivo se convierte también en fuente de inestabilidad, entonces ya pueden abandonar toda esperanza de que pueda detenerse la espiral de descontrol que alimenta el jaleo político y el desorden institucional. Si el objetivo de la oposición pasa por convertir todo en un drama que no pueda soportarse un día más y forzar una elecciones que están convencidos de ganar y la respuesta del Gobierno consiste en alimentar las especulaciones electorales porque también está convencido de salir ganando, entonces ya pueden ir preparando las urnas y las papeletas porque lo que comenzó como una táctica, se ha convertido en una decisión.

Que Manuel Marchena haya renunciado a la presidencia del CGPJ tampoco es una coincidencia. Se entiende mejor en un contexto de progresivo descontrol, igual que la espantada popular del acuerdo. Puede que, efectivamente, tengan que ver con los mensajes de Ignacio Cosidó y la filtración de su nombre. Pero seguro que no es ajena a la sensación de descomposición acelerada que se ha disparado en apenas unos días. No tiene mucho sentido subirse al tren de un acuerdo parido durante un mandato que, en una semana, ha pasado por tener presupuestos, sobrevivir vía decreto y pensar en votar en otoño del 2019 para acabar especulando con hacerlo en mayo o marzo que vienen.

El electorado de izquierdas tiene muy claro que no quiere un adelanto electoral. Ahí reside el principal apoyo de Pedro Sánchez. Olvidarlo o confundir a ese votante sería su gran error. Solo existe una manera de deshacer la confusión y se llama claridad. No hace falta inventar algo, ni hay que ser un gran estratega. Si quieres acabar la legislatura, lo dices y quien no quiera que vote en contra. Si quieres ir a elecciones, convócalas cuando aún parezca que puedes elegir, no que no te quede otro remedio.

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