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Mucha prisa para poco movimiento

José Antonio Rosell Pujol

Lo que sucede en Cataluña tras el 27-S podría ser un ejemplo. No se observan cambios, pero todo se quiere hacer deprisa. Velocidad contra pasividad. El único cambio visible por el momento es la abolición de las corbatas. El paréntesis abierto solo sirve para alimentar que la “Gran Noria” política siga girando alimentada por un espíritu encabritado, pero sin moverse de lugar. En su cuadro de los relojes blandos Dalí criticaba la “persistencia de la memoria” que relativiza el tiempo. Cada escenario político tiene un cronómetro en marcha y el tiempo discurre entre un fondo hostil e irreal. El futuro no está claro y el cansancio hace acto de presencia.

Preferimos el mito a la historia, porque nos encantan las leyendas. Es el caso de “El timbaler del Bruch”, una visión patriótica oportunista en el tiempo, pero que nadie ha conseguido descifrar quien era el joven Isidre Lluça de Santpedor o Benet Malveli de Manresa que se dice fueron los héroes que hicieron huir, tocando sus tambores, al ejército napoleónico de la montaña de Montserrat. Hace años, cuando no existían autopistas, al lado de la escultura de Marés había una inscripción que decía: “Caminante, para aquí, donde el invasor paró, que quien por todo pasó, no pudo pasar de aquí”. Amantes de la épica olvidamos la historia nacional. Podríamos recordar aquella célebre frase de Edmond O‘Brian en el film de Ford “El hombre que mato a Liberty Valance” cuando afirma que, entre la historia y la leyenda, es mejor quedarse con la leyenda. A la hora de escoger me quedo con aquella otra del mismo personaje manifestando en su momento final: “He hablado con Liberty Valance de la libertad de prensa”, toda una lección que ahora nos podría servir de mucho frente a tanta sonería de palabras.

Ganada la Revolución bolchevique Lenin pronunció: “¿Qué hacemos ahora?”. Sería bueno conocer la respuesta de la clase política catalana en el momento que vivimos. Aconsejaría recordar films tan interesantes como “Las amistades peligrosas” de Stephen Frears, como historia de corrupción a evitar. También revisar a Frank Capra y su “Caballero sin espada”, para entender a la mayoría silenciosa enfrentada a los poderes fácticos. Seguiría con Otto Preminger en el descubrimiento de las líneas obscuras de la política y de paso “El Presidente” de Henry Vernuil para repasar la lucha del político honesto frente al arrivista. La banda sonora esta clara, las “Visperas Sicilianas” con una conspiración a oscuras y terminaría con el film de Michael Ritchie “El candidato” en el que Robert Redford, tras el triunfo, dice a su asesor de campaña “¿Qué hacemos ahora?”. El colofón final no puede ser otro que “Ciudadano Kane” de Orson Welles en el que se refleja la insolidaridad banal del protagonista y su laberinto sin centro –como lo define Borges- del hombre que solo persigue el poder y la manipulación. Un buen ejercicio intelectual para los periodistas que vivimos este momento.

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