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Política «VUCA»

Mariola Urrea Corres

VUCA es el acrónimo de moda que describe, por sus siglas en inglés, entornos caracterizados por la volatilidad (Volatility), la incertidumbre (Uncertainty), la complejidad (Complexity) y la ambigüedad (Ambiguity) a partir de la toma en consideración de dos variables: el conocimiento (¿cuánto sabemos sobre una situación concreta?) y la predecibilidad (¿en qué medida podemos anticipar el resultados de nuestras acciones?).

Como bien puede imaginar el lector, los entornos VUCA también exigen líderes entrenados en una serie de habilidades que les permita acomodarse mejor a los desafíos actuales. Se trata, en suma, de líderes con visión y capacidad de adaptación, que aprenden rápido y de forma continuada, con claridad de ideas, habilidad para actuar con decisión, resilientes, muy ágiles en el proceso de toma de decisiones, dotados con esa empatía necesaria para construir consensos, generar compromiso e inspirar.

Si proyectamos la conceptualización de los entornos VUCA sobre el arco parlamentario actual resultante de las elecciones del 20-D bien podríamos concluir, siquiera como ejercicio puramente intelectual, que el proceso de configuración de un nuevo gobierno responde a la descripción de un entorno caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. Efectivamente, el Congreso de los Diputados es una realidad nueva en la que las actuaciones acordadas por quienes intervienen en ella —negociadores dispuestos a configurar una mayoría suficiente que permita superar con éxito una nueva sesión de investidura— pueden resultar en ocasiones torpes, a veces arriesgadas, en otras ocasiones erróneas y no siempre predecibles.

Es por ello que resulta perfectamente razonable imaginar escenarios distintos e incluso contradictorios como ocurre cuando pronostican la convocatoria de nuevas elecciones o la consecución de un acuerdo que permita a un candidato superar, en último momento, una nueva sesión de investidura. De hecho, tres meses después de la cita electoral todavía nadie puede anticipar si habrá finalmente elecciones o si el gobierno que, en su caso, pudiera conformarse sería un gobierno en minoría, un gobierno de coalición PSOE-Ciudadanos bien sea con la abstención de Podemos o con la abstención del PP, siempre que éste haya sido antes capaz de desprenderse de su actual líder o quién sabe si todavía cabría un gobierno de coalición PSOE-Podemos-Izquierda Unida si finalmente el acuerdo hasta ahora firmado entre PSOE-Ciudadanos no resiste las posibles tensiones internas y externas.

Describir al momento político actual con las características propias de un entorno VUCA exige analizar también la destreza de los líderes con representación parlamentaria y aspiración de gobierno para acomodarse a una situación como la descrita. Desde este planteamiento creo, francamente, que no todos están dando muestras de la misma capacidad de adaptación. Así, el PSOE y Ciudadanos parecen haber entendido mejor las coordenadas actuales y, en consecuencia, tratan de acomodar su actuación a la consecución de un amplio acuerdo que, en palabras de Pedro Sánchez, demanda la sociedad “en materia de regeneración democrática, reconstrucción del Estado del Bienestar, reactivación y modernización económica, creación de empleo con derechos y lucha contra la dualidad del mercado laboral o el combate sin cuartel contra la corrupción”. Para el PP y Podemos, sin embargo, el proceso de conformar gobierno se ha convertido en un difícil proceso en el que ni Mariano Rajoy parece tener habilidades para adecuarse con flexibilidad a la negociación, ni Pablo Iglesias demuestra disposición alguna a renunciar a maximalismos aunque ello permitiera incorporar parte de su programa electoral a la agenda social y política de un futuro gobierno de cuya composición nadie está en condición todavía de hablar.

La política actual exige contar con liderazgos capaces de construir lugares de encuentro y oportunidad de éxito allá donde otros sólo concluyen, desde la más pura simpleza matemática, que las cuentas no salen. Los electores hace tiempo que saben que los entornos VUCA no desaparecerán por muchas elecciones generales que resulte necesario convocar. Son los líderes políticos los que, al parecer, necesitan todavía más tiempo para asumir que les corresponde a ellos saber manejarse en estos contextos de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. La pregunta que procede formularse ahora es obvia ¿disponemos realmente de ese tiempo?.

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