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¿Perderá España más de la mitad de sus empleos con la computerización?

Andrés Ortega

Parece como si en España no preocupara la cuestión de cómo afecta a los empleos la automatización o computerización (aunque no sea lo mismo) de lo que hasta ahora eran ocupaciones desempeñadas por seres humanos. Ya hablé en otra ocasión del impacto en el tejido social y en la desigualdad de este fenómeno que incluye también la robotización. Un estudio de 2013 que se ha hecho famoso al respecto. Karl Frey y Michael Osborne preveían que en unos años Estados Unidos podía perder hasta un 47% de su empleo por esta causa. Es verdad que EE UU está ahora creando mucho empleo, pero en nuevas ocupaciones, mientras otras desaparecen.

Jeremy Bowles, del think tank Bruegel, uno de los de referencia en la Europa, ha realizado una adaptación a la UE del estudio de Frey y Osborne bajo el título de La computerización de los empleos europeos. Con unas conclusiones aún más pesimistas: en una o dos décadas se podría ver afectada entre un 45% y un 60% de la fuerza laboral europea. Los países nórdicos estarían en la parte baja de esta horquilla, mientras los periféricos, dado su menor nivel de tecnologización, entrarían en la parte alta,. En concreto España estaría en un 55,32% de riesgo de pérdidas de empleo por la computerización. Los países de la UE que salen peor parados son Rumanía, con un 61,93%, y Portugal, con un 58,94%. Dado su retraso tecnológico, en los países de la periferia el impacto podría ser más lento, aunque a la larga más profundo, sobre todo porque la automatización afectará primordialmente a los empleos que requieren menos formación y están peor pagados (salvo quizás en la hostelería). Pero también afectaría a muchos puestos de trabajo de clases medias. Naturalmente, hay muchas variaciones entre ocupaciones: un 99% de riesgo de desaparecer para los televendedores, y un 0,28% para los terapeutas recreativos.

La automatización amenaza ya no sólo a las tareas rutinarias con actividades que siguen reglas, sino también ahora a ocupaciones basadas en reconocimiento de pautas y tareas cognitivas no rutinarias. De hecho, hay ejemplos ya de redacción de noticias (por ejemplo sobre los datos de una empresa) por ordenadores, sin intervención de periodistas, u otros en muchos oficios. En estas categorías entran los pasantes que se dedican a buscar casos antecedentes en los despachos de abogados, los documentalistas y muchos otros. Y ahora muchos ciudadanos se sacan sus propios billetes de tren o avión, algo a lo que empujan las propias compañías. La automatización afectará menos a las ocupaciones que implican altos niveles de inteligencia creativa, social o emocional.

Un nuevo estudio sobre EE UU por 24/7 Wall St., basado en los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, repasa las diez categorías de empleos de clase media que tienen más posibilidades de contraerse en la década entre 2012 y 2022, y que pueden interesarnos pues no estamos tan lejos de ello. Los primeros son los empleados de los servicios postales (-31,8% de reducción), seguidos de los mecanógrafos y procesadores de textos (-25,1%), los que se dedican a introducir datos (-24,6%), los operadores de ordenadores (-17,0%, ante la ubicuidad de los PCs), secretarios de información y records (-16,7%), operadores de máquinas que cortan metal o plástico (-15,9%), agentes de reservas y viajes (-14,0%), operadores de centralitas y servicios de contestador (-13,2%) y mensajeros (-11,1%, pues todo no se puede enviar por e-mail, por ejemplo, la comida).

Hay autores, como Robert Gordon, que no son tan pesimistas, pues creen que se crearán nuevas ocupaciones frente a las viejas. Algo que puede estar ya pasando en Estados Unidos, aunque allí hay mucha gente que con la crisis se ha quedado al margen del mercado de trabajo. El problema inmediato es la transición, y el más profundo, el cambio de modelo y de estructura económica y social.

En todo caso, como se indica desde Bruegel y desde otros estudios, estas perspectivas, especialmente en el Sur de Europa, obligan a adaptar rápida y profundamente el sistema educativo a las nuevas circunstancias, no sólo recuperando en este terreno los recortes que se han hecho durante la crisis, sino reformándolo en profundidad, como ya han empezado a hacer los países del Norte. 

Hannah Arendt, en La condición humana, describió a nuestra sociedad como una de trabajadores en la que se trabaja para ganar dinero y luego se gasta ese dinero. Concluía ya en 1958 que la automatización puede llevar “a una sociedad de trabajadores sin trabajo”, es decir, según ella, “a lo peor”. Pero, mientras nos metemos en una dinámica que no dominamos, aquí se habla poco de todo esto. Y puede estar llegando.

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