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Grecia a subasta

Los ministros de Finanzas de Alemania, Holanda y Luxemburgo en la reunión del Eurogrupo del lunes

Olga Rodríguez

Escribía en esta misma sección hace dos semanas que hay golpes de Estado que se pueden dar sin tanques. Lamentablemente, los acontecimientos que se han desarrollado desde entonces han dado fuerza a esta tesis. El propio Varufakis ha usado esa misma expresión para denunciar que el Eurogrupo pretende subastar Grecia, en un acto que el exministro de Finanzas griego ha calificado de “terrorismo”.

Al hilo de esa definición de Varufakis, el jurista Joan Garcés recordaba este fin de semana, en una charla en el Foro por el Cambio, un párrafo del Código Penal español sobre terrorismo que dice así:

“Se considerará delito de terrorismo la comisión de cualquier delito grave [...] cuando se llevaran a cabo con cualquiera de las siguientes finalidades:

1.- Subvertir el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo.

2.- Alterar gravemente la paz pública

3.- Desestabilizar gravemente el funiconamiento de una organización internacional

4.- Provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella“.

Fin de la cita.

Europa se fundó perdonando deudas precisamente a Alemania. En 1953, a través del Acuerdo de Londres, se redujo la deuda alemana en un 63%. Entre sus acreedores se encontraba Grecia, pero Alemania impone ahora la asfixia a Grecia pasando por encima de las decisiones democráticas del pueblo griego.

Presenciamos cómo se está subvirtiendo y desestabilizando el funcionamiento de las estructuras económicas y sociales del Estado griego, cómo se obliga a los poderes públicos de Atenas a asumir determinados actos y a evitar medidas que aliviarían el sufrimiento de los griegos. Se ha desestabilizado a un país por medio de la presión financiera y se ha pretendido sembrar el terror en buena parte de la población.

Si algún día regresa la cordura a esta Europa que corre hacia el abismo se estudiará con detalle cómo la deuda privada se convirtió en pública, cómo los Estados -a través de sus ciudadanos- asumieron el pago de deudas ajenas e intereses desorbitados mientras los bancos hacían negocios con sus préstamos, recibiendo del Banco Central Europeo dinero a intereses bajos para entregar ese mismo dinero a los Estados del sur duplicando o incluso triplicando los intereses.

Si algún día regresa la cordura a esta Europa que iba a ser solidaria se estudiará en los libros de Historia cómo se marcaron pautas para interferir en la vida política de un país como Grecia y cómo el capitalismo financiero ha logrado en pocos años ser mucho más poderoso que antes de la crisis. El mercado de los productos financieros derivados mueve al año 700 billones de dólares, una cifra equivalente a diez veces el Producto Interior Bruto de todo el planeta, el dinero circula fuera de control y con ello la democracia en el sur de Europa se arriesga a convertirse en algo meramente anecdótico.

En la obra de Shakespeare “El mercader de Venecia” el prestamista Shylock impone al mercader Antonio pagar su deuda con la entrega de una libra de carne de su propio cuerpo. En una triste metáfora, el Eurogrupo no tiene inconveniente en exprimir y subastar Grecia, exigiéndole pagar con su propia carne deudas que empezaron siendo mayoritariamente privadas y con las que muchos intermediarios han hecho suculentos negocios. Todo ello, con un claro objetivo: imponer una única opción política y un solo modelo económico -basado en el “aquí manda Alemania y el poder financiero”- que nos llevará a todos a un clima de tensión creciente. Así escribe Europa su historia en esta segunda década del siglo XXI.

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