Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Una denuncia de la extrema derecha lleva al límite al Gobierno de Sánchez
Crónica - El día que Sánchez se declaró humano. Por Esther Palomera
Opinión - El presidente Sánchez no puede ceder

Pactos, tres en uno: amarrar, matizar y continuar

PSOE y Podemos impiden a Vox exigir los informes que avalan que Sánchez e Iglesias no hagan cuarentena

Garbiñe Biurrun Mancisidor

9

No se puede dudar de la capacidad de Pedro Sánchez – en todas sus versiones, pasadas, presentes y futuras – para sorprender a propios y extraños. Quizá incluso para sorprenderse a sí mismo.

Tampoco se puede dudar de su capacidad para generar, respecto de cualquier asunto o cuestión, argumentos de lo más curioso, insólito, osado, incongruente o ilógico. Y de hacer que tales argumentos sean repetidos una y otra vez por su gente más cercana.

Esto es lo que ha ocurrido, una vez más, con el tan traído y llevado pacto entre los grupos parlamentarios de PSOE, UP y EHBildu, en el marco de la votación en el Congreso de la quinta prórroga del estado de alarma. Pacto en el que, como es bien sabido, se acordó, entre otros extremos no menos relevantes, la derogación “íntegra” de la reforma laboral, en referencia a la de 2012.

Para “amarrar”, dicen desde el Gobierno, los apoyos suficientes que permitieran sacar adelante la votación. Y la amarraron, desde luego, en plan A y en plan B, por si algo fallaba, en clara muestra de desconfianza o, al menos, no suficiente confianza, hacia los socios tradicionales – léase PNV – y nuevos – o sea, Ciudadanos -. ¿O no estaba suficientemente amarrado su apoyo?. ¿O esto solo ha sido una excusa simplona?. Y se amarró por donde más duele, por el tema que ha sido y es, seguramente, el más discutido en el Gobierno de coalición, por la derogación “íntegra” de la reforma laboral. Lo que no está claro en este terreno es quién amarró a quién o quién lo pretendió ni tampoco el papel ni la intención real de UP en esta cuestión.

Porque lo cierto es que no es fácil entender que el grupo parlamentario socialista se deje amarrar en este tema, salvo que se tomen los pactos como Guillermina Motta tomaba a los hombres cuando cantaba que era muy ligera en amores, tan ligera que amaba a los hombres “como si fueran ropa interior de quita y pon” - no se crean, en la letra participó Manuel Vázquez Montalbán, según leo, aunque yo no lo recordaba -. No sé si es aplicable al modo en que el grupo parlamentario socialista ama a los grupos con los que pacta, pero lo parece.

Porque, pese a que lo hemos leído y oído hasta la saciedad acerca del lío montado en el Gobierno y en el mismo PSOE y el papel de cada cual y el triunfo de determinada ministra – o no, vaya usted a saber; al fin y al cabo, cada pocos días nos desayunamos con informaciones curiosas sobre el papel de más de un miembro del Ejecutivo -, también es cierto que el presidente no se ha despeinado en ningún momento y ha vuelto a sacar su “manual” para salir del paso como ha podido – o como ha querido, que, para el caso, viene a ser lo mismo -.

Y ya tendríamos también que saber que tuvo que “amarrar” los votos por la irresponsabilidad del PP, que no apoyaba ni por activa – con su sí – ni por pasiva – con su abstención – y que empujó a tal pacto. Pues vaya, difícil encontrar una explicación más “fácil” y primaria, pues es el abc de la vida parlamentaria: siempre hay que contar con que, de partida, no tienes ningún apoyo más que el tuyo propio – en el mejor de los casos - y que el resto hay que ganarlo, negociándolo y amarrándolo.

Pero resulta que el Gobierno ya había logrado los apoyos precisos, pues tenía al PNV y – por segunda vez – a Ciudadanos, por lo que no fue la posición del PP la que le obligaba a ningún movimiento. Por tanto, hay que buscar otras razones para explicar la jugada, aunque yo no me atrevo a tanto en este momento.

Jugada que, en todo caso, ha puesto en danza – danza lenta, no se crean - el tablero político, tanto en España como en el País Vasco – disculpen que no hable de otros territorios, pero es que, tanto temporal como espacialmente, es lo que toca – y que, por tanto, no se explica en modo alguno solamente desde la perspectiva de la votación de referencia.

Y aquí viene el papel del resto de sujetos intervinientes en y tras el pacto en cuestión. Aparentemente, hay dos triunfadores claros, en mi opinión: UP y EHBildu. ¿Por qué lo digo? Porque ambos han sostenido con coherencia los acuerdos logrados e, incluso, sin despeinarse tampoco, las matizaciones posteriormente introducidas – con matices relevantes, a su vez -. Aparentemente también, hay dos perdedores claros: el PNV y Ciudadanos, que han visto ponerse en duda a la luz pública su “útil” posición de servicio como sostenedores de la “sensatez”. Lo que, en el caso del PNV tiene una especial relevancia a la vista de que un pacto como el logrado – en cuanto a los pactantes, quiero decir – es el sueño político expresamente manifestado de EHBildu y Elkarrekin Podemos para el Gobierno de Euskadi. Podría también serlo el del PSE, pero no lo parece de ningún modo, dada la incomodidad mostrada y su trayectoria. Incomodidad que no deriva – o no solamente - por tener que pactar con EHBildu, dado que más difícil habría de haber resultado para el PSOE, por las repercusiones en todo el Estado – lo que ya ha tenido también su lugar estos días – y las disensiones internas que, sin duda, se sabía se iban a producir, como de hecho ha sido.

Lo cierto es que, viéndolo con realismo, no está en el horizonte más inmediato ese tripartito para Euskadi, salvo sorpresa, porque así no lo querrá el PSOE – ni el PSE -. Pero ha incomodado de manera muy muy importante al PNV, que se ha visto “asimilado” a EHBildu en cuanto a su capacidad de influencia en el Estado – lo que, hasta ahora, en Euskadi siempre ha sido un puntazo -. Y es que, además de “asimilado”, se habría visto “superado” en cuanto a la extraordinaria repercusión de este pacto y de la habilidad para conseguir arrancarlo al PSOE, aunque no se haya podido “amarrar” definitivamente, pues la “matización” introducida sobre el alcance de la derogación pactada de la reforma laboral resta fuerza a su influencia. En cualquier caso, al fin y al cabo, todo continúa igual que estaba, aunque no sepamos exactamente cómo sea esto.

Pero, qué quieren, ¡que le quiten lo bailado a EHBildu! Y, quién sabe, también a UP, pero esto está por ver – y por saber -.

Etiquetas
stats