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Primer día tras el apocalipsis

"Puesta de tierra" desde la luna. Fotografía del Proyecto Apolo de la NASA

Begoña Huertas

“Los políticos deberían leer ciencia ficción, no westerns o historias de detectives” (Arthur C. Clarke)

 

El libro Abrir en caso de apocalipsis, publicado en español por la editorial Debate, es una guía en la que se enumeran y desarrollan los puntos básicos necesarios para reconstruir la civilización desde cero: se explica cómo generar electricidad o extraer metal de las rocas, cómo desarrollar cultivos o extraer papel de los árboles. Lo que me llamó la atención fue que en el texto no hubiera ni una palabra referida a las formas de organización social, a los distintos acuerdos básicos que pudieran plantearse entre los grupos humanos sobrevivientes ni a la construcción de redes colectivas. No era asunto del libro, claro, cuyo objetivo era cubrir la parte material, pero da que pensar.

No es que estemos realmente en un contexto apocalíptico, si bien el imaginario no para de regodearse en ello: desde The road a Walking dead, desde el tsunami que arrasa la costa en la última novela de Richard Ford hasta la preocupación en las memorias de Henning Mankell por los residuos radiactivos escondidos en una montaña como única herencia de la humanidad. Todo es pesimismo y sensación de que algo termina: hasta el planeta ha entrado en una nueva era geológica, el antropoceno, donde es la humanidad quien puede alterar, y altera, los ecosistemas.

Nuestro propio apocalipsis de andar por casa, las elecciones del pasado 20D, también tiene, como todo apocalipsis, su día después. Se acabó la inercia del bipartidismo (unipartidismo más bien) y llega “la desconexión” catalana, y “la izquierda radical” (sic). No todo final es terrorífico. No todos los días después de la catástrofe tienen por qué dar lugar a hordas de zombis arrastrándose por las calles. ¿Es que hemos perdido la capacidad para imaginar un mundo mejor?

William Morris, autor de la novela utópica 'Noticias de ninguna parte' en la que imaginaba un paraíso socialista, decía que para que el sistema (el de la Inglaterra del siglo XIX) se mantuviera, “la mayoría de la humanidad debe ser pobre”. “Los trabajadores deben producir para su propio uso remedos y copias del lujo de los ricos, porque los asalariados deben vivir siempre como los patronos les indican y sus mismos hábitos de vida les son impuestos por sus amos”. Hablaba de un entretenimiento que fulminara el espíritu crítico, consumo barato que mantenga y refuerce la adicción a las compras… No  suena muy lejano ¿verdad?

En un programa de la BBC, Carl Sagan, Stephen Hawking y Arthur C. Clarke, autor de 2001 una odisea del espacio, comentaban con sentido del humor el futuro del planeta y el papel de los científicos y de los políticos en él. La esencia del método científico es estar dispuesto a admitir que uno se equivoca, decía Carl Sagan. Ojalá también fuera esa la esencia de la política.

“El Apocalipsis lo causará el capitalismo y la avaricia humana” afirma Stephen Hawking

Después de las elecciones, como haría un grupo de humanos en un paraje arrasado, deberíamos repensar en las cosas verdaderamente importantes que asentar como pilares sobre los que construir después. Hará falta imaginación para ir diseñando otro tipo de sociedad: redistribuir la riqueza, inventar nuevos trabajos, quizás una nueva concepción del tiempo de ocio... Ahora parece inimaginable, pero igual que la cultura moldea el cerebro, éste también puede configurar una cultura diferente. Para aumentar la creatividad, en lugar de encerrarse en un búnker es necesario salir de los despachos. Colaboración y puesta en común en lugar de levantar trincheras antizombis.

Así que urge escribir un buen libro (un buen programa) que desarrolle y gestione este día después. No me cabe duda de que se está escribiendo y el autor es colectivo. Lo tenemos que escribir entre todos ya que la política a todos nos incumbe. Se demostró con el 15-M, y con el paso de la indignación a la enunciación. ¿Alguien se acuerda cuando Dolores de Cospedal se reía retando a los indignados a presentarse a las elecciones si querían cambiar algo? Pues ahí está. Algo ya ha cambiado. Ya es el día después. Ahora los políticos, como escritores, deben ser capaces de sugerir buenas historias. Como motivo de inspiración recomiendo escuchar las tertulias de los científicos. En aquella ocasión que reunió a Sagan, Hawking y Clarke este último remató con una carcajada: “La ciencia es autocorrectiva, no como la política”. Pues debería serlo.

Puedes ver el vídeo de la tertulia aquí.

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