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PSOE, de la falta de identidad al suicidio

Pedro Sánchez conversa con Albert Rivera en las Cortes Generales

Jesús López-Medel

Ciertamente, no es un problema exclusivo del socialismo hispano. En otros países tanto del sur como del norte de Europa (este jueves, previsiblemente en Escocia) la desorientación está mermando hace ya mucho tiempo sus esencias y aumentando una crisis de identidad.

La situación de numerosos partidos socialistas es la de una brújula escacharrada. Y ello, unido a la deriva más derechista de partidos que en otro tiempo estaban más centrados, está reflejándose en la ausencia global de principios de fuerte raíz democrática y ética que los partidos socialistas europeos aportaban en otro tiempo. La debilitación del socialismo en la UE, está dejando paso, cada vez más, a políticas represivas como de modo muy evidente se está reflejando sobre los refugiados.

Pero esa desorientación general, es fruto, también, de la suma de desorientaciones nacionales. Y en el caso de España es una evidencia hace mucho tiempo, incluso en época de Aznar o con la victoria de Zapatero, y que en estos cuatro años se ha agudizado y va a seguir ahondándose.

Nunca hubo en la historia democrática española, un gobierno tan reaccionario en materia de libertades, que haya creado tal brecha de desigualdades, que haya producido tanto retroceso social, donde la corrupción fuese tan extendida y consentida y donde el mínimo nivel exigible de independencia de los medios de comunicación estuviese tan interferida por el poder político y económico amancebados.

Con estos mimbres, el PSOE, afrontó las elecciones de diciembre en las que perdiendo el PP tres millones de votos, el principal partido de la oposición también fue penalizado, llegando a obtener el peor resultado de su historia.

A partir de que Rajoy al frente del partido más votado, copiase la estrategia de Erdogan como advertimos haría en un artículo a primeros de febrero titulado, Rajoy se hace el turco, Pedro Sánchez asumió durante dos meses un gran protagonismo feliz con los focos sobre él mientras bailaba. Pero era un candidato fracasado pues pronto se vio que no hacia ningún esfuerzo, sino al contrario de entenderse con Podemos. Preferiría la derecha. Y con ella tampoco iba a ningún lado.

Había preconizado en la campaña anterior una cierta idea publicitaria de cambio, pero los electores no le creyeron del todo a pesar de tener un importante suelo electoral que ellos mismos socavan. A un partido constituido hace muy poco, como Podemos, apenas le sacó 300.000 votos.

Estos muchachos recién llegados acumularon algunos errores importantes, como la desafortunada auto-presentación de Pablo Iglesias como Vicepresidente y designación de ministros por este, el desenfocado discurso-mitin de la primera sesión de investidura u otros fallos, como algunas arrogancias de su líder en el contenido y en la forma. Alguno se lo tomó como un serial televisivo, como un juego y una lucha por el poder más que una manera más real y pensando más en los españoles.

Pero esos errores no son nada comparados con quien asumió un protagonismo tal que parecía una “dancing queen”. Feliz de estar ahí, de ser super-protagonista pero sin asumir responsabilidad ni hacer progresos.

Lo único fue llegar a un acuerdo con un partido tan o más derechista que el PP, aunque con márquetin presentado en celofán de reformista. Ya con ello, el PSOE quedó atrapado pues era obvio que eso le iba a hacer incompatible sumar más apoyos. C´s los vetaría. No lo intentó con Podemos y para los votantes de este hubiera sido una indudable traición a sus cinco millones de votantes haber dado su adhesión a algo que le dieron cerrado y que era un programa descafeinado e insuficiente con el cambio real que el país necesita.

Y una pregunta: ¿Por qué el PSOE actuó así? Aquí hay dos opciones y que son compatibles. La primera, referida a que el P.Socialista había ido cambiando tanto que se había convertido en un partido abducido por el régimen, sus repartos judiciales, su compartir corrupciones (aunque el nivel del PP es insuperable), sus excelentes relaciones con el mundo financiero, las inmorales puertas giratorias defendidas por el candidato Sánchez, etc. Había dejado atrás muchas de sus convicciones originarias. Hicieron lo que el influyente poder económico y financiero del país esperaba de ellos.

