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Grecia ahora como España hace cinco años

Suso de Toro

Los ex Presidentes tienen algo de almas en pena inevitablemente, ya no están pero no acaban de irse y creen tener cosas que decirle a los mortales que los sobreviven.  Las almas en pena no cambian de personalidad y son muy parecidas a cuando estaban vivas.

Por ahí anda Felipe González entre negocios y campañas contra el gobierno venezolano, José María Aznar desde su FAES hostigando a Rajoy en la Moncloa y José Luís Rodríguez Zapatero acompañando a Sánchez y a los nuevos cargos socialistas.

Esta semana se habló de la ley de matrimonio homosexual, como me parece que fue una medida importantísima que reconoció completamente la dignidad a tantas personas y ha tenido eco ahora, diez años después, en los EE.UU., lo lógico sería que los medios de comunicación españoles se precipitasen a entrevistar a Zapatero, pero creo que solo salió en una cadena de radio. A estas alturas ya nada sorprende nada. Pero recordé a Zapatero por otro asunto, Grecia.

En su libro “El dilema” trató de explicar lo que puede ser explicado pero nunca será completamente aceptado, el dilema que vivió entre ver a España embargada y administrada desde el BCE o tomar alguna medida que lo evitase, cambiando la Constitución por su cuenta con el acuerdo de Rajoy. Lo que el Estado español enfrentaba entonces era el secuestro de la soberanía, es difícil decidir quien era el atacante, ¿“los mercados”, el BCE, “la Troika”, Alemania apoyada por Francia…? Pero no hay duda de que de lo que se trataba era de tomar por la fuerza un país, vidas y haciendas.

Eso están haciendo con Grecia, por eso no debe caber duda de que cualquier demócrata tiene que estar con el gobierno griego. ¿Es acertado el referéndum? Todo puede ser discutido pero lo que hace Tsipras pidiendo la opinión a la ciudadanía es oponer política democrática a los tanques financieros. No hay otra opción democrática que apoyar al único gobierno que está defendiendo su soberanía e intentando evitar el robo de la democracia. Porque de eso se trata.

Zapatero todavía podría dar más detalles acerca del embargo de la soberanía del Estado que afrontó como Presidente, y debiera hacerlo para que comprendamos hasta que punto es un ataque a Grecia lo que estamos viviendo ahora. Pero cuando, en aquella situación desesperada, acordó con Rajoy la reforma constitucional sin contar con la ciudadanía, activó un botón rojo de autodestrucción de la propia Constitución. La soberanía del Estado quedaba a salvo de una intervención política y económica pero el Estado dejaba de estar bajo el control ciudadano. Zapatero conservó soberanía del Estado a cambio de entregar democracia.

Desde ese momento la Constitución, con sus virtudes y limitaciones, con su agotamiento y sus costurones, ya era cenizas. En adelante sería preciso un nuevo proceso constituyente y nuevos textos.

Pero lo que era una necesidad jurídica pasó a ser una necesidad social. La población pasó a expresar cada vez más primero su distancia y luego su enfado con un poder político que escapaba a todo control. Lo sucedido en aquellos días de hace cinco años, algo tan grave, desencadenó un proceso  político que todavía evoluciona con fuerza y no llegó a su final. Se trata de que la ciudadanía recupere, o gane por primera vez, poder democrático.

Por eso y sin que sirva de excusa esto o aquello tenemos que estar con Grecia, con su gobierno y con la ciudadanía griega frente a esos “bárbaros”.

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