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El PP ha vuelto... a las andadas

Pablo Casado  y José María Aznar

José María Calleja

Dice Pablo Casado que el PP ha vuelto y no queda más remedio que pensar que está respondiendo a la pregunta que formuló su promotor, José María Aznar -con el que este martes se ha reunido-, hace unos años (23/1/2015), cuando el expresidente aún no era odiado por buena parte de sus cofrades y se hacía preguntas retóricas como esta: “¿Dónde esta el PP?”

Aznar se respondía entonces a sí mismo con un silencio bien administrado, con una pausa en la que buscaba el asentimiento de los presentes a su denuncia de la inanidad ideológica del PP de Rajoy. El PP ha vuelto, luego se había ido, entonces y ahora.

No se puede dudar de la fe de Casado en su frase, pero es evidente que al enunciarla con énfasis establece que con Rajoy no ha habido PP. Debería aclararnos qué es lo que ha habido entonces. Rajoy, a veinte centímetros de Casado cuando el joven enunció la frase, tiene derecho a mostrarse estupefacto. “¿De qué partido he sido yo?”, tiene autorización para preguntarse el registrador, antes incluso de llegar a Santa Pola, de vuelta del cónclave.

Casado es un joven sobradamente carca, y no necesariamente preparado, que en una política cada vez más dominada por la imagen, las emociones y el hartazgo de lo que sea, ha levantado la bandera de un PP que había quedado para los chacales después de su abrupta salida del Gobierno, tras planes quinquenales de corrupción.  

¡Esa pieza literaria de ocho largas horas de sobremesa, dale que te pego, en un restaurante, mientras en el Congreso de los Diputados ultimaban los detalles de la defenestración de Rajoy!

Casado ha removido emociones en su partido, las que no pudo activar Soraya Sáenz de Santamaría con su dramatización del abanico rojigualdo, y se ha propuesto meter en el PP todo lo que hay a la derecha del PSOE, tal y como ha dicho su mentor Aznar. Me temo que el encomiable esfuerzo es tan complicado como tratar de introducir en el tubo toda la pasta de dientes vertida, así en Ciudadanos como en Vox.

Casado desea una foto con Ortega Lara, el funcionario de prisiones sometido a la tortura de 532 días de secuestro por la banda terrorista ETA, pero no sé si la logrará. La ve como un trofeo, ahora que hace años, 21, de su liberación por la Guardia Civil.

Cuanto más énfasis ponga Casado, pleonasmo por su ideal de la familia, en la refundación de la derecha radical, más campo libre dejará a Sánchez para ocupar el espacio de centro. Ciudadanos, preocupado. Casado y Rivera son hasta físicamente parecidos.

Es bien significativo que Casado haya alardeado en su campaña previa de haber recorrido España en coche, de haber hecho centenares de kilómetros, en una campaña que parece copiada de la que hizo el actual presidente del Gobierno, para sorpresa del aparato socialista entonces, como ahora parece que ha desarbolado Casado a muchos del PP de toda la vida.

Está Casado marcado por el apoyo de un colectivo homófobo y profundamente conservador, Hazte Oír, que le bendijo como su candidato fetén. Tiene también por delante la explicación del milagro de los panes y los peces: cómo sacar media carrera de Derecho en tres meses, y cómo es posible que en un máster que es, por definición, ampliación, te hayan sido convalidadas 18 asignaturas de 22, por no sé qué. Y luego, esos magros trabajos validados por el siniestro Instituto de Derecho Público, de la Rey Juan Carlos; esas estancias oceánicas en las prestigiosas universidades norteamericanas sin salir de Aravaca, barrio pijo de Madrid.

Lo ha contado con detalle este periódico: no nos creemos ni el máster, ni las asignaturas, ni los trabajos.

La jueza, de momento, ha empitonado a tres compañeras de Casado, de familias del PP, por hacer lo mismo que él: aprobar con nota sin asistir, y seguro que hubiera imputado a Casado de no ser este aforado. Maroto, fiel al libreto del argumentario del PP: nos tienen manía hasta los magistrados, ha dicho que la jueza se ha encelado con Casado, y que no habrá nada al final. Misma línea de reacción que la que ha llevado antes a tantas gentes del PP al banquillo y a Rajoy a Santa Pola.

Feijóo se puede fumar un puro, su pedaleo es para el 2020, aunque se dé cremita de ahora en adelante.

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