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Grecia 2020 (una especulación)

Jose A. Pérez Ledo

Artículo copiado de Wikipedia el 12 de marzo de 2020

El 5 de julio de 2015, se produjo un referéndum en Grecia con el objeto de decidir su continuidad en Europa. Contra todo pronóstico, la votación se saldó un empate exacto (4.274.832 votos por el sí frente a 4.274.832 favorables al no).

Esa misma noche, los ministros de finanzas europeos se reunieron de urgencia y permanecieron mirándose los unos a los otros sin decir nada durante veinte minutos. Fue el español Luis De Guindos quien rompió el hielo sugiriendo prender fuego a Grecia, propuesta que encontró un apoyo mayoritario pero que finalmente fue desestimada por contravenir el protocolo de Kioto.

Christine Lagarde, en una rueda de prensa celebrada a la salida del solárium, recordó que, de toda la vida, un empate es lo mismo que el sí. Miles de filósofos se opusieron a este razonamiento, siendo la primera vez que a alguien le importaba la opinión de un filósofo desde el año 30 antes de Cristo. Lagarde, iracunda, privatizó el agua dulce en todo Sudáfrica, lo cual no le dio la razón pero alivió momentáneamente su desdicha.

En septiembre de 2015, el Banco Nacional de Grecia decidió acuñar dracmas, lo que posibilitó a los ciudadanos griegos ser pobres en dos unidades monetarias distintas.

En diciembre, Podemos ganó las elecciones en España. La primera medida del presidente Iglesias fue volver al dracma. Sus más próximos asesores le recordaron que España jamás había tenido dracmas, pero Iglesias los despidió acusándoles de querer confundirle y de pertenecer a Izquierda Unida.

En 2017, Angela Merkel compareció en la televisión pública alemana para anunciar la vuelta del marco con una frase que pasaría a la historia de la construcción europea: “Pueblo alemán: estoy de los pobres hasta el coño.” Estas declaraciones provocaron disturbios en las principales capitales del sur de Europa, hecho que gran parte de la población aprovechó para tomar algo.

El giro alemán fracturó definitivamente el continente, dando lugar a Norteuropa y a Sudeuropa, también conocida como La Gran Castilla La Mancha. Desde entonces, la tensión no dejaría de crecer. Prueba de ello es el artículo de The Guardian (23 de julio de 2018) donde se recomendaba a los turistas ingleses llevar cacahuetes y lápices de colores para los niños españoles. Las autoridades españolas consideraron el artículo una gran ofensa, aunque admitieron que unos cacahuetes siempre entran bien.

En 2019, Grecia se incorporó a Rusia. En un pomposo acto oficial, Putin regaló a Tsipras un tigre albino, un kalashnikov y 32 bombas nucleares. El presidente de Estados Unidos, Jaume Roures, mostró su desacuerdo con este pacto y, para demostrarlo, reprogramó un partido del Villareal sin decírselo a nadie.

Para 2020 el euro ya era solo un recuerdo brumoso, como el Laser Disc o la Cherry Coke. La construcción europea había naufragado definitivamente. Otra vez.

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