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Amor moderno

Una escena de la adaptación de Modern Love en Amazon

María Ramírez

  • En estos 15 años, Modern Love se ha convertido en varias antologías, un podcast, obras de teatro, una serie de televisión y ahora una serie de Amazon

Suena Cecilia de Simon and Garfunkel en los auriculares blancos del iPod lila que me acaban de regalar, una pequeña máquina milagrosa donde caben ¡1.000 canciones! Las calabazas se mezclan con las galletas decoradas con mensajes contra George W. Bush y los demócratas del barrio, junto a la Universidad de Columbia en Nueva York, todavía creen que John Kerry va a ganar. Es otoño de 2004. La música, arma de la memoria, me ayuda a revivir la imagen.

Hay algo que recuerdo con la misma intensidad de aquellos días: leer por primera vez Modern Love, la sección de ensayos personales sobre el amor, el desamor y sus alrededores que el New York Times estrenó entonces. Recuerdo sujetar al sol otoñal aquellas primeras páginas los domingos; algunas de ellas, ya amarillentas y mordisqueadas por el tiempo, siguen estando en un cajón. El primer artículo de Modern Love se publicó el 31 de octubre de 2004. Era una historia de una ruptura que cuenta los amores de entonces, encontrados y perdidos en emails largos intercambiados por hotmail desde un lento ordenador.

En medio de la crisis de la prensa hoy, la red de gurús, consultores, plataformas y pseudo-expertos que le han salido al sufrido periodismo insiste a menudo en el “engagement” que les falta a los medios. “Engagement” literalmente significa “compromiso” y lo que quiere decir es que los medios tienen que potenciar la relación personal, directa y constante con los lectores (a veces hasta extremos de darles la tabarra). El propósito es noble, pero sus portavoces son a menudo las personas equivocadas, ajenas a la esencia de nuestra labor diaria.

Como he visto a menudo en mis dos décadas de periodista, las ideas que funcionan en los periódicos -las pocas en este mundo cada vez más complicado- no suelen venir de consultores ni expertos externos de start-ups, sino de las redacciones, esas imperfectas, torpes, sobrecargadas y presionadas redacciones de donde siguen saliendo grandes y pequeñas historias y también nuevas maneras de contarlas.

La idea de Modern Love en tiempos aún relativamente benignos la tuvo el jefe de la sección de estilo y hoy reportero político, Trip Gabriel. Leyó las colecciones de ensayos sobre el amor de una pareja de escritores y contactó a los autores para que trabajaran en algo parecido para el Times. Aceptó hacerlo él, Daniel Jones. El nombre de la sección lo sacó de la canción Modern Love de David Bowie

Modern Love no sólo es un ejemplo de relación íntima y única con el lector, sino de un buen negocio. En estos 15 años, la sección se ha convertido en varias antologías, un podcast, obras de teatro y ahora una serie de Amazon. También tiene una versión con textos más cortos y ha dado lugar a entrevistas, reportajes y hasta gráficos.

La sección recibe más de 7.000 textos al año: de esos publica 52 que pasan por un largo proceso de edición y siguen siendo un buen reflejo de los tiempos. Las historias han cambiado tanto como la sociedad en estos 15 años.

Ahora las leo poco, pero las primeras siguen siendo parte de mi vida. Tienen el poder de hacerme volver atrás y desear poder leer de nuevo esa página por primera vez. Y eso sí que es “engagement”.

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