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Lecciones francesas para España

Albert Rivera y Mariano Rajoy.

Antón Losada

Mientras Albert Rivera y Mariano Rajoy corren a ponerse en el viento de cola que empuja a Enmanuel Macron e intentan apuntarse su victoria como otro logro del centro liberal y reformista que ambos proclaman representar y su franquicia como signo de los triunfos electorales que les aguardan, el PSOE y Podemos se imputan mutuamente el desastre del Partido Socialista francés o la polémica ambigüedad de Jean-Luc Mélenchon con su decisión de no apoyar expresamente al candidato ganador frente a la derecha extrema de Marine Le Pen. Unos se disputan la victoria y el gobierno mientras los otros compiten por explicar la derrota y el liderazgo de la oposición. Nada nuevo bajo el sol desde hace ya más de dos legislaturas en España.

Los datos que acaba de publicar el CIS resumen la causa y el efecto de semejante dinámica. El PP saca 11 puntos de ventaja a los segundos. La suma de las derechas obtiene cinco puntos de ventaja sobre la suma de las izquierdas. Si hacemos caso a quienes sitúan al PSOE fuera de la izquierda, la ventaja se dispara a 25 puntos. La revisión de los porcentajes de intención directa de voto para evitar la cocina reduce levemente esas diferencias pero no altera las posiciones y confirma que el nivel de indecisión no parece especialmente elevado. La gran mayoría de los españoles parece tener muy decidido su voto y la lectura de sus intenciones indica que, a día de hoy, sólo parece viable un gobierno de derechas en España.

En Francia Macron ha ganado sumando dos millones de votos más que François Hollande en su día, papeletas que recogió provenientes de electores que en la primera vuelta optaron por el republicano François Fillon. El nuevo presidente de la República mantuvo intacto el voto de izquierda que había derrotado a Nicolas Sarkozy en 2012 y logró ampliar sus apoyos pescando en el centro derecha.

El éxito logrado por Mélenchon y su llamada a no elegir entre Macron y Le Pen, elevando el voto en blanco o nulo hasta un 12%, se queda en una victoria pírrica que no oculta cómo la mayoría de sus votantes eligieron parar al Frente Nacional. Puede sucederle otra vez en las legislativas de junio si buena parte de sus electores vuelven a concluir que la no definición conduce irremediablemente a la irrelevancia.

En Portugal el partido conservador fue es el más votado pero gobierna el innovador entendimiento entre tres fuerzas de izquierda tan alejadas y distintas como, por ejemplo, sucede en España. El Bloque de Izquierda y el Partido Comunista apoyan un Gobierno minoritario de los socialistas lusos con António Costa a la cabeza. Los tres actores de la izquierda lusa han sabido decidir y elegir cuándo tenían que competir y cuándo debían cooperar y llegar a acuerdos y compromisos para lograr el gobierno y ejercerlo de manera efectiva.

Han aprendido a negociar y renunciar a posiciones y elementos de sus respecticos programas para construir un programa de gobierno y un espacio común de colaboración que va poniendo fin a las políticas de recortes y ha empezado a recuperar derechos y programas sociales. Las lecciones no pueden estar más claras.

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