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Si Pablo Casado fuera mujer

Pablo Casado, durante un acto en Alicante

Lolita Bosch

Si Pablo Casado fuera una mujer y saliera a proponer retrasar la expulsión de las mujeres sin papeles si dan sus hijas o hijos en adopción, no tendríamos ninguna duda que se habría vuelto loca. Hablaríamos de ella, de Pablo, con un desprecio absoluto y nos burlaríamos, sin ninguna duda, de su salud mental. Ojo a la propuesta de Pablo: una vez entregado el niño “si la madre es parada en una redada y la expulsan no le vale de excusa la adopción” para quedarse en España; es una medida que pretende servir para luchar contra el “invierno demográfico”; sugieren que la demora se prolongue mientras dure el proceso de adopción, pero que después la madre biológica podrá ser repatriada a su país de origen “como cualquier otra persona en situación irregular si es interceptada por las autoridades policiales”… Y no puedo seguir…

Pero si Pablo Casado fuera mujer la estaríamos llamando madre desnaturalizada, matriarca enloquecida, enferma mental o hembra despiadada. Alguna de esas generalizaciones que se supone sirven para identificar a cierto tipo de mujeres cuando hacen ciertas conductas. Sucede lo mismo con las madres que dan a sus hijas e hijos en adopción o a las madres que adoptan: la sociedad las juzga porque las considera menos madres y, por lo tanto, menos mujeres. La prueba es que cuando llega una niña o un niño en adopción la familia debe convivir durante un tiempo con la extraña sensación de que su hija o su hijo, antes de ser su familia, era de la sociedad; y que por eso la sociedad se otorga el derecho a opinar sobre su educación, los valores que se le deben transmitir, el vínculo con el país de origen y no sé cuantas tonterías más. Sucede lo mismo con las madres que dan a sus bebés en adopción: son socialmente juzgadas y normalmente esconden esa parte de su intimidad incluso en círculos muy cercanos.

Pero Pablo Casado es un hombre y a él nadie lo va a llamar padre desnaturalizado,  patriarca enloquecido, enfermo mental o macho despiadado. Se lo va a juzgar de otra manera, aunque se haya atrevido a proponer una medida de semejante calado. ¡Impresionante! Una soberbia de género y de clase impresionante. Es casi una manera de institucionalizar la compra-venta de bebés pero aparentemente a cambio de nada. De unos meses de supuesta libertad o de la posibilidad de esconderse de la policía.

Lo cual equivale a decir que Pablo Casado no sólo demuestra una ignorancia mayúscula de género, sino una ignorancia absoluta del mundo. No soy capaz de hablar por todo mi género; no me atrevería a decir que ninguna mujer aceptaría un pacto tan mezquino porque hay más de 3000 millones de mujeres en el mundo y una posibilidad infinita de circunstancias; pero tratar a las mujeres migrantes como si estuvieran tan desesperadas como para plantearse un acto así es repugnante. Así: repugnante. Por eso digo que demuestra una terrible ignorancia del mundo. Las mujeres migrantes y los hombres migrantes (sí, Pablo, los hombres también) suelen emigrar no sólo para vivir mejor, sino para ofrecer una vida mejor a sus hijas e hijos.

Pablo Casado le está hablando a millones de personas que han cometido el acto de valentía de buscar para sus hijas e hijos un futuro mejor; aunque tengan que soportar el racismo, la precariedad y esta falta de respeto brutal de la clase política. Por supuesto esto no significa que todos los migrantes puedan ser catalogados de una sola forma, igual que no pueden serlo las mujeres, pero sí significa que hay una humanidad inmensa en millones de personas que se sacrifican a nivel global por sus hijas e hijos que un político que pretende ser presidente no es capaz de reconocer. Y esa impunidad, esta falta evidente de empatía y de observación, esta burla mediática y miserable, debería volvérsele en contra y que sus votantes entiendan que sí, que si tienen familiares que se fueron por la crisis, hay otro Pablo Casado al otro lado del mundo que podría sugerirles que hicieran lo mismo que él está sugiriendo. Igual de desquiciado.

Nunca quiero dar voz a quien la pide de maneras tan miserables. Pero hay miles de infinidad de mujeres migrantes, madres, como yo, que no tienen acceso a la voz pública para preguntarle a Pablo Casado de quién cree que está hablando. Infinidad de mujeres sin voz ya no pública, sino social, que no pueden decirle que su cínica propuesta sería recibida con desprecio en infinidad de lugares del mundo. Y que es alucinante que no sepa que existen estos lugares.

Lo que ha hecho Pablo Casado hablando de la nueva ley de la maternidad no es solo insultar a todas las mujeres de este país, a los padres, a las víctimas de un movimiento masivo e internacional que ha convertido nuestra era en la era con más migraciones de la historia; sino pensar que no nos damos cuenta de lo ridícula que es su propuesta. Lo absurda, mezquina e ignorante. Yo sí tengo este derecho, así que me gustaría mucho que Pablo Casado me contestara a dos preguntas: ¿De qué mujeres te crees que estás hablando? y ¿con qué mujeres te crees que estás hablando?

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