Esos elementos, revelan que ese PSOE no era lo que fue en otro tiempo lejano, igual que quien lo había dirigido en otra época gloriosa y lejana se había convertido en una caricatura grotesca. Hay otro elemento interno cual es que los baluartes de Sánchez eran jóvenes pero ya veteranos especializados en el partidismo, el sectarismo y en puro aparato, sin intelectualidad ni alma más allá del partido.

La segunda opción de su estrategia hostil ante Podemos, era por sus temores y fantasmas propios. Les entraba un pánico a que con ellos en coalición, “el Partido” correría peligro ante unos jóvenes tan ambiciosos como reivindicativos. En clave interna algunos dirigentes escribieron artículos sobre todo publicados por el periódico del régimen cuyo ocaso es paralelo a su permanente identificación con el felipismo decadente.

El resultado de la sobreactuación de todos, tendrá consecuencias. Primero, el PP, que más que conservador es un partido inmovilista, no pierde votos. Da igual los escándalos de estos últimos meses: Rita la que no quiere cantar, el alcalde de Granada, la “corruption conection” Aristegui-Gómez de la Serna, etc no va a restar ni un voto a este partido. Por otro lado, tienen un suelo muy fijo que no penaliza nada del PP, hagan la que hagan.

Incluso, pueden conseguir algunos pocos votos de Ciudadanos de quienes hayan quedado despistados por su entente fugaz (ambos la dan ya por caducada) con los socialistas y vuelvan esos votos a su lugar natural. Si Ciudadanos puede perder algunos votos, puede verse compensado con algún ex-votante socialista muy moderado. Pero será muy pocos, aunque las manipuladoras encuestas les auguren, como siempre, unos macro resultados a los naranjas. Pero el PSOE les habrá hecho un gran favor: les habrá barnizado su estigma y su realidad de lo que verdaderamente son: un partido muy de derechas.

Finalmente, Podemos. Si bien el corazón de C´s, se inclinaba más por el PP, pero tuvieron que firmar (confiando atraer a sus aliados naturales) un acuerdo con los socialistas, los votantes de estos últimos, el PSOE, están desconcertados en una parte importante. Eso les va producir una penalización en abstención pues aunque una parte se podría inclinar hacia el único partido que representa el cambio, Podemos, los más defraudados o escépticos se quedarán en casa. Tiene el PSOE un suelo importante, pero Sánchez se va a superar a sí mismo, batiendo su propio record y con el descalabro que supondrá dejar de ser el principal partido de la oposición.

Podemos será quien ocupe ese lugar, y por varias razones. Primero, porque sus bases respaldan de modo casi unánime que no deben entrar en trapicheos con ese PSOE (aliado con Ciudadanos) cuyos vicios adquiridos deben ser objeto de saneamiento. Además de ese enfoque y de beneficiarse de algunos pocos votos provenientes del PSOE (al revés no irá ninguno), mantiene su militancia activa. Hace poco lo demostraron con lo que llamaron “Fiesta de la Primavera”, (siempre ellos tan poéticos). La movilización de sus bases, igual que las del PP, contrastará con la mucha más baja que conseguirá el PSOE. A ellos, hay que sumarle (aunque no sean el millón de votos) los provenientes de izquierda Unida liderada por Alberto Garzón, pese a que algunos paquidermos pongan palos en las ruedas.

El resultado de todo ello será un partido surgido hace dos años y medio que superarán en voto y en liderazgo social y político a otro que le pesan los años y que no es que ha envejecido en los últimos tiempos sino que ha mutado hasta ser de difícil identificación. Eso pasa cuando se dejan de tener utopías, sueños en los que creer. Muchos lo lamentamos por el respeto a su identidad originaria y por los numerosos amigos que ahí siguen. Ojala entonces reaccionen.

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