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Melonadas del mes

José María Calleja

“El PP ha hecho todo lo que podía hacer contra la corrupción. El PP no puede meter a la gente en la cárcel”. (Dolores de Cospedal, 3/XI/2014).

Meter en la cárcel no sé, pero sacar, bien que acaban de sacar a Jaume Matas, que ha estado en la cárcel la puntita nada más, 90 días, y que ha sido puesto en libertad por ese ministro del interior —conmilitón que condecora a la virgen— con la opinión en contra del sentido común y también de Instituciones Penitenciarias. Puesto en libertad sobre todo porque Mariano dijo en su día que quería para España lo mismo que había logrado el gobierno de Matas en Baleares: algo acongojantemente corrupto, hemos sabido luego.

Que el PP ha hecho todo lo que podía hacer contra la corrupción ¿Todo lo que podía hacer? ¿No podía la propia Cospedal haber dimitido tras saberse que al PP de Castilla la Mancha le cayeron en la saca 200.000 euros para doparse en su campaña electoral a cambio de que el anterior alcalde de Toledo (PP), José Manuel Molina, (marinero en tierra, no confundir con Alberti) diera el contrato de las basuras de la ciudad a la empresa constructora Sacyr? Ese momento en que el gerente del PP de la zona le dijo al juez que había firmado un recibí de 200.000 euros, pero que no había recibido 200.000 euros; lo que hace todo el mundo, vaya.

El pasado lunes Cospedal llevó al podio, segunda plaza, su intervención en la sede remodelada en B del PP —casi dos millones de euros de dinero negro—. Imposible superar a la “indemnización en diferido”, o “simulada”, con empanadilla de Móstoles, pero sin gracia, de marzo de 2013, pero Cospedal estuvo rozando el larguero el lunes 3 de noviembre con lo de “dejar actuar a la justica, lo que no quiere decir que estemos de acuerdo con la justicia”, “el procedimiento judicial, lo que es el procedimiento judicial”. Otro anacoluto cantinflesco que nos deja a la espera del siguiente.

“Dejemos actuar a la justicia” (Muchos del PP en los últimos meses).

Esta frase ya es un clásico. Se dice con aire solemne, de declaración de principios, de mira lo demócratas que somos, de ves cómo no interferimos. Se suele engatillar cuando acaban de encarcelar, procesar o imputar a alguien del partido del Gobierno. Imagínense, por un momento, la frase contraria: “nosotros, el Gobierno, no vamos a dejar actuar a la justicia”. Imposible verbalizarla, incluso para el PP, ¿no?.

Dejar actuar a la justicia es una melonada tautológica, quiere convertir en virtud algo que muchas veces es una falsedad. Porque sabemos que no paran de presionar a la justicia. Ya saben, queridos lectores, que Garzón y Elpidio se han ido a negro por atreverse a decir que en el PP había una vinculación con Gurtel, una financiación ilegal, y que los correos de Blesa eran delictivos, redundancia. Por decir la verdad antes de tiempo, ambos jueces han sido centrifugados de la carrera judicial y la Inquisición —mitad toga, mitad política, un cuarto de ajuste de cuentas— les han puesto el capirote de prevaricadores, les ha sacado del tablero y les ha pasado por la guillotina. Mientras, Blesa y Rato en la calle; con margen para destruir pruebas, para organizar fuera del talego sus mentiras, para hablar, llamar y urdir. Ambos han mentido a la justicia, pero les salen gratis sus mentiras, que en otros países son cárcel.

“Son solo unas pocas cosas” (Rajoy 26/X/2014).

Mientras algunos guardias civiles organizaban su plan para la semana el domingo 26 de octubre a sabiendas de que el juez había dicho que el lunes 27 tenían que detener a una treintena de presuntos corruptos en media España, Mariano decía, con ese énfasis tan oficinista que le define, que la gangrena de la corrupción del PP son unas “pocas cosas”. Nada comparable a 46 millones de españoles, más o menos silenciosos; muchos exvotantes del PP, digo yo.

“Unas pocas cosas” para saltar con pértiga la palabra corrupción, esa que corroe al PP de Valencia a Madrid, de Madrid a Baleares, de Baleares a León, de León a la próxima estación de destino en la corrupción universal, no necesariamente estación término.

Granados en el talego de Estremera (hace un rato)

Nos queda la duda de saber si en el preciso momento en que Granados asistía a la inauguración de la prisión de Estremera (Madrid), en un tórrido Julio de 2008, la mano derecha de Aguirre estaba en la idea agrícola de que “algún día todo esto será tuyo”; o se balanceaba en el concepto krausista de Concepción Arenal: “odia el delito, compadece al delincuente”.

¡Ay!, Esperanza, el día en que Granados, Paco, escriba sus memorias —por breves que sean—. ¡Ay! del día en que Granados, ahora que tiene tiempo y ganas por delante para pensar y escribir, se ponga a largar y cumpla el “si me buscan, me encuentran”, con el que trató de blindarse hace unas semanas, tras ser descabalgado de las tertulias y enviado al Senado.

Vemos caretos de corruptos a los que nadie hubiera encargado que fuera a comprar el pan con el dinero exacto para la barra, por si acaso. Ese presidente de la Diputación de León, Marcos Martínez Barazón, cacique que paga para poder corromperse sin límites; ese Agustín Juárez, ya ex alcalde de Collado Villalba, con cara de levantador de pesas de la corrupción. Esa Sonia Castedo, aún alcaldesa matona de Alicante.

Bien, la escabechina no ha terminado aún y mientras Mariano se acaba de fumar el puro y repasa la prensa deportiva, otros cargos públicos se irán por delante. Pero no pasa nada, solo unas “pocas cosas”.

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