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Recuperemos el viento perdido

India ha arrebatado a España el cuarto puesto entre los países con mayor potencia eólica instalada

José Luis Gallego

Es posible que al lector le interese poco la evolución de la energía eólica en España. Hace bien: es la mejor manera de ahorrarse más disgustos. Porque si te preocupa el cambio climático, te atraen las energías renovables y te detienes a pensar en lo que fuimos, lo que podríamos ser y en lo que nos han convertido, te coges un berrinche.

“En España inventamos la eólica”, dicen desde el sector. Y no les falta razón. En 1984 un grupo de universitarios del movimiento antinuclear, con el gran impulsor de las renovables en nuestro país Pep Puig al frente, fundaron la cooperativa Ecotecnia y se atrevieron a instalar y conectar a la red el primer molino de viento en Girona. Aquel proyecto nacido en una facultad de ingeniería se convirtió en una empresa pionera en la fabricación y comercialización de aerogeneradores que acabaría siendo absorbida por la multinacional francesa Alstom.

Desde entonces, el desarrollo de la energía eólica en nuestro país despertó la admiración del mundo entero: tanto por la alta competitividad de sus empresas, líderes en las diferentes áreas del sector, como por el nivel de desarrollo tecnológico alcanzado y por la progresiva implantación de parques eólicos en buena parte de nuestro territorio. Nos convertimos en la gran potencia mundial.

España fue el primer país del mundo donde la fuerza del viento se convirtió en principal fuente de energía primaria. Nuestros aerogeneradores llegaron a superar los 350.000 megawatios hora (MWh) de potencia: más del doble que todos los reactores nucleares juntos. El viento nos llevaba en volandas hacia un futuro limpio, seguro y sostenible. Pero entonces el oligopolio eléctrico dijo basta, o mejor dicho: ordenó al Gobierno que dijera basta. El Ejecutivo retiró las primas al sector, desmanteló el tejido industrial de las renovables y frenó en seco su desarrollo. Entonces el viento se llevó su fuerza a otra parte.

La Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA) acaba de presentar los datos sobre la potencia eólica instalada en la UE en el último año. Espectaculares. En 2015, el 44 % de la potencia eléctrica que se instaló en el conjunto de la UE fue de origen eólico. Los países que ubicaron más aerogeneradores, terrestres o marinos, fueron por este orden: Alemania (casi la mitad del total), Polonia, Francia y Reino Unido. Mientras tanto España a por uvas: ni un solo molino instalado. Hemos pasado de ser los líderes a ocupar el vagón de cola junto a Bulgaria, Hungría o Eslovenia. Penoso.

Según la Asociación Empresarial Eólica Española (AEE), en 2015 las inversiones europeas en el sector alcanzaron los 26.400 millones de euros: un 40% más que el año anterior. La eólica es la energía que más crece en Europa y la que genera más empleo verde. Las previsiones apuntan a que muy pronto llegará a atender casi un 12% de la demanda eléctrica de toda la UE. Mientras tanto, el Gobierno español impulsa las prospecciones petrolíferas, alienta el fracking, ayuda al carbón y se empeña en reactivar viejas centrales nucleares.

Desde la EWEA señalan a nuestro país a la hora de valorar la evolución del sector en Europa: “la eólica es una industria madura que contribuye a nuestro desarrollo económico y al cumplimiento de los objetivos de seguridad energética y competitividad europeos. Pero el crecimiento no está siendo igual para todos. Existen países en los que la regulación no está clara y los inversores y los promotores se marchan a otro sitio”. Ésos somos nosotros, eso es lo que ha provocado la nefasta política energética del gobierno saliente: la gran desbandada eólica.

Como señalan desde la AEE, durante la legislatura que acaba de concluir se han instalado menos de dos mil MW de potencia eólica: una auténtica miseria. Los expertos internacionales señalan a la moratoria verde y la reforma energética del Gobierno popular como máximos responsables del apagón eólico. Un dato demostrativo: desde que entró en vigor el sistema retributivo de 2013, que en vez de primar desalienta la producción eólica, solo se han instalado 27 MW de potencia: eso es lo que producen tres aerogeneradores modernos. En 2007 se instalaron -en un solo año- 3.500 MW. No hay más preguntas señoría.

Va a ser difícil recuperar el ritmo perdido. España tiene mala fama entre los promotores de las renovables. Nadie invertirá un solo euro en eólica o en fotovoltaica sino restablecemos pronto la seguridad jurídica y recuperamos la credibilidad perdida. El gobierno entrante debe iniciar una reforma urgente del sector eléctrico en cuanto pise moqueta. Hay que recuperar nuestro liderazgo en energías limpias: hay que recuperar el viento perdido.

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