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¿La LOMCE bajará el abandono educativo temprano? ¡Claro!

La cabecera de la manifestación de estudiantes en la Puerta del Sol.

José Saturnino Martínez García

Profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna —

Es razonable esperar que durante la vigencia de la nueva ley educativa disminuya el abandono educativo, por tres motivos. Dos obedecen a la propia ley. Por un lado, facilita el paso a la educación post-obligatoria, mediante la Formación Profesional Básica. Por otro, los organismos internacionales han dado el visto bueno a que este título sea considerado en sí mismo como post-obligatorio, por lo que quienes lo cursen o finalicen no serán computados en situación de abandono educativo temprano. En este punto hay que reconocer la astucia del PP, pues lo que es una formación básica de nivel 1, como pudo ser en su día la FPI Garantía Social o actualmente la titulación obtenida en los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), será computada como educación post-obligatoria.

El tercer motivo es la coyuntura económica. Nuestra tasa de abandono educativo temprano (24,9% en 2012) es la más alta de la UE, al tiempo que es la más baja de nuestra historia. Y desciende a un ritmo rápido (en 2008 era del 31,9%), en contradicción con el Plan Nacional de Reformas 2012-2015 del Gobierno, que presuponía inalcanzable la tasa del 23% para 2015 sin cambios sustanciales en la política educativa. Dicho de otra forma, con LOMCE o sin LOMCE, cumpliremos, gracias al paro juvenil.

Estas previsiones optimistas sobre los resultados de la reforma pueden ser contrarrestadas por otras medidas: aquellas en las que Wert queda a la derecha de Villar Palasí, el ministro de Franco que promovió la Ley General de Educación (LGE) de 1970. Bajo Villar Palasí se suprimieron las reválidas, dado que era patente que representaban un freno para mejorar el nivel de competencias y conocimientos de la población al dejar a muchas personas sin la posibilidad de cursar educación post-obligatoria.

El reciente PISA de adultos (PIAAC) muestra que posiblemente este objetivo se cumplió, ya que el nivel de competencias de quienes estudiaron con la LGE es claramente superior a quienes estudiaron con la legislación previa. No está claro que quienes no pasen la reválida vayan a cursar FP Básica, por lo que podrían quedar fuera del sistema educativo formal, como sucedía en aquella época. Además, el PISA de adultos muestra que nuestro país es uno de los que más ha mejorado el nivel educativo de la población más joven con respecto a la más mayor, y, después de años oyendo que la LOGSE es la culpable de la supuesta bajada de nivel educativo, el propio Ministerio, en rueda de prensa, vino a decir que más bien lo que ha sucedido es que el crecimiento se ha estancado. Lo cierto es que el grupo de edad que más se aproxima a la media internacional es precisamente el más joven, de 16 a 24 años, que está a 16 puntos en lectura del promedio internacional de su edad mientras que el resto de generaciones está a más de 20 puntos.

Por otro lado, la propuesta educativa del PP es contraria a otro punto fundamental de la política educativa de Villar Palasí: la inversión en educación. El PP se ha comprometido ante la UE a otra vuelta al pasado: pasar de una inversión en educación del 5% del PIB en 2011 al 3,9% en 2015, una cifra que no se veía desde los ochenta. El argumento para defender que con menos dinero mejorarán los resultados se basa en la evidencia de que en España el incremento de la inversión por alumno ha sido considerable en la última década, pero no así los resultados. Pero, por un lado, no sabemos cómo serían los resultados sin ese esfuerzo presupuestario. Por otro, parte de esa mayor inversión y de ese frenazo de resultados se debe a la mayor diversidad del alumnado en las aulas.

Además, hay que tener en cuenta el aumento de la educación infantil, cuyos resultados sólo se notan a largo plazo, así como la modernización de los centros para adaptarlos a las tecnologías de la información y el conocimiento. En todo caso, si más gasto no mejora resultados, no quiere decir que la tensión que supondrán los recortes no los vaya a empeorar. Sobre todo, afectará a los grupos que necesiten más atención, pues hay aulas en las que pasar de 20 a 25 estudiantes no se nota, pero en otras, pasar de 10 a 14 puede hacer que el grupo sea inmanejable. Por tanto, cabe esperar que estos recortes afecten precisamente a quienes necesitan mayor apoyo en la escuela y, por tanto, aumenten la desigualdad de oportunidades educativas.

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