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Precisamente, para tener otra clase de alcaldesa

Manuela Carmena saluda a la ex alcaldesa Ana Botella y al ex alcalde Ruiz-Gallardón tras ser investida como alcaldesa en 2015.

Ruth Toledano

Hagamos memoria. No olvidemos por qué y para qué suceden los cambios políticos.

Ana Botella fue alcaldesa de Madrid sin méritos para ello. Simplemente, era la esposa de José María Aznar y el PP le pagó así los servicios prestados. Con el bastón de mando de una capital de España grande y libre. Como alcaldesa no dejó rastro de haber tomado una sola medida que fuera beneficiosa para la ciudad. Lo mejor que hizo fue nada. Pero ella no estaba ahí para nada, al menos en lo que a sus intereses particulares respecta. La ex alcaldesa Botella, esposa del ex presidente Aznar, aprovechó la posición privilegiada que le permitía el poder para realizar negocios inmobiliarios, a los que su familia está muy vinculada, es especial a través de su hijo José María Aznar Botella.

En 2013 vendió a fondos buitre 1.860 viviendas sociales de propiedad pública, es decir, que pertenecían a la ciudadanía. Las arcas madrileñas perdieron mucho dinero para que se forraran las empresas de capital riesgo. Se puede decir que es una forma de robar, a la manera de la prevaricación, la malversación y el fraude. Lo que se entiende por corrupción. Los fondos buitre compraron por poco más de 70.000 euros pisos que ahora quieren vender por casi 200.000. Los alquileres de dichos subirán de 600 a 900 euros al ames. En Tres Cantos fueron 1.000 viviendas de protección oficial distribuidas en 14 bloques. Pertenecían a la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) y el Ayuntamiento de Ana Botella las vendió a precio de saldo.

Hace un mes, el Tribunal de Cuentas condenó a Botella y a su equipo a una multa de 27 millones de euros por incurrir en esta estafa que, sin embargo, solo ese tribunal consideró “negligencia grave”. La venta de pisos públicos a fondos buitre no le llegó a parecer un delito. Ahora, un juez de Madrid dice que lo que hubo fueron apenas “irregularidades formales y menores”, por lo que ha archivado el caso. Debe de ser por todo ello por lo que Ana Botella apareció el otro otro día tan sonriente en la Convención del PP, impoluta como si nada hubiera pasado en ese sector inmobiliario en el que se enriquece su hijo, nada en la alcaldía que ella gestionó de 2011 a 2013.

Si estuviéramos en 2011, cuando se producía el 15M en Madrid, o simplemente en 2013, cuando Botella vendió a los fondos buitre 1.860 pisos sociales, las madrileñas nos habríamos echado a la calle. Indignadas. Ahora casi nadie sale ya a la calle. Se sale poco, incluso aunque los tribunales ejerzan un abuso así de poder, incluso aunque parezca que prevarican también. Entonces la ciudadanía salió porque había una alcaldesa así, que vendía nuestros pisos a los avaros y que tiene hijos que se enriquecen con empresas así. Entonces salimos a la calle para resistir frente a ellos. Precisamente, para tener otra clase de alcaldesa. Y la ciudadanía ganó. De aquellas calles, y por méritos propios, salió otra alcaldesa.

Manuela Carmena recurrirá, junto con el PSOE, el sorprendente (y sorpresivo: una especie de volantazo en el procedimiento) archivo de la causa penal decidido por el juzgado 38 de Madrid. La ciudadanía debería saber qué ha impulsado ese archivo. Y también debemos recordar que esta alcaldesa que no se conforma ahora y que planta cara en los tribunales frente a la corrupción está en el despacho de Cibeles porque las cosas que queríamos cuando nos echábamos a la calle están saliendo parcialmente bien. Nuestro objetivo entonces era que Ana Botella no siguiera avergonzando y empobreciendo a nuestra ciudad. Lo conseguimos. Nuestro objetivo entonces fue que Manuela Carmena la sustituyera para redignificar nuestra ciudad. Lo conseguimos. No olvidemos cómo se consiguió. Tengamos memoria. Es imprescindible mantener viva esa memoria para no cometer errores del pasado. Es la responsabilidad del presente.

